Compromiso

1416 Words
Anderson se había emocionado tanto por aquella respuesta afirmativa, que quería salir corriendo al hospital para abrazarla y besarla, pero ella le insistió que no lo hiciera, que lo esperaría al día siguiente para que pudiesen compartir y celebrar su compromiso de forma tranquila. Él aceptó y a la mañana siguiente, Alicia se estaba preparando para encontrarse con Anderson. Él le había prometido llegar al mediodía, pero aún faltaba una hora para eso, por lo que se estaba tomando su tiempo para prepararse. Su enorme barriga le impedía caminar o hacer cualquier tarea rápido, sin embargo, en medio de aquel proceso, algo captó su atención. Alicia creyó ver que la joven en la cama junto a la de ella se había movido. Aquella mujer llevaba varios meses en estado de coma, por lo que había sido una silenciosa compañera de habitación durante todo ese tiempo. Se quedó observándola durante unos segundos intentando asegurarse si el movimiento que había visto hacer a su mano había sido real o solo parte de su imaginación. – Creo que estoy alucinando –se dijo en voz alta tras un rato de observar a la mujer sin que hubiese algún cambio. Continuó con su labor y unos minutos después, Anderson llegó con una sonrisa y un ramo de tulipanes morados en las manos. Ella le sonrió al verlo y él se acercó para entregarle las flores y regalarle un dulce beso. – Me has hecho el hombre más feliz del mundo –aseguró. Alicia pudo ver como sus ojos brillaban con emoción y sintió que su corazón saltaba con alegría al pensar que había alguien que pudiese quererla de esa manera. Anderson le tendió el brazo para que ella se sujetara a él y salieron a caminar un rato por el hospital mientras hablaban de todo y de nada. Ella amaba tener esas conversaciones con él, la hacían olvidarse del mundo y simplemente, disfrutar del presente. – ¿A dónde vamos hoy? –preguntó Alicia mientras daban su paseo. Aún no se habían detenido en ninguna parte. – Tengo una sorpresa para ti –respondió con una sonrisa. – ¿Qué es? – Lo sabrás en cuanto lleguemos. Alicia estaba intrigada y emocionada al mismo tiempo. No tenía idea de qué estaba planeando su prometido, pero de algo si estaba segura y era que fuera como fuese, le iba a encantar. Ingresaron a una zona del hospital a la que no acostumbraban a ir, era un área más privada y restringida. Anderson le había comentado que aquella zona servía como lugar de descanso para el personal, ya que así como los pacientes necesitaban su tiempo para desestresarse y trabajar en su estabilidad metal y emocional, el personal también requería de ese espacio, no era nada fácil la labor que hacían. Alicia pensó en que Anderson era una maravillosa persona por pensar en todos esos detalles, pero en especial, por preocuparse tanto por los demás, pues así como los pacientes de la clínica como su personal recibían gran atención de su parte y eso la tenía maravillada, ya que creía cada una de esas acciones, no solo le demostraban que él era un gran hombre, sino que también le daba la seguridad que estaba haciendo lo correcto al dejarlo que se acercara a ella y a su bebé. – Aquí es –anunció Anderson con una gran sonrisa. Se había detenido afuera de una puerta que Alicia no sabía a donde llevaba. Estaba un poco nerviosa, pero al mismo tiempo, emocionada. Amaba las sorpresas. Anderson tomó el pomo de la puerta, lo giró y abrió para ingresar con Alicia tomada de la mano. El lugar estaba en completa oscuridad cuando entraron, así que ella aun no sabía de qué se trataba, pero su quijada cayó por la sorpresa cuando Anderson encendió la luz y pudo ver aquel lugar. Era tan son una habitación sencilla que habían desocupado para decorar con la idea de celebrar aquel momento especial. En medio del lugar había una bonita mesa con dos sillas y todo preparado para disfrutar de una comida. – Aquí almorzaremos –explicó Anderson tranquilamente mientras ella seguía viendo embobada todo el lugar. Aquel sitio estaba decorado completamente de color morado, su color favorito. Estaba lleno de globos, pero principalmente de tulipanes, también morados. Él ya sabía que esos eran especiales para ella. Los ojos de Alicia brillaban con emoción al ver aquella decoración. Era increíblemente hermosa y se sentía feliz al pensar que alguien había hecho algo así por ella, nunca nadie se había esmerado por regalare un momento como ese. Sus ojos se pusieron vidriosos de la emoción. Se sentía como niña ilusionada y no podía dejar de sonreír, pero su alegría creció aún más cuando al voltear a ver a Anderson, este se arrodilló frente a ella para luego sacar una pequeña cajita del interior de su chaqueta y mostrarle un precioso anillo con el que hizo aquella pregunta. – ¿Te casarías conmigo? –las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de Alicia, pero éstas eran de alegría. Sin dudarlo, asintió en respuesta a la pregunta. – Sí. Claro que sí –dijo emocionada. Él se levantó del piso para acercarse y darle un beso lleno de amor. Ambos sonrieron al separarse. Él sacó el anillo de la caja que tenía entre las manos y lo colocó en el dedo anular de ella, quien seguía sonriendo con emoción. El diamante de aquella joya era enorme, pero lo que más le llamó la atención a Alicia era que tenía algunos tonos morados que se reflejaban con el movimiento. Eso la hizo sonreír. Definitivamente Anderson era un hombre que prestaba atención a cada detalle. – Perfecto –exclamó él con alegría cuando colocó el anillo en el dedo de su prometida. Ella le sonrió– tenía que hacerlo bien –aseguró– no quería que nuestro compromiso pasara por debajo de la mesa. Sé que ya habías aceptado casarte conmigo, pero sentí que necesitaba hacer todo como era debido –explicó sonriendo– espero te gustado lo que hice porque no tuve mucho tiempo de organizar las cosas como quería. – Me encantó –afirmó ella– es mucho más de lo que habría esperado. Realmente me encantó –insistió con una enorme sonrisa. Tras aquel hermoso momento, Anderson le tendió la mano para ayudarla a sentarse a la mesa con él y pronto, alguien del personal de la cocina de la clínica se acercó para atenderlos. Después de la felicitación por su compromiso por parte del mesero, este procedió a servirles el almuerzo que Anderson había solicitado al chef. Se tomaron su tiempo para disfrutar de la comida y conversaron alegremente como siempre lo hacían. Un par de horas después, iban de regreso hacia la habitación de Alicia, ya que Anderson debía retirarse por temas de trabajo. – Sé que ya lo dije, pero no me cansaré de repetirlo. Me has hecho el hombre más feliz de este mundo –aseguró con una sonrisa. Alicia se sonrojó y él le regaló un nuevo beso– Te llamaré en la noche ¿ok? –ella asintió. Él le regaló un beso más en la frente y otro en su barriga. Alicia no pudo evitar soltar una pequeña risa ante la acción– Quiero que tú y nuestro bebé se cuídense mucho mientras no estoy. Ambos son muy importantes para mí –ella sonrió y asintió nuevamente– Los veré más tarde. Alicia se quedó de pie fuera de su habitación viendo como Anderson se alejaba. Se despidió una vez más con la mano mientras aún sonreía. Suspiró con alegría mientras pensaba en que nadie nunca la había amado de esa manera y se sentía muy bien. Estaba increíblemente feliz y su bebé también, pues se movía alegremente dentro de ella. – Tú también lo quieres ¿verdad? –preguntó a su niño que pateaba emocionado. Ella sonrió y tras otro suspiró lleno de ilusión, ingresó en su habitación. La sonrisa de Alicia se borró en cuanto entró. La sorpresa que le trajo lo que sus ojos estaban viendo, sustituyeron todas las emociones que había estado sintiendo. De todas las cosas que se le habría ocurrido que podría pasar ese día, esa era la que menos se hubiese llegado a imaginar. – Hola. Me llamo Lisa… Supongo que tú eres mi compañera de habitación –dijo con una cálida sonrisa aquella mujer que había pasado los últimos meses en estado de coma.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD