Liam era increíble. Había venido dos veces en las últimas semanas, solo para quedarse de un día para otro, estaba muy ocupado, demasiado. Hasta regresó con un poco de ojeras debajo de sus lindos ojos. Pero ¡volar siete horas de ida y vuelta solo para quedarse un día! ¡Me encantaba él! Todo lo poco que le conocía y lo mucho que me faltaba por conocerle. Había vendido el coche y todavía conservaba los viente malditos dólares que pude sacar del cajero, los conservaría como un recordatorio del aprecio de mis padres hacia mi, que nunca se volvieron a poner en contacto desde que supieron que la boda se aplazaba y que no les interesaba si estaba viviendo en la calle o qué estaba comiendo. Por suerte la carrera y el alojamiento estaban pagados. Había sabido que Alba seguía en contacto co