Había estado en muchos restaurantes lujosos, pero esto es definitivamente de otro nivel. Candelabros de cristal colgando del techo, piso de mármol, mesas decoradas con una elegancia inigualable; y la mirada de la gente sobre nosotros dos mientras el camarero nos lleva a nuestra mesa. Puedo escuchar como algunos susurran y les entiendo por partes. —¿Por qué todos nos miran de esa manera? — le pregunto al insoportable de mi esposo. Una media sonrisa llena de orgullo se refleja en su rostro —Porque el dueño del restaurante ha venido a cenar con su esposa. — explica y esto sí que no me lo esperaba. Solo puedo mirarlo e intentar disimular mi asombro. No puedo dejarle ver que me impresiona. —¿En cuántos negocios estas metido? —me atrevo a preguntar y el solo encoje sus hombros como restándo