Y aquí es donde se supone que debo elegir. Besar a uno, besar a otro. Participar en el juego que yo misma propuse. Si tenía que hacer una comparación rápida y muy, muy superficial, ya que todo podía ser al revés, diría que estaba frente a las puertas del cielo y las del paraíso, suponiendo que eran cosas diferentes, ya que paraíso me sonaba a diversión, gritos de júbilo, éxtasis y un sinnúmero de aventuras, mientras que cielo, lo comparaba con todo lo que tenía que ver con tranquilidad. Eros, paraíso. Liam, cielo. —Yo…—y aquí estaba, acobardada, como siempre. Sintiéndome pequeña y poco merecedora de esto o de tan solo elegir. Esa simple acción tan importante que por mucho, mucho tiempo, no hice uso de ella, mientras mis padres se adueñaban de mi elección y yo se los permitía. Eleg