Mirando hacia el futuro

1335 Words
Alicia estaba emocionada por la visita de sus amigas, quería decirles sobre las nuevas noticias. Hacía un par de días que no las veía y sentía que tenía mucho que contarles. En el horario de visita de esa tarde llegaron Isabel, Camila y Lisbeth, quienes corrieron a abrazarla en cuanto la vieron. – ¡Qué hermosa estás! –exclamó Lisbeth al verla. Hacía tiempo que ella no había podido ir a visitarla. – Y grande también –dijo Alicia acariciando su vientre. Todas rieron. – ¿Ya sabes qué es? –preguntó Camila emocionada. Alicia asintió con una sonrisa. – Es niño –les dijo y todas gritaron de emoción. – Shhh. Las enfermeras nos van a regañar –les recordó Isabel. Intentaron calmarse, pero estaban muy emocionadas. – Será nuestro primer ahijado –exclamó Camila con emoción. – ¿Cómo lo llamarás? –quiso saber Lisbeth mientras se acercaba a acariciarle el vientre. – Jonas –respondió sonriente. Isabel la observó seria, pero no dijo nada. – Es un bonito nombre –aseguró Lisbeth. Camila estuvo de acuerdo, pero Isabel continuó en silencio. Alicia sabía por qué Isabel cargaba esa cara. Ella le había contado años atrás, que ese era el nombre que Mark le quería poner a su hijo y seguramente después de todo lo que había pasado, Isabel no estuviese muy de acuerdo con que el niño llevara ese nombre, sin embargo, sabía que su amiga era incapaz de quejarse, solo callaría y respetaría su decisión aunque no lo considerara acertado. – ¿Qué dijo Anderson del nombre? –preguntó Isabel. Alicia les había contado todo lo que había vivido con ese hombre por eso todas creían que solo era cuestión de tiempo para que ella lo aceptara. – Le ha gustado mucho. Él… está muy feliz –dijo sonriente– de hecho… –se mordió el labio inferior aguantando su sonrisa mientras encontraba como decir aquello– él dice que es su hijo –confesó poniéndose roja de la vergüenza. – Ooooohhhh –las comenzaron a burlarse y hacerle bromas. Alicia comenzó a reír de los nervioso y se cubrió la cara con sus manos para ocultar lo terriblemente roja que estaba. – Eso quiere decir que vamos por buen camino –aseguró Lisbeth. Las chicas rieron. – Dime por favor que ya le dijiste que sí –le suplicó Camila ilusionada. – No. Aun no –respondió ella aún avergonzada. Se mordió el labio inferior una vez más mientras decidía como contar lo siguiente– pero pasó algo –confesó. – ¿Qué? –dijeron todas las unísono casi inmediatamente. Se echaron a reír otra vez. No podían evitarlo, estaban muy emocionadas. – Vamos, dinos de una vez –le pidió Lisbeth. – Ok… pues… en la última consulta que tuve –comenzó a decir Alicia– él me acompañó como siempre lo hace… y pues, ambos nos emocionamos cuando supimos que vamos a tener un niño… – VAMOS –remarcó Lisbeth levantando la ceja. Todas se echaron a reír y Alicia volvió a ponerse colorada. – ¿Y qué pasó? –insistió Camila llena de curiosidad. – Pues… nos besamos –soltó finalmente con timidez. – Ooooohhhhh –gritaron todas emocionadas. – SÍ estamos avanzando –afirmó Lisbeth con alegría. Las chicas pasaron toda la tarde riendo entre bromas y bromas. Alicia le encantaba pasar las tardes con ellas, siempre la ponían de buen humor. Hablaron de muchas cosas, pero Camila y Lisbeth tuvieron que retirarse antes, así que al final de la visita, solo quedaron Isabel y ella. – ¿Te puedo preguntar algo? –le dijo Isabel en un momento mientras permanecían recostadas en la cama comiendo fresas. Alicia la miró. – Sí. Claro que sí. – No quiero que te enfades o lo tomes a mal –Isabel lucía un tanto preocupada. – ¿Qué ocurre? – ¿Por qué decidiste llamar al niño Jonas? –preguntó finalmente observándola con el rostro serio. Alicia suspiró. – Sabes muy bien por qué. No tienes que preguntarlo –confesó con tristeza. – Debes olvidarte de Mark –le aconsejó– no puedes avanzar si sigues aferrándote al pasado. – Me gusta ese nombre. – Eso está bien, pero ambas sabemos que no es por eso que lo has querido llamar así. – Es su hijo y ya habíamos decidido que ese era el nombre que llevaría –respondió aguantando las ganas de llorar. – Pasamos todo el día feliz, no quiero hacerte llorar. Lo lamento. Olvidemos el tema –le dijo al ver sus ojos vidriosos. – No. No. Está bien. Sé que estás preocupada por mí… es solo que… es nuestro hijo –susurró. – Lo sé, pero Mark siguió adelante con su vida y tú también deberías hacerlo. Sé que aún lo quieres, pero creo que no debes mirar atrás, sobre todo cuando la vida te está dando una gran oportunidad. – ¿Te refieres a Anderson? – Sí. Creo que es un gran hombre –aseguró. Alicia asintió– él te quiere y quiere a tu hijo. No te niegues a que tu bebé crezca sin un padre solo porque tienes miedo de seguir andando –Alicia permaneció en silencio por un rato. – Lo pensaré –le aseguró. Isabel le sonrió y le dio un abrazo– ¿Te puedo pedir un favor? – Sí claro. ¿Qué necesitas? – Necesito que me consigas un libro. – Ok. ¿Cuál? – Las montañas de arena. – Sé cuál es. – Necesito leerlo una vez más para tomar mi decisión. – Está bien. No te juzgo –dijo con voz suave– al final es tu decisión y de nadie más. Sea cual sea, yo la respetaré –Alicia sonrió. Unos días después Isabel le llevó aquel libro que Alicia había pedido y apenas su amiga se fue, se puso a leerlo. Había olvidado lo bonito que era. Entendía perfectamente porqué Mark quería llamar a su bebé Jonas, pero al mismo tiempo pensaba en lo que Isabel le había dicho. Ella tenía razón, no podía quedarse en el pasado, debía avanzar por su niño, pero sentía tanto miedo. Alicia decidió no pensar mucho en el asunto por el momento y disfrutar del libro que estaba leyendo. En un momento le provocó leerlo en voz alta, pensó que sería bonito leérselo a su bebé y así lo hizo. Para su sorpresa, su niño parecía emocionarse con la historia. – ¿Te gusta? –le preguntó cuándo se movió la primera vez. El bebé se movió varias veces mientras ella leía. Alicia se dio cuenta que pateaba emocionado cada vez que ella decía el nombre de protagonista “Jonas”. Quiso confirmar su teoría leyendo la historia varias veces y en cada ocasión, su niño le demostró su alegría cuando ella leía aquel nombre. – Jonas, ¿ese es tu nombre verdad? –dijo curiosa a su bebé mientras acariciaba su vientre. Él se movió como afirmando a aquella pregunta. Alicia sintió que esa era la respuesta que andaba buscando. Su hijo quería llamarse Jonas, ella quería darle ese nombre y sabía que Mark también lo deseaba, así que no había más que pensar. Sin embargo, había otra cosa que también había decidido en ese proceso. Su hijo no podría crecer sin un padre. No podía privarlo de aquel amor. Isabel tenía razón, así que aunque llamaría a su hijo Jonas, dejaría a Mark y su vida con él completamente en el pasado. Ahora debía mirar solo hacia el futuro. Buscó su teléfono y marcó el número de Anderson. Este se sorprendió por la llamada, pero se emocionó de escucharla. Él siempre estaba feliz de hablar con ella, sin importar el tema. Hablaron unos minutos de cómo se sentía y sobre el bebé hasta que Alicia le confesó finalmente la razón por la que llamaba. – ¿De qué se trata cariño? –preguntó Anderson confundido. Ella suspiró nerviosa antes de continuar. – Acepto casarme contigo.
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