Capítulo 14

1782 Words
7 de mayo de 2017 Querido diario, Hoy cumplo un año más, y para mi sorpresa, mis amigos en la escuela han planeado algo especial para mí. A pesar de que las fiestas están casi prohibidas aquí, han decidido organizar una pequeña reunión en secreto en la habitación de Jackson. Sí, ese Jackson del que te he hablado antes. Jackson siempre ha sido increíblemente dulce conmigo. Ha intentado invitarme a salir varias veces, mostrando una paciencia y una amabilidad que realmente aprecio. Aunque me ha pedido salir más veces de las que puedo contar, siempre he declinado sus invitaciones. No estoy segura de por qué, quizás todavía estoy aferrada a algo que ya no debería importar. No he sabido nada de Owen desde aquella última carta, ni de su supuesta compañera. Aunque sé que debería estar avanzando, la idea de que él ya ha encontrado a alguien que se supone es su destino predestinado me hace sentir una tristeza que no puedo sacudirme de encima. Me pregunto si alguna vez podré dejarlo ir completamente. Ahora me encuentro aquí, contemplando si debería darle una oportunidad a Jackson. Parte de mí se pregunta si estar con alguien más me ayudaría a superar a Owen, a seguir adelante de verdad. Jackson es encantador, atento y claramente interesado en mí, pero ¿es justo para él si mi corazón todavía está enredado en el pasado? ¿Debería finalmente decir que sí a Jackson y ver hacia dónde nos lleva? Con cariño, Grace. Grace —Feliz mes aniversario princesa, —dijo Jackson con una sonrisa radiante, extendiéndome una caja de bombones. Su gesto me hizo sonreír, un recordatorio cálido de lo dulce y atento que era conmigo. Recordé el día de mi cumpleaños, el día en que finalmente había dicho "sí" a Jackson. Había tomado la decisión de dar un paso adelante, de intentar abrir mi corazón a nuevas posibilidades. Y aquí estábamos, seis meses después, oficialmente como pareja. Jackson había sido increíble durante todo ese tiempo. Siempre considerado, siempre haciendo pequeñas cosas para mostrarme cuánto le importaba. Cada detalle, cada sonrisa compartida, cada momento juntos, había sido un bálsamo para mi corazón. A pesar de eso, en lo más profundo de mí, sabía que todavía estaba sanando. Los recuerdos de Owen a veces venían a mi mente, momentos dulces y dolorosos que parecían pertenecer a otra vida. A veces me preguntaba cómo estaría él, si estaría feliz con su compañera. Pero esos pensamientos eran cada vez menos frecuentes, y yo estaba aprendiendo a vivir en el presente, a apreciar lo que tenía aquí y ahora con Jackson. —Aww, gracias, Jackson, —le dije, tomando la caja de bombones. —Eres tan dulce. No puedo creer que ya hayan pasado seis meses. Él se rio suavemente. —El tiempo vuela cuando estás con la persona correcta, —dijo, y luego añadió con un guiño juguetón, —y cuando esa persona es una princesa. No pude evitar reírme. Su humor y su energía eran contagiosos, y me sentía agradecida por tenerlo en mi vida. Mientras esperábamos en el aula a que llegara la profesora, Elis, Jackson y yo empezamos a hablar sobre los planes para el próximo fin de semana. Era la primera vez que nos permitían salir a la ciudad, y la emoción era palpable. —Chicos, ¡tengo una idea genial para este fin de semana! —exclamó Elis con una sonrisa traviesa. —¿Qué les parece si vamos a una discoteca? Conseguí unas identificaciones falsas que podríamos usar. Jackson, con su característica energía y entusiasmo, se mostró inmediatamente interesado. —¡Eso suena increíble, Elis! Siempre he querido ver cómo es una discoteca por dentro, —dijo con una sonrisa. Miré a ambos, sintiéndome un poco dividida. La idea de ir a una discoteca era emocionante, pero algo dentro de mí se resistía. —No sé, chicos, —dije con cierta incertidumbre. —¿No es un poco arriesgado? Quiero decir, con las identificaciones falsas y todo eso... —Oh, vamos, Grace, ¡será divertido! —insistió Jackson. —Además, todos merecemos un poco de diversión después de estar encerrados aquí tanto tiempo. Elis asintió con entusiasmo. —Exacto, y no te preocupes, he revisado bien estas identificaciones. Son prácticamente indetectables. Además, solo queremos bailar y pasar un buen rato, nada loco. Miré a Jackson, que me miraba con esos ojos llenos de ilusión y aventura. Luego a Elis, cuya energía contagiosa siempre tenía la capacidad de convencerme. —Bueno... supongo que podría ser divertido, —admití finalmente, aunque una pequeña voz en mi interior todavía tenía reservas. —Pero si algo se siente mal, prometan que nos iremos. —¡Por supuesto! —exclamó Elis, y Jackson asintió con entusiasmo. —Si algo no va bien, nos vamos. ¡Pero no va a pasar! Será una noche genial. La clase de matemáticas comenzó con la entrada de la profesora, justo después de que Jackson me diera un beso rápido en los labios. Me senté en mi lugar, aun sintiendo el suave roce de sus labios, una sensación que dejaba un hormigueo en mi piel. A pesar de la familiaridad del aula y la rutina de la lección, mi mente estaba en otra parte, reflexionando sobre la llamada que tenía que hacer a mi mamá esa tarde. Después de clases, Jackson, siempre atento, me acompañó a la sala donde estaba el teléfono. El ambiente era tranquilo, solo iluminado por la luz tenue que se filtraba a través de las ventanas. Marqué el número, sintiendo una mezcla de anticipación y nerviosismo. —Hola mamá, —saludé apenas ella respondió, mi voz revelando un rastro de la emoción que sentía. —Hola suegra, —gritó Jackson detrás de mí, en un tono juguetón. Su presencia era una fuente de alegría constante, aunque en ese momento, deseaba tener un poco de privacidad para hablar con mi madre. Mamá ya estaba al tanto de mi relación con Jackson, y también conocía mi complicada situación con Owen. —Grace cariño... —empezó a decir ella, su voz cargada de ternura y preocupación. Mientras hablaba, Jackson comenzó a hacerme cosquillas por detrás, provocándome risas involuntarias. —Basta Jackson, para ya, —le dije entre risas, ganándome un beso ruidoso en la mejilla. —Espero que eso no haya sido un beso, —la voz al otro lado del teléfono me congeló en el lugar. Era una voz que conocía demasiado bien, una voz que no había escuchado en mucho tiempo. Owen. Mi corazón se detuvo, y todo a mi alrededor pareció desaparecer. —¿Qué pasa princesa? —preguntó Jackson, preocupado por mi reacción repentina. —¿¡Princesa!? Grace, ¿qué mierda está pasando? —gruñó Owen al otro lado de la línea. Su tono era de sorpresa y enfado, y podía imaginar la expresión de ira en su rostro. —Devuélveme el teléfono, —escuché a mi mamá decir, su voz ahogada por la confusión que Owen había causado. Antes de que pudiera reaccionar, Owen añadió con una crudeza que me dejó perpleja: —Grace, si ese chico te toca una sola vez más, está muerto, ¿lo entiendes? El shock y el miedo se apoderaron de mí. Colgué rápidamente el teléfono, sintiéndome abrumada por una mezcla de emociones. La reaparición repentina de Owen, su tono amenazante, todo era demasiado para procesar. Jackson me miraba, confundido y preocupado, pero yo apenas podía articular una palabra. Sentada en silencio, me esforcé por procesar la avalancha de emociones que me invadían. Jackson, siempre atento, volvió a preguntar con preocupación. —¿Estás bien, Grace? —Su voz me sacó de mis pensamientos, recordándome que no estaba sola en este momento. —Nada, ¿podrías traerme un poco de agua? —le pedí, necesitando un momento para mí. Asintió y se dirigió a buscarla, dejándome sola con mis pensamientos revueltos. Entonces, el teléfono sonó de nuevo, haciéndome sobresaltar. Dudé un momento antes de contestar, aún temblorosa por la llamada anterior. —¿Sí? —pregunté con voz temblorosa. —Disculpa eso, cariño. Owen estaba un poco nervioso... —la voz de mi mamá sonó al otro lado de la línea, calmada, pero con un matiz de preocupación. —¿Qué hace ahí? —pregunté, confundida y algo molesta. —Vinieron de visita, él y Dan, —explicó mi mamá. —Pero, ¿qué hacía él en casa? —reformulé la pregunta, necesitando entender la situación. —Él... él vino a verte... —su voz era baja, casi como si temiera decirlo. Un escalofrío recorrió mi espalda. —No puede ser, mamá. ¿Qué quiere? Él ya ha encontrado a su compañera... —susurré, sintiendo una mezcla de dolor y frustración. —Grace, es complicado, pero lo resolveremos, —dijo mi mamá, intentando tranquilizarme. —No le dijiste dónde estoy, ¿verdad? —pregunté, mi voz llena de cautela. —No, cariño, no te preocupes. No le he dicho, —me aseguró. Nos despedimos y colgué el teléfono, sintiéndome aliviada pero aún perturbada. Mi mente estaba llena de preguntas y dudas. ¿Por qué Owen había ido a buscarme? ¿Qué significaba su visita? ¿Y qué pasaría ahora? Esa noche, la oscuridad de mi habitación se sentía opresiva, un reflejo de la turbulencia de mis pensamientos. Me revolvía en la cama, incapaz de encontrar un momento de paz. Las palabras de Owen, distorsionadas por la ira y la posesividad, resonaban en mi mente, creando un mosaico de temor y confusión. Imágenes de un Owen furioso, enfrentándose a Jackson, se reproducían una y otra vez en mi cabeza. Era una versión de Owen que nunca había visto ni imaginado, una faceta que contradecía todo lo que había conocido de él. La idea de que pudiera hacerle daño a Jackson, alguien que había sido tan dulce y atento conmigo, era aterradora. Por primera vez en mi vida, sentí miedo de Owen. El chico que una vez había sido mi amigo cercano, alguien en quien confiaba y por quien había sentido algo especial, ahora se transformaba en mi mente en alguien casi irreconocible. Me preguntaba cómo había llegado a este punto, cómo el amor y la amistad que una vez compartimos se habían torcido en algo tan oscuro y amenazante. Cerré los ojos con fuerza, tratando de ahuyentar las imágenes y calmar mi mente agitada, pero el sueño se negaba a venir. Cada vez que empezaba a deslizarme hacia el borde del sueño, la voz de Owen o el sonido de su ira me sacaban de nuevo a la realidad. Sentía una mezcla de tristeza y pérdida, por el Owen que conocía y por la simplicidad de los días que nunca volverían.
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