Al fin nos íbamos a conocer, la mujer que sería mi futura esposa, la prueba de que estaba preparado para responsabilidades, de que me estaba convirtiendo en un hombre serio, no solo capaz de derrochar la fortuna que nos habían dejando nuestros padres, sino también de poder llevar la empresa.
Yo estaba listo, solo tenía que demostrarlo.
—¿No estás nervioso?—Elen me abrazó desde atrás, llevando sus manos hacia mis bolsillos delanteros.
—¡Oye! Saca tus manos, eres quien me pone nervioso.—retiré sus manos y caminé hacia el espejo.—¿Me veo bien?
—Te ves excelente, destilas seguridad, confianza y sobre todo, tienes un rostro muy apuesto, el que todo padre desea para su hija. Ya estás listo.
—No lleves a Liam a ninguna otra fiesta. Llevan varias seguidas, estará con resaca y ya mañana tie
