Confesiones a la Luna

Capítulo 8

16 de octubre de 2016

Querido diario,

Hoy fue un día emocionante, porque Dan y Owen finalmente regresaron a casa para pasar unos días antes de volver a su riguroso entrenamiento. Al llegar de la escuela y encontrarlos en la sala, mi corazón se llenó de alegría y no pude evitar correr hacia ellos para abrazarlos.

Dan y Owen estaban irreconocibles. Más grandes, más musculosos. Owen, en particular, había pasado por una transformación impresionante.

Su apariencia ahora era la de un hombre hecho y derecho, con una presencia fuerte y distintiva.

Su cabello oscuro, corto y un poco desordenado, complementaba perfectamente su mirada intensa y penetrante. Sus rasgos faciales, más marcados, resaltaban una mandíbula cuadrada y pómulos prominentes, con cejas bien definidas sobre unos impresionantes ojos azules claros.

Lo que más llamó mi atención fueron los tatuajes de estilo tribal que recorrían sus hombros y se perdían debajo de su camiseta hacia su pecho. Los diseños me recordaban a ramas o raíces de árboles, añadiendo un aire misterioso a su ya imponente figura.

Me alejé un poco, observándolo con curiosidad. Había algo diferente en él, algo más que su apariencia física. Era como si hubiera una nueva energía a su alrededor, algo que no podía describir con palabras.

Los próximos días prometían ser muy interesantes y divertidos. Tenía tantas preguntas para Owen, tantas cosas que quería saber sobre su entrenamiento y su transformación. Sentía una emoción burbujeante dentro de mí, emocionada por pasar tiempo con él y Dan, y por aprender más sobre el mundo en el que Owen estaba inmerso.

Con cariño, Grace.

Grace

Aún estaba abrazando a Dan, disfrutando del reencuentro, cuando un sonido bajo y gutural resonó en el aire, parecido a un gruñido. Al escucharlo, Dan se apartó de mí y dio un paso al lado, como dejando espacio para que Owen se acercara.

Owen no tardó en envolverme en sus brazos. Su abrazo era tan fuerte y seguro que me hizo sentir pequeña y protegida. Sentí su aliento cálido en mi cuello mientras inhalaba profundamente, como si estuviera tratando de memorizar mi esencia.

En ese momento, noté un aroma distintivo que emanaba de él, algo embriagador y salvaje que no podía identificar. Intrigada, le pregunté a Owen:

—¿Qué perfume estás usando? —esperando descubrir la fuente de ese olor tan particular.

Owen se tensó en el abrazo y se apartó ligeramente para mirarme. Su expresión era una mezcla de confusión y sorpresa.

—¿Perfume? No estoy usando ninguno en particular, —respondió, pareciendo genuinamente desconcertado por mi pregunta.

Aún confundida por el aroma, no pude evitar insistir.

—Owen, no bromeo. Hueles diferente, y es agradable, —le dije, intentando que entendiera mi curiosidad.

Owen me miró fijamente, su expresión pasó de la confusión a la curiosidad.

—¿A qué huele? —preguntó, como si estuviera tratando de descubrir un misterio.

Respiré profundamente, intentando identificar las notas del aroma.

—Hueles a tierra mojada y lluvia, —respondí, sorprendida por mi propia descripción. —Son mis olores favoritos.

Al escuchar eso, vi una chispa de emoción cruzar el rostro de Owen. Sus ojos se iluminaron por un momento, pero rápidamente se contuvo, como si intentara ocultar lo que sentía. En lugar de decir algo, compartió una mirada significativa con Dan, que observaba la escena con una expresión que no supe interpretar.

Owen luego volvió su atención hacia mí, su mirada cálida y llena de una emoción no expresada.

—Eso es... interesante, —dijo finalmente, con una voz que parecía contener un secreto.

Anya apareció de repente en la sala, su séquito de amigos en remolque. Me aparté rápidamente de Owen, sintiendo una mezcla de incomodidad y molestia. Con un salto ágil, Anya se lanzó a los brazos de Owen, quien la sujetó por un breve momento antes de soltarla.

—Owen, ahora que estás de vuelta, —comenzó Anya con una voz coqueta, —¿ya puedes sentir el vínculo entre nosotros? ¿Sabes que soy tu compañera?

Owen la miró, su expresión era seria y directa.

—Anya, no, no puedo sentir ningún vínculo. Y no, tú no eres mi compañera.

Anya pareció sorprendida y un poco herida por sus palabras.

—Eso es imposible, —replicó con un tono de incredulidad. —Eres el Alfa y yo soy la chica más popular de la manada. Tiene que ser así. Solo espera a que cumpla 18, verás que el vínculo se hará visible.

Owen se mantuvo firme, su postura era resuelta.

—No es así como funciona, Anya. El vínculo de compañeros no se trata de popularidad o de lo que crees que debería ser. Es algo más profundo y genuino, y no se puede forzar.

Anya lo miró con una mezcla de frustración y desafío, pero Owen no cedió. A pesar de la insistencia de Anya, estaba claro que Owen no compartía sus sentimientos ni sus expectativas.

La tensión en la sala era palpable, y me sentí incómoda por estar presenciando ese intercambio. Anya finalmente dio media vuelta y se alejó con un aire de desdén, sus amigos siguiéndola de cerca.

Justo cuando Anya y su grupo se alejaban, uno de sus amigos, el mismo que me había besado, me lanzó una mirada intensa. Elevé la vista y lo vi guiñarme un ojo y enviarme un beso volado. No pude evitar responder con un gesto de desagrado, sintiendo una oleada de incomodidad.

Owen notó el intercambio y en un instante, su expresión cambió. Su rostro se endureció y sus ojos brillaron con una ira fría. Sin decir una palabra, se acercó al chico con pasos decididos y firmes. Antes de que el amigo de Anya pudiera reaccionar, Owen lo agarró del cuello con una mano, levantándolo ligeramente del suelo.

—Escúchame bien, —gruñó Owen, su voz baja pero llena de furia. —Si vuelves a tocar, besar o siquiera mirar a Grace de esa manera, te aseguro que te arrepentirás. ¿Entiendes?

El amigo de Anya asintió frenéticamente, su rostro pálido por el miedo.

—S-sí, lo entiendo. Lo siento, no volverá a pasar, —balbuceó, claramente aterrado por la intensidad de Owen.

Owen lo sostuvo por un momento más, asegurándose de que su mensaje había sido comprendido, antes de soltarlo bruscamente. El chico tropezó hacia atrás, tratando de recuperar el equilibrio y la compostura.

—Que no se repita, —advirtió Owen con severidad, antes de volver a mi lado.

El amigo de Anya se alejó rápidamente, uniéndose al grupo de Anya que lo esperaba a cierta distancia. Pude ver que los demás estaban igualmente sorprendidos por la repentina demostración de fuerza de Owen.

Una vez que estuvimos solos, Owen se volvió hacia mí.

—¿Estás bien, Grace? —preguntó, su voz ahora suave y preocupada.

—Asustada, pero sí, estoy bien. Gracias, Owen, —le dije, todavía procesando lo que acababa de suceder.

Él asintió, aunque aún se notaba la ira en su expresión.

—Nadie debería hacerte sentir así. Siempre estaré aquí para protegerte.

Una vez que el ambiente se calmó, Dan se aclaró la garganta.

—Voy a ver a mi padre un rato. Nos vemos más tarde, —anunció, dejando a Owen y a mí solos en la sala.

Owen se volvió hacia mí, su expresión se suavizó.

—¿Qué te parece si salimos a comer algo? Podemos alejarnos un poco de todo este drama, —sugirió con una sonrisa tranquilizadora.

—Me encantaría, —respondí, agradecida por la oportunidad de pasar tiempo a solas con él.

Salimos juntos, caminando uno al lado del otro por las calles tranquilas. La tarde estaba fresca y agradable, y me sentía mucho más relajada fuera de la tensión de la casa.

Mientras caminábamos, Owen rompió el silencio.

—Cuéntame sobre tu entrenamiento y tus clases. ¿Cómo te ha ido?

Sonreí, emocionada por compartir mis experiencias.

—Ha sido increíble. He aprendido mucho. Ya sabes, sobre control, disciplina y... bueno, me siento más fuerte. Y en las clases, he mejorado bastante también.

—Me alegro de oír eso, peque, —dijo Owen, su voz llena de orgullo. —Siempre supe que eras capaz de grandes cosas.

Al entrar en la cafetería, noté que varias miradas se dirigían hacia Owen. Era imposible no notar su presencia imponente y atractiva.

—Parece que todas las chicas del lugar no pueden dejar de mirarte, —le dije en tono juguetón mientras buscábamos una mesa.

Owen se encogió de hombros, sin darle demasiada importancia.

—Eso no me importa, la verdad. Solo me interesa la atención de una persona... mi compañera, —dijo, con una sonrisa llena de insinuaciones.

Su comentario me hizo sentir un cosquilleo de curiosidad.

—¿Y cómo sabrás quién es tu compañera? —pregunté, intentando sonar casual.

—Lo sabré, —respondió con confianza. —Será algo instintivo, una conexión que no podré negar. Y cuando la encuentre, nada más importará.

Su respuesta me dejó pensativa, preguntándome sobre la naturaleza de ese vínculo especial.

—Debe ser una sensación increíble, —dije, un poco ensimismada.

—Lo es, —confirmó Owen, mirándome fijamente. —Y creo que será algo... transformador.

Nos sentamos en una mesa apartada, y poco después una mesera se acercó para tomar nuestra orden. Pude notar cómo le lanzaba miradas coquetas a Owen, pero él parecía completamente ajeno a su atención.

—¿Qué les traigo? —preguntó la mesera, sonriendo de manera especial a Owen.

—Un batido para cada uno, por favor. Y un trozo de pastel, —dijo él, sin levantar la vista del menú.

—¿Algo más? —insistió la mesera, intentando captar su atención.

—Eso será todo, gracias, —respondió Owen secamente, devolviendo el menú sin mirarla.

Una vez que la mesera se alejó, no pude evitar comentar.

—Tu compañera tendrá mucho trabajo con todas las chicas que buscan tu atención.

Owen sonrió ligeramente y me miró.

—No creo que sea un problema. Cuando el vínculo esté en su lugar, nadie intentará nada. Es algo que todos en la manada respetan. El vínculo de compañeros es sagrado.

Sus palabras me hicieron reflexionar. Era fascinante y un poco intimidante pensar en un vínculo tan poderoso y respetado.

—Debe ser algo muy especial, —dije, pensativa.

—Lo es, y es más fuerte que cualquier atracción superficial. Es una conexión profunda, una que no se puede romper o ignorar, —explicó Owen con seriedad.

Nuestros batidos y pasteles llegaron, y comenzamos a disfrutarlos mientras seguíamos charlando sobre películas, música y todo tipo de temas ligeros. Era agradable estar con Owen en un entorno tan relajado, riendo y compartiendo historias.