Capítulo 3

1065 Words
Como quisiera que este momento fuera un sueño, que fuera una alucinación, un espejismo o hasta una mala broma, intentaba encontrar mil explicaciones a está locura, tal vez Greg tenía un hermano gemelo que estaba aquí, ojalá fuera así, pero había crecido con Greg toda mi vida, lo conocía para saber que era él quien se encontraba aquí con esa mujer. –Leigh… Sentí la mano de Travis sobre mi hombro, él estaba viendo la misma escena que yo, lo supe por su rostro pálido, me sacudí dando un paso atrás. –¡Tú lo sabías! –le reclamé. –¡No! –se negó quisó acercarse pero yo estaba retrocediendo, me dí la vuelta para irme –. Mira, estoy seguro que debe ser un malentendido. –¿Malentendido? –cuestioné –. ¿Acaso los labios de esa chica cayeron por accidente con los de Greg? –No, es que… Travis se rascó la cabeza y miró a todos lados, entonces lo entendí, ellos eran mejores amigos, seguramente Travis lo sabía, seguramente todos sabían que Greg me era infiel y nadie hizo nada. –¡Tú lo sabías! –lo señalé. –¡No! –se negó moviendo la cabeza. –¡Sí lo sabías! –aseguré –. Todos ustedes son iguales, pobre de Shelly que tiene que vivir contigo, seguro le haces lo mismo. –Leighton por favor, por supuesto que no, no le vayas a decir eso a ella. Eran unos cretinos, todos eran unos jodidos cerdos asquerosos, seguí caminando por las escaleras de prisa y corrí a salir de ahí, escuché los gritos de Travis pero ya no le presté atención, subí al auto y el chófer me llevó de regreso a casa, apenas pude bajarme, sentía que las piernas me temblaban, me dolía el pecho, sentía que la cabeza me iba a explotar, apenas si podía respirar. –Señora –llegó Luisa, la encargada de la casa, apenas era unos años mayor que yo –. ¿Qué pasó? ¿Se siente mal? Lancé las cosas que había sobre la mesa. –¡Váyase! Ella retrocedió llevándose las manos a la boca, sé que no tiene la culpa de lo que está pasando, pero yo era un mar de emociones, estaba triste por lo que pasaba, enojada con Greg y más conmigo por haber creído en él y tenía mucho miedo porque no sabía que iba a pasar ahora, ¿qué debo hacer? Luisa se fue y me dejó sola en la sala, me limpie las lágrimas e intenté respirar y miré hacía abajo. “Acuerdo de Divorcio” Los papeles que dejó ese abogado, levanté los documentos y miré las hojas, ese hombre venía con todo listo para firmar, sí Greg quería el divorcio, se lo iba a dar. Busqué en todo el piso hasta que encontré un bolígrafo, levanté los papeles hasta que estuvieron en orden y los firmé. Si eso era lo que quería, ya lo tiene. Por último tomé un papel y escribí sobre él. “Espero que seas muy feliz” Me quité los anillos y lo dejé todo sobre la mesa, me fui a nuestra habitación que últimamente ya era solo mía y tomé solo una mochila con algunas cosas necesarias, dinero, un par de Jersey y jeans, mis documentos personales y bajé. –Señora, ¿va a salir otra vez? –preguntó Luisa. –Al señor no le preguntas cuando va a salir, ¿cierto? Se quedó callada, el chófer me vio salir por la entrada y se levantó. –Descansa, no te necesito. –Pero usted va a salir –justificó. –No quiero que me lleves, quédate. –La puedo acompañar –intentó seguirme. –Si das un paso más considerarte despedido –le grité. Se quedó a medio camino, salí de la casa y esperé el taxi que había pedido, no quería que nadie supiera a dónde me iría, ya no me importaba la empresa que mi padre con tanto esfuerzo fundó, ni mi dinero, ni mi propiedad, aquí no era nadie no importa cuanto me hubiera esforzado por agradar a los demás, siempre fui la huérfana con la que Greg se casó por lástima, no iba a permitir que mi futuro bebé creciera en ese ambiente. Mi teléfono se escuchó y al verlo el nombre de Greg estaba en la pantalla. Seguramente Travis ya le había dicho algo, corté la llamada y unos segundos después volvió a sonar, entonces me dí cuenta que si no quería que me localizará no iba a necesitar mi teléfono. –Se puede detener, por favor –le pedí al taxista. –Su destino es la parada de bus. –Sí, ya sé –aseguré –. Solo necesito hacer algo aquí y seguimos, le daré una propina. El hombre me miró con desconfianza, seguramente creía que era una criminal, muchos subían para detenerlos en algún lugar extraño y robarles todo. Levanté mis manos mostrando todo. –Le daré un minuto, no más. –Gracias. Se detuvo y salí del auto, habíamos llegado al puente, la pantalla del teléfono se volvió a iluminar y el nombre de Greg volvió a aparecer, me dio tanto coraje que apreté el teléfono entre mis manos y lo lancé lejos, lo ví desaparecer a la distancia mientras me sujeté de la baranda, y luego grité… Grité tan fuerte que casi sentí mi garganta desgarrarse, odiaba a Greg, odiaba a sus amigos, a la empresa, a su familia, al dinero, odiaba todo y hasta mi propia vida. Al terminar mi garganta ardía, las lágrimas inundaban mis mejillas, pero eso fue un poco liberador, estaba por irme cuando el jersey se me quedó atorado en la baranda con un hierro que estaba salido, el taxista arrancó el auto y tuve miedo de que me dejará ahí, así que me quité el jersey rápido porque no pude soltarlo y corrí al taxi para subirme de nuevo. Al llegar a la parada de buses, le agradecí por todo y le dí un poco de propina extra, no debería estar gastando el poco dinero que tengo, pero no es que no tenga rumbo, porque sé a dónde ir, solo espero que me reciban, compré mi boleto y subí al autobús, miré a la ventana a las personas que iban y venían, toqué mi vientre. –Vamos a estar bien, lo prometo.
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