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Una esposa para el señor perfecto

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Libro #1 de la serie "Citas con el destino"

En el agitado mundo de “Turner Legal Group”, un prestigioso bufete de abogados en la ciudad de Nueva York, la dedicada asistente Sunmi Choi, oculta en silencio un amor creciente por su enigmático jefe, Justin Turner.

Mientras Justin se sumerge en la búsqueda de una esposa para complacer los deseos de su tío que está sumamente enfermo, ambos se enfrentan a revelaciones sorprendentes y a un torbellino emocional que desafía todo lo que creían saber sobre el amor y la lealtad.

Descubre cómo el destino entrelaza sus vidas en una historia de secretos, sacrificios y segundas oportunidades que desafía las expectativas y las apariencias en un mundo donde el romance puede surgir en los lugares más inesperados.

Diseño de portada por Andrea Paz.

Se prohíbe cualquier copia parcial o total de la obra. Registro oficial es SafeCreative 2311025930004. Todos los derechos reservados para Andrea Paz PS.

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01. Entre el deber y el deseo
Una esposa para el señor perfecto es una novela escrita por Andrea Paz PS y registrada en SafeCreative bajo el código: 2311025930004. Se prohíbe cualquier copia parcial o total de la obra, ya que estará infringiendo los derechos de autor. _________________________________ ◢ Sunmi ◤ El sonido de mis pasos resonaba en el oscuro callejón mientras huía del tumulto de invitados a la boda. Mi respiración agitada se mezclaba con los latidos desenfrenados de mi corazón roto y las lágrimas que amenazaban por desbordarse por mis ojos me nublaban la visión. Cada paso que daba se sentía como una puñalada en lo más profundo de mi ser, una dolorosa admisión de que el amor que tanto anhelé durante años, se desvanecía entre mis dedos para siempre, perdido en el abismo de mis propios deseos y deberes. Atrás, en el esplendor del inicio de la celebración, Justin se mantenía de pie esperando en el altar ajeno a mi partida, inmerso en el ritual del cual mi cordura me obligó a huir. Mi corazón se retorcía con cada imagen de su sonrisa cautivadora, con cada destello de sus ojos azules, los que habían dejado una marca imborrable en mi alma desde el momento en que lo vi por primera vez. No podía estar ahí por mucho que lo amara. Salí a la calle tras dar la vuelta al callejón y le hice una seña al primer taxi que acudió ante mi solicitud. Bendita fortuna la mía, encontrar un taxi desocupado en la agitada ciudad de Nueva York justo en la hora punta. Tras darle la dirección al conductor, me permití llorar con total libertad, sacando fuera todos esos sentimientos que se agolpaban en mi garganta, amenazando verbalizarse en un gemido de dolor. Minutos después, el taxi se detuvo fuera de K-Market, el mini mercado de mis tíos, mis únicos parientes vivos. Respiré hondo y saqué fortaleza desde donde no la tenía para ingresar a la tienda y sentirme cobijada por mi familia. Acabo de darme cuenta de que he empezado a contar mi historia por el trágico final cuando lo mejor es empezar por el principio. Y este fue hace dos años, mientras hojeaba los documentos dispersos sobre mi escritorio en mi puesto de trabajo… Un escalofrío me recorrió la espalda y una presencia imponente hizo que mi corazón se saltara un latido. Levanté la vista y me encontré con una figura alta y elegante que parecía haberse materializado de la nada y se dirigía hacia mí. Mi mirada se posó en unos penetrantes y preciosos ojos azules, que brillaban con una mezcla cautivadora de confianza y cautela. Su cabello oscuro y despeinado aportaba un aire de misterio a su presencia, una sonrisa sutil se curvaba en la comisura de sus labios. Era la perfección personificada y estaba segura de que era el hombre que estaba a punto de alterar el curso de mi destino de una manera que nunca podría haber imaginado. Era eso o me había dormido y estaba soñando. Salí de mi ensoñación cuando el murmullo de mis compañeros hizo eco en el despacho. A medida que se acercaba, su aura de autoridad se mezclaba con un aire de elegancia sin esfuerzo, y una sensación de intriga y curiosidad se apoderaba de mí. El señor Turner, director del bufete, se le acercó por detrás con una sonrisa cálida y una mirada llena de orgullo que difícilmente podía ocultar. Lo abrazó por los hombros y continuaron su camino, dejando una estela de inquietante ansia en el aire. No me había dado cuenta que estuve conteniendo el aliento mientras el misterioso y perfecto ejemplar de sexo masculino se presentó frente a mí. Volví a respirar cuando ambos se encerraron en el despacho del señor Turner. Suspiré y retomé mis deberes, pues la rutina diaria en Turner Legal Group, debía desarrollarse como siempre, con una precisión casi mecánica, pues no había momentos ni instancias para estar desocupados. Perdí la noción del tiempo mientras mis dedos volaban por el teclado, redactando un informe que uno de los asociados necesitaba con suma urgencia, cuando un nuevo escalofrío me erizó la piel. Alcé la mirada y volví a perderme en aquellos ojos. —Sunmi, permíteme presentarte a Justin Turner, mi sobrino. —Mi mano tembló ligeramente a medida que la extendía para saludarlo, sintiendo el peso de su mirada sobre mí mientras nuestras manos se estrechaban. No pude evitar notar la firmeza de su apretón, transmitiendo una determinación y seguridad que eran difíciles de ignorar—. Se integrará al equipo desde mañana y he pensado que tú eres la mejor candidata para ser su asistente —me informó. —Será un placer trabajar contigo, Sunmi —contestó él, hechizándome con el tono serio y resuelto de su voz. —Justin acaba de volver de Londres, donde hizo un máster en derecho contractual y de propiedad, además de trabajar en un importante buf… —Tío, no es necesario que le recites mi curriculum a Sunmi —lo interrumpió, esbozando una sutil y casi imperceptible sonrisa, que dejó en evidencia la gracia que le causó la verborrea de su tío. —Seguramente es porque el señor Turner debe sentirse muy orgulloso de usted. —Michael Turner, es una figura imponente tanto en presencia física como en su personalidad y a pesar de su edad, conserva una apariencia imponente y una postura firme que refleja su autoridad en el mundo legal. Su cabello plateado y su barba bien recortada aportan un toque de distinción a su aspecto, mientras que sus ojos oscuros transmiten una mezcla de sabiduría y determinación, los que en esta ocasión estaban lejos de imponer respeto y severidad, sino que tenían un brillo especial, llenos de orgullo y afecto. —Justin es como un hijo para mí y he añorado por años que se integre con nosotros, y ahora que está aquí, debo presumirlo, ¿no crees, Sunmi? —Asentí encantada. No podría negarle al señor Turner aquella afirmación. Justin suspiró. —Hasta mañana, Sunmi. —Se despidió y continuó su camino acompañado de su tío. Mis piernas estaban a punto de colapsar y mi mano seguía alzada, como gesto de despedida. —¡Felicidades, Sunmi! —Henry, el estudiante en práctica al que estaba entrenando, me sacó de mis pensamientos. Le dediqué una sonrisa amistosa y recuperé mi dignidad, al incorporarme en mi escritorio—. Te voy a extrañar, eres muy buena enseñándome todo esto. —Hizo un puchero que me hizo reír. —Eres un buen alumno, Henry. Sigue preguntando todo lo que te parezca nuevo y resuelve siempre tus dudas, ya que es la única forma de entender este mundo. —Espero poder seguir preguntándote si tengo dudas, eres muy paciente explicando. —No pude evitar soltar una risilla. —No es que me vaya muy lejos —bromeé, señalando los cubículos a nuestro alrededor. El resto del día transcurrió con igual o mayor rapidez y cuando estaba por acabar la jornada laboral, el señor Turner volvió al despacho, caminando con su impronta imponente y se acercó a mí. —Sunmi, acompáñame —ordenó. Mientras lo seguía a su despacho, me informó que la oficina de Justin sería la que está a continuación de la suya, pues esa oficina llevaba sin uso desde que comencé con mis prácticas en este lugar y aún nadie la había ocupado, lo que me hizo pensar en que siempre ha estado destinada para Justin. Luego mencionó que mi nuevo escritorio estaría operativo por la mañana frente a la oficina de mi nuevo jefe. Al entrar en su despacho, comenzó a hablar sobre los inicios de Turner Legal Group y lo mucho que le ha costado posicionarlo donde está. Esperaba obtener algo más de información sobre Justin, pero no dijo nada más, hasta que volvió a mencionar mi nuevo puesto de trabajo, lo que esperaba de mí y cuando creí que no me diría nada más, me habló sobre Justin como profesional y lo que esperaba de él en el bufete. —Confío que en un futuro no muy lejano sea Justin quien tome las riendas de todo esto, así que necesito que comprendas lo esencial que eres para que esto ocurra, Sunmi —Asentí en silencio—. No sabes la ilusión que me hace tener a Justin aquí con nosotros —sonrió y suspiró. —Espero cumplir con sus expectativas. Daré lo mejor de mí para que esto suceda, señor Turner —respondí ilusionada. —Confío en ti, Sunmi. Lo vi en tus ojos el día que entraste a realizar tus prácticas y sé que darás la talla, no me cabe ninguna duda. Cuando volví a casa, tenía un nudo en el estómago. Una mezcla de ansiedad, nerviosismo y curiosidad, las que no fueron de mucha ayuda para conciliar el sueño, así que no dudé en usar algunas técnicas de relajación para poder dormir, las mismas que utilizaban mis padres conmigo cuando me veían muy ansiosa. A la mañana siguiente, desperté mucho antes que el despertador sonara. Seguía estando ansiosa y tan curiosa como un gato con respecto al enigmático Justin Turner. Me puse un traje de dos piezas de color arena y una blusa verde pastel, acompañándolo con unos zapatos de vestir con tacón y una bolsa marrón. Me sentía cómoda y profesional, por lo que decidí, en último momento, hacerme un moño bajo y no esmerarme demasiado con el maquillaje, así que elegí algo natural. No pretendía hacerle creer a Justin que era una chica hueca y superficial. Tenía que darle la impresión de lo profesional y eficiente que puedo llegar a ser. El primer día de trabajo con Justin fue un torbellino de emociones contradictorias. Por la mañana, al reunirnos en su oficina, me notificó que le gustaba tomarse un café espresso sin azúcar iniciando la jornada. Me comentó su forma de trabajo y dejó claro que si me necesitaba para algo me lo pediría, pero que evitara estar preguntándole nada, hasta que él lo hiciera. Recalcó en reiteradas ocasiones lo exigente que es y que espera de mí el mayor profesionalismo, concentración y dedicación posible. Me informó sus horarios para comenzar a manejar su agenda y finalmente, cuando sus ojos se alzaron y se concentraron en mí, dijo: —Espero ser un buen jefe para ti, Sunmi. —Esbozó un atisbo de sonrisa y luego volvió a sus papeles, dejándome con una extraña sensación en el estómago. Agradecí tener una buena vista desde mi escritorio, pues podía admirar a mi nuevo jefe sin miramientos. Mientras observaba su actitud enfocada y profesional, no pude evitar sentir una mezcla de nerviosismo y admiración. Su presencia imponente y su enfoque meticuloso en los detalles proyectaban una aura de autoridad y competencia que me dejaba sin aliento, y a medida que trabajábamos juntos, me sorprendí por la profundidad de su conocimiento legal y su habilidad para abordar casos complejos con una facilidad que denotaba años de experiencia, ya que el señor Turner no dudó en entregarle los casos más problemáticos de la firma. Nuestras interacciones se volvían más fluidas en el transcurso del día y aunque creí que no sería de utilidad para él en el primer día, no dudó en llenarme de trabajo. Sin embargo, una de las cosas que más me llamaron la atención, fue su aparente distancia y su concentración en el trabajo, los que lograron que me sintiera algo intimidada en un principio y conforme el día avanzaba, me percaté de lo meticuloso que era en sus interacciones y cómo, a pesar de su aparente reserva, era cortés y respetuoso en todo momento. Comencé a darme cuenta de que detrás de la máscara de seriedad y perfeccionismo, yacía un hombre cuyos miedos y anhelos estaban ocultos bajo una coraza impenetrable y lo único que deseé al descubrirlo fue querer conocerlo aún más. Adentrarme en él y averiguar qué hay bajo toda esas capas que ocultan al verdadero Justin Turner. A pesar de su intimidante aura y su enfoque implacable en el trabajo, no pude evitar sentir una curiosidad creciente y cierta afinidad con su ética laboral y su determinación inflexible. Así es como han transcurrido dos años y no dejo de sentirme de la misma forma con él. Aunque ahora puedo decir que lo conozco como la palma de mi mano en lo que respecta al trabajo, ya que el trato profesional no ha cambiado en lo absoluto. Pero de su vida privada, Justin Turner, mi señor Perfecto, tiene una coraza de altos muros que lo rodean y desde que lo conozco, no he visto a nadie ser capaz de atravesar esa barrera, incluso su tío, el señor Turner, o su mejor amigo, Max Caldwell. Y lo peor que me puede ocurrir, es que a pesar de saber que su intimidad es un secreto para el mundo, puedo jurar que he notado matices más sutiles en su personalidad, descubriendo destellos de humanidad y vulnerabilidad que contrastan con su fachada seria y profesional. Aunque inicialmente lo vi como una figura inalcanzable, con el tiempo, he comenzado a sentir una conexión emocional más profunda con él, aunque no me he atrevido a admitirlo, ni siquiera a mí misma, pues verbalizarlo es darlo por sentado y eso cambiaría el resto de mi existencia, o ¿no? Supongo que haber buscado en Google información sobre su familia y saber que sus padres fallecieron cuando apenas era un niño de diez años, me hacen sentir una cercanía y una comprensión que nadie, que no esté en la misma posición, pueda comprender. Que ambos seamos profesionales, trabajólicos, dedicados y leales, no significa necesariamente que estemos destinados a estar juntos, por mucho que me cueste aceptarlo. _________________________________ Esperemos que salga todo bien y aprueben la historia. No olviden agregarla a sus bibliotecas y seguirme en rędęs søciąlęs, para mantenerse informadas. FB: Andreapps.paz e ÎG: @Andreapps_paz

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