Capítulo 17

1673 Words
8 de mayo de 2018 Querido diario, Hablar ayer con Owen me ha mantenido despierta toda la noche. No sabía qué querían decir sus palabras o si siquiera eran ciertas. Me revolvía en la cama, cada pensamiento era un eco de sus palabras, cada silencio, una pregunta sin respuesta. Decidí llamar a mi mamá hoy para que me explique qué estaba pasando. Necesitaba claridad, algo de verdad entre todas estas emociones turbulentas. Owen me había dejado claro en su última carta que había encontrado a su compañera, que no era yo. Y ahora sale con que sí soy su compañera, no entiendo. ¿Era todo un malentendido? ¿Una mentira? Cada posibilidad abría un nuevo abismo de dudas. Y si es así, ¿qué haré? A pesar de estar con Jackson, mi corazón no ha dejado de latir por Owen. Jackson es increíble, me ha dado tanto cariño y estabilidad, pero Owen... Owen es como una llama que nunca se apaga, un susurro constante en lo más profundo de mi ser. Maldita sea. Con cariño, Grace. Grace —Hola mamá, necesitamos hablar, —le dije, mi voz firme pero temblorosa, revelando la tormenta de emociones que se agitaba en mi interior. —Si, lo sé cariño, —respondió ella con una voz que llevaba un peso de tristeza y conocimiento. —Dan ya me ha hablado. Cariño, yo... —Entonces, ¿es cierto? ¿Soy la compañera de Owen? —interrumpí, incapaz de contener la confusión y ansiedad que me consumían. Mi corazón latía con fuerza, cada golpe resonando en mis oídos como un tambor distante. —Grace, cariño, escucha... —intentó mamá, pero sus palabras se disolvían antes de llegar a mí, ahogadas por mi necesidad de saber la verdad. —¿Soy o no la compañera de Owen? —Volví a preguntar, mi voz elevándose en un crescendo de desesperación. —Sí, —dijo ella finalmente, su voz cargada de resignación y tristeza. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas, como ríos de dolor y alivio mezclados. Sentí un dolor agudo en el pecho, como si mi corazón se rompiera y sanara al mismo tiempo. —Pero él... —mis palabras se atascaron en mi garganta, atrapadas por la incredulidad y el shock. —Descubrimos que Anya cambió las cartas, ella escribió la que te llegó... —mamá reveló con un tono teñido de tristeza y pesar. —¿Por qué? —Susurré, mi voz apenas audible, un hilo de agonía y confusión. —Ella estaba celosa, cariño, lo siento tanto... —Su voz se quebraba, reflejando su propio dolor. —¿Por qué no me lo dijiste antes? —Mi voz se rompió, las palabras emergiendo entre sollozos, cortadas por el dolor y la traición que sentía. —Es que tú estabas con Jackson y creí que tal vez podrías hacer una vida normal, sin la complicación de lo que implica pertenecer a una manada o ser Luna... —Respondió ella, su voz llena de una mezcla de esperanza y desesperación. —Merecía saberlo, mamá. Yo solo... merecía saberlo, —dije finalmente, mi voz un susurro ahogado por las lágrimas. Corté la llamada, dejando el teléfono caer con un sonido sordo junto a la cama. Me acurruqué en la cama, abrazando mis rodillas con fuerza, como si pudiera contener el torbellino de emociones que me consumían. Las lágrimas seguían cayendo, cada una cargada de la verdad oculta y las posibilidades perdidas. La habitación se sentía fría y vacía, un reflejo de la soledad y confusión que anidaban en mi corazón. Cuando las lágrimas dejaron de caer, una determinación firme se apoderó de mí. Marqué el número de Dan y, mientras esperaba a que contestara, sentí cómo la ansiedad se enredaba en mi estómago. —Peque, —respondió Dan con una voz que sonaba cargada de pesar. —¿Tú lo sabías? —le pregunté, mi voz temblorosa pero firme. —Sí, —vino su suspiro de resignación, como si con él se desprendiera un peso. —Pásame con él, —dije, apretando los dientes, intentando contener las emociones que amenazaban con desbordarse de nuevo. —Peque, yo... —comenzó Dan, pero no tenía paciencia para excusas. —Nada de lo que digas será suficiente para que deje de sentir como toda mi familia me ha traicionado, —le respondí con dureza. —Pásale el teléfono a Owen. A través del teléfono, lo escuché maldecir, seguido de una caminata corta y el sonido de golpes en una puerta. —Owen, Grace quiere hablar contigo, —dijo Dan, su voz ahora distante. —¿De verdad? —La emoción en la voz de Owen era palpable, y mi corazón se retorcía en dolor. —Sí, toma, —escuché a Dan retirarse. —Grace... peque... —la voz de Owen era un torbellino de nerviosismo y esperanza. —Owen, no sé qué hacer, —las palabras se me escapaban entre sollozos. —No llores, peque, resolveremos esto juntos, —su voz estaba teñida de ternura, pero cada palabra era una daga en mi ya herido corazón. —No puedo hacer esto, Owen. Jackson... —Al mencionar su nombre, un gruñido bajo se escapó de Owen. —Él no es tu compañero, Grace. Yo lo soy, y en poco tiempo volveré para ocupar mi lugar en la manada y para estar contigo... —No, Owen, no voy a romperle el corazón a alguien que ha estado ahí para mí todo este tiempo. Tuviste tu oportunidad y no la aprovechaste... —Las palabras salieron de mí como un río desbordado. —Pero, peque, yo no escribí esa carta, —insistió él. —Pero tampoco escribiste más, tampoco me buscaste cuando dejé de escribirte... —las palabras se ahogaron en un sollozo. Mi corazón estaba dividido, cada mitad tirando en una dirección diferente, dejándome en un abismo de incertidumbre y dolor. La respiración de Owen se hizo pesada al otro lado de la línea, como si estuviera luchando por mantenerse en calma. —Grace, por favor, piénsalo bien. Haré lo que sea necesario para arreglar las cosas entre nosotros, —dijo, su voz cargada de una determinación que resonaba a través del teléfono. —Owen, no es tan simple, —respondí, mi voz temblorosa por la tormenta de emociones que me asolaba. —No puedo simplemente... Jackson ha sido mi roca, mi constante en un mundo que parece estar siempre cambiando. —Lo sé, peque, lo sé. Pero no podemos ignorar lo que somos el uno para el otro. Estoy dispuesto a todo para recuperarte, para demostrarte que tú y yo... que somos verdaderos compañeros, —dijo Owen, su voz ahora un susurro urgente. Las lágrimas volvieron a mi rostro, cada una mezclada de dolor y amor, de lealtad y deseo. —No es justo, Owen. No es justo para ninguno de los tres. Estoy destruida por dentro, sintiendo que tengo que elegir. —Pero tienes que elegir, Grace. No por mí, ni por Jackson, sino por ti misma. Tienes que decidir qué es lo mejor para ti, cuál es tu camino, —insistió Owen con suavidad. —No sé si puedo, —susurré, sintiendo una oleada de desesperanza. —No sé si tengo la fuerza para hacer eso. —Te conozco, Grace. Eres más fuerte de lo que piensas. Y pase lo que pase, estaré aquí, esperando, —dijo Owen, y su voz era un faro en la oscuridad de mi confusión. —Te necesito... pero también necesito tiempo para pensar, para... para entender lo que realmente quiero, —dije, mi voz apenas audible. —Querida Grace, —comenzó Owen, su voz temblorosa pero clara a través del teléfono. —Hay algo que necesito decirte porque ya no puedo retenerlo más. Tú, mi peque, eres mi compañera, lo presentí el día que te conocí, y con Tyr ahora despierto lo pude confirmar. —¿Qué estás diciendo? —interrumpí, confundida y abrumada. —Eso era lo que decía la carta que yo escribí, Grace. La que nunca recibiste, —dijo Owen, su voz cargada de una mezcla de esperanza y dolor. Siguió recitando, cada palabra un eco de su corazón. —Sé que es mucho para procesar, y sé que tal vez no me creas. Pero ese beso lo cambió todo para mí, no puedo ni quiero perder más tiempo del que ya estamos perdiendo por estar separados. Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos nuevamente, cada palabra de Owen abriendo un nuevo espacio en mi corazón. —Te quiero Grace, y cuando cumplas los 18 y el vínculo se instale entre nosotros lo entenderás. Espero que no creas que soy cobarde por escribirte en vez de decírtelo en persona. Te quiero, te quiero, te quiero. Con amor, Owen. Su voz se quebró al final, y un silencio cargado de emociones nos envolvió. —Owen, yo... —no sabía qué decir, las palabras se perdían en un mar de lágrimas y sentimientos. —Te quiero tanto, Grace. Te extraño cada día, cada momento. Te necesito, —continuó él, su voz un susurro roto. —Y lamento todo el dolor que esto ha causado, lamento cada lágrima que has derramado por mi culpa. Mis sollozos se hicieron más fuertes, resonando en el silencio de mi habitación. Cada palabra de Owen era un recordatorio de lo que podría haber sido, de lo que aún podría ser, y de lo complicado que todo se había vuelto. —Owen, yo... no sé qué decir, —logré articular entre lágrimas. —Es... es mucho para asimilar. —Solo quería que supieras la verdad, mi amor, —dijo él suavemente. —Estaré en casa el fin de semana, —murmuré en el teléfono antes de pensarlo bien. Hubo un breve silencio al otro lado de la línea, como si Owen estuviera procesando mis palabras, sopesando su significado. Colgué el teléfono, abrazando mis rodillas con más fuerza. La habitación parecía girar a mi alrededor, cada recuerdo, cada palabra, cada sentimiento, colisionando en un torbellino de incertidumbre y amor no resuelto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD