Capítulo 1

1114 Words
Lena La oscuridad del callejón apenas disimulaba mi presencia, una sombra entre sombras, mientras mis dedos danzaban suavemente en el aire, practicando los movimientos que había aprendido a ocultar. El bar al final de la calle, con su luz parpadeante y el bullicio de voces ahogadas por el cristal empañado, no sabía que estaba a punto de perder algo más que simples monedas. Hoy había cumplido 18 años, pero no había habido torta ni canciones. En lugar de eso, me encontré con todas mis pertenencias apiladas en la puerta del convento, una muestra silenciosa de que mi presencia ya no era deseada. Las monjas nunca habían comprendido mi naturaleza, siempre susurrando sobre mi inclinación hacia lo que ellas llamaban 'actos de rebeldía'. Pero no era rebeldía lo que fluía por mis venas; era magia. Desde que despertaron mis habilidades a los 15, supe que era diferente. Pequeñas desapariciones, objetos moviéndose sin explicación, sombras que respondían a mi llamado. Las monjas lo atribuían a milagros o maldiciones, dependiendo del día. Pero yo sabía la verdad. Era una bruja, y ese conocimiento ardía dentro de mí con una intensidad que no podía ser sofocada por sus rezos ni sus cruces. Así que aquí estaba, en la víspera de mi nueva vida, preparándome para robar a aquellos perdidos en la embriaguez y la diversión. No era el camino que habría elegido, pero la desesperación tiene una forma peculiar de moldear nuestras decisiones. Necesitaba dinero para un hotel, algo de comida, y quizás, si tenía suerte, un pasaje hacia un lugar donde pudiera empezar de nuevo. Mis ojos se fijaron en un hombre entrando al bar, riendo ruidosamente con sus colegas mientras alardeaba de su cartera abultada. Perfecto. Con un suspiro silencioso, salí de mi escondite y caminé hacia la entrada. Mis manos escondidas en los bolsillos del abrigo, se movían silenciosamente, repasando los movimientos que había practicado en secreto, preparándome para deslizar su riqueza hacia la sombra de mi existencia. Entré al bar, un hervidero de risas y conversaciones embriagadas que me envolvieron como una marea. A pesar de la temprana hora de la noche, el lugar ya estaba lleno de almas buscando refugio en el fondo de una copa. Mi objetivo, un hombre que se destacaba entre la multitud por su aire de confianza, avanzaba hacia la barra con la mirada de un depredador en busca de presa. Quizás esperaba encontrar compañía para la noche. Mejor para mí. Con un movimiento fluido, solté mi cabello, permitiendo que las mechas oscuras enmarcaran mi rostro, añadiendo un toque sensual a mi apariencia. La chaqueta de cuero n***o, mi armadura contra el mundo, se abrió ligeramente al bajar el cierre, revelando justo lo suficiente para mezclarme con la atmósfera del lugar sin despertar sospechas. Me moví con la cautela de un felino acechando a su presa, cada paso medido para evitar llamar la atención. El hombre parecía perdido en sus pensamientos, o quizás en sus esperanzas, lo que facilitaba mi acercamiento. Mantuve mi mirada fija en él, calculando el momento perfecto para actuar. El ruido del lugar me envolvía, pero yo estaba enfocada, mi mente clara a pesar del caos circundante. No era la primera vez que recurría a la sombra para sobrevivir, pero algo en la noche me decía que esta vez sería diferente. No sabía si era el palpitar anticipado de mi corazón o la sensación eléctrica que recorría mi piel al pensar en la magia a mi disposición. Nuestras miradas chocaron y se sostuvieron, una chispa indefinible vibrando en el espacio entre nosotros. La sonrisa arrogante en sus labios creció al ver mi interés directo, un brillo de anticipación jugueteando en sus ojos. —Eres muy pequeña para estar aquí, —dijo, su voz grave envuelta en una capa de expectación que pretendía ser encantadora. —Tengo la edad suficiente para tomar alcohol, y algo más...—mi respuesta, impregnada de un tono seductoramente misterioso, diseñada para intrigarlo, para atraerlo más a mi telaraña. Me senté a su lado, consciente de su mirada evaluadora recorriendo mi figura. Su asentimiento de aprobación fue tan predecible como desagradable. Idiota. Se giró hacia el cantinero y ordenó con autoridad: —Algo para la dama. El cantinero, un hombre de mediana edad con una mirada que había visto demasiado, simplemente asintió y comenzó a mezclar una bebida de aspecto extraño, rosado y evidentemente dulce. —¿Qué hace una chica tan... delicada por aquí? —Su pregunta, cargada de un interés mal disimulado, me encontró mientras se giraba para enfrentarme, reduciendo la distancia entre nosotros. —Estoy buscando un poco de acción... —Mis palabras salieron con una lentitud calculada, cada sílaba destilada con promesas no dichas. Colocando mis manos sobre su pecho, las deslicé lentamente hacia abajo. La energía mágica pulsaba en mis dedos, lista para ser liberada en el momento adecuado, mientras seguía jugando el papel que él esperaba, distrayéndolo de mis verdaderas intenciones. Podía sentir el latido acelerado de su corazón bajo la tela. Era la anticipación, el juego previo a la caza, y él era completamente inconsciente de que estaba a punto de ser cazado. La música del bar, un zumbido constante en el fondo, parecía acompasar nuestros movimientos, un baile de sombras en la penumbra. —Acción, ¿eh? —Su sonrisa se amplió, creyendo tener el control de la situación. —Creo que puedo ofrecerte exactamente lo que buscas. —Oh, estoy segura de eso, —repliqué, manteniendo el contacto visual, dejando que la promesa de aventura colgara en el aire entre nosotros. El cantinero dejó el cóctel rosa frente a mí, con una cereza flotando en la superficie. Sin apartar la mirada del hombre, tomé la bebida y le di un pequeño sorbo, dejando que el sabor dulce inundara mi boca. —Gracias, pero esto —dije señalando con la cabeza el trago —no es exactamente lo que estoy buscando esta noche. La confusión cruzó su rostro por un momento antes de que la codicia y el deseo volvieran a tomar su lugar. —Entonces, ¿qué es lo que buscas? —preguntó, su voz baja, cargada de un interés que rozaba los límites de lo predatorio. Aprovechando el momento, intensifiqué el contacto, mis dedos trazando círculos suaves y tentadores sobre la tela de su camisa. —Algo que se puede encontrar fácilmente en un lugar como este, —susurré, inclinándome más cerca para que mis palabras fueran solo para él. La tensión crecía, un hilo delicado y peligroso que se estiraba con cada palabra, cada gesto. En ese instante, sabía que tenía su completa atención, su avaricia palpable en el aire que compartíamos. Era el momento de actuar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD