(Roma, Italia. 2006)
Mi prima que es mi mejor amiga en este mundo está de visita acá en mi casa al igual que casi todos los fines de semana, cosa que me encanta porque jugamos y nos la pasamos juntas. Ambas somos hijas únicas, entonces la una compensa a la hermana que nos hizo falta.
Mañana es el cumpleaños de ella y aún no sé qué regalarle, aunque estoy segura de que mis papás ya le deben haber comprado algo para mañana. Sin embargo, le voy a hacer así sea un dibujo y le escribo algo.
Hoy nos tocó ponernos a hacer tareas toda la tarde porque del colegio creen que no tenemos más vida, así que nos tocó quedarnos con las ganas de jugar y ya cuando terminamos, la idea era irnos a dormir, por lo que así lo hicimos… aunque yo tenía una carta de cumpleaños pendiente por hacer.
Me levanto silenciosa y pongo mis dotes artísticas al máximo a funcionar para darle un regalo especial. Hago un dibujo de un osito y le escribo “Feliz día, mi hermana hermosa. Atentamente, Francis”. Apenas la acabo me voy a acostar junto a ella y me quedo profundamente dormida porque ya estaba muy cansada.
Al otro día un grito de emoción de Nicolette me hace despertar de mal humor, pero apenas me acuerdo de que está de cumpleaños, me levanto de la cama y corro a buscar su regalo.
Cuando se lo entrego, pega otro grito alegre y me abraza con fuerza.
—¡Está muy lindoooo! ¡Gracias! —me dice sin levantar la vista del dibujo.
—Jajaja, que bueno que te gustó —contesto emocionada y nos volvemos a meter en la cama a ver un rato de dibujos animados en la televisión.
Nos volvemos a quedar dormidas, hasta que mi mamá nos levanta para que bajemos a desayunar y después nos tenemos que arreglar para su fiesta de cumpleaños, a la que vendrán nuestros amigos del colegio y familiares.
Nicolette se pone una camiseta blanca con muñequitos, una falda rosa, tenis rosados y un chaleco de jean azul, se ve linda y aunque es mayor que yo por unos cuantos meses, es un poco más baja y por eso mucha gente piensa que es la menor. Como la fiesta será acá en mi casa en el jardín trasero que es bien grande y podemos jugar, pues mi ropa combina con la de ella, aunque no me considero tan femenina a su lado, así que tengo una blusa rosa, un pantalón corto de jean azul y también tenis rosados, mi cabello dorado mi mamá me lo peina en una cola de caballo alta.
Ella tiene el cabello castaño, sus ojos cafés y su tono de piel es un poquito más oscuro que el mío, cosa que le envidio porque cuando yo me pongo al sol me vuelvo roja, en cambio ella sí se broncea. Nuestras mamás son hermanas italianas y por eso nos parecemos, pero mi tío político es brasilero y de ahí sacó mi prima los ojos, el color de piel y el del cabello.
Cuando empieza la fiesta, se nos olvida la existencia de los adultos porque todos los pequeños jugamos y tenemos nuestra forma especial de celebrar. De lo único que estamos pendientes es de cuando nos llamen a comer y a partir la torta.
Ricci (se lee como Richi) es nuestro amigo intenso del colegio, es el más cansón, gritón e hiperactivo, pero nos divierte demasiado y en esta ocasión no se queda atrás, por lo que está haciendo payasadas, imitando a actores y personajes famosos, mientras los demás debemos adivinar los nombres.
—¡Vengan a partir la torta! —grita mi mamá y todos nos levantamos del piso como si una cuerda nos jalara.
Nos acomodamos todos alrededor de la mesa y mi tía se aparece con una gran torta de chocolate que tiene una sirena y decoración de mar en ella. Mi prima se emociona mucho al verla porque esa temática le encanta y por eso fue que mi dibujo de regalo fue una sirena llena de burbujas alrededor.
Estiro el dedo para robarme un poco de crema de chocolate, pero mi mamá me da una palmada suave, me frunce el ceño y suelto una risita que tapo con mi mano.
—Bueno, ya que todos están con ganas de comer torta— dice mi mamá y me mira con los ojos entrecerrados —Vamos a cantar primero.
Mi tía prende las diez velas de la torta y le da un beso en la frente a la cumpleañera.
Empieza a sonar una música de fondo y después todos empezamos a cantarle el cumpleaños.
Tanti auguri a te (Feliz cumpleaños a ti)
Tanti auguri a te (Feliz cumpleaños a ti)
Tanti auguri Nicolette (Feliz cumpleaños Nocolette)
¡E la torta a me! (¡Y la torta para mí!)
El resto de la tarde la pasamos entre más juegos y comida, hasta que llegó la noche y todos se empezaron a ir. Mis tíos querían llevarse a mi prima para la casa, pero les pedimos que la dejaran quedar esta noche también y mañana vinieran a recogerla, la ventaja es que accedían fácil a nuestro deseo porque saben lo mucho que nos queremos y que nos encanta estar juntas.
En la mañana del domingo, aprovechamos para jugar un rato, antes de que lleguen mis tíos a recogerla. Quisimos jugar a las doctoras porque le regalaron un set de cirugía y estábamos ansiosas por estrenarlo.
—¿Cómo te vas a llamar esta vez?— me pregunta Nicolette.
—Seré la Doctora Angélica— digo segura y ella frunce el ceño.
—Ay, Francis, siempre escoges el mismo nombre— infla los cachetes. —Mmm pues yo será la Doctora Clarissa— sonríe.
Ella siempre escoge un nombre diferente cuando jugamos y por eso le incomoda que yo siempre escoja el mismo, pero no es mi culpa que me guste tanto.
Mi cama es la camilla de cirugía, ponemos la lámpara de mi mesa de noche alumbrando al paciente, nos ponemos unas camisas blancas de mi mamá como si fueran batas, agarramos nuestro cabello y nos disponemos a operar.
Mi mamá pasa cerca a la puerta y la alcanzo a escuchar reírse un poco al vernos jugar de esta forma, pero nosotras seguimos serias y concentradas en nuestra labor. De repente se me ocurre preguntarle.
—Oye, Nicolette— llamo la atención de mi prima y ella me mira. —¿Qué se siente cumplir diez años?— le pregunto curiosa.
—La verdad yo no le veo ninguna diferencia a tener nueve— levanta los hombros —ya pronto cumplirás los diez y verás que no se siente nada raro.
—Mmm, bueno— volvemos la atención al paciente que estamos operando, el cual es un oso gigante de color rosa, con un corbatín blanco.
Cuando estamos por terminar la cirugía escuchamos a mis papás peleando y pues es algo que no me gusta cuando pasa, así que me voy caminando a cerrar la puerta para no oír nada, pero mi prima me detiene.
—Yo quiero saber qué está pasando— dice en un susurro y se hace junto a la puerta para escuchar mejor. Me hace una seña con la mano para que me acerque, yo niego, pero ella me vuelve a hacer la seña.
Camino sin hacer ruido y nos quedamos atentas intentando entender algo de lo que están diciendo porque están encerrados en su habitación.
—¿Anton Romano, pero cómo se te ocurre llegar a ese acuerdo con Julian Ferris?— pregunta mi mamá exaltada.
—¡Ay, Petra! Deja de ser tan dramática que nada va a pasar— contesta mi padre.
—¿Cómo quieres que no sea dramática si acabas de prometer que habrá boda dentro de 15 años si las cosas no salen como planeaste?
—Pues precisamente porque lo planeé es que sé que podré devolver perfectamente todo ese dinero y con ganancias incluidas en menos tiempo del que dije.
—Más te vale porque de verdad que eso es algo que no se hace… es que la conozco y sé que jamás estaría de acuerdo con algo así— dice mi mamá y con Nicolette nos miramos y subimos los hombros al tiempo que hacemos una mueca sin entender nada de lo que hablan.
—¡Pues no hay nada de qué preocuparse!— grita mi papá bravo y lo escuchamos que abre la puerta, así que nos escondemos detrás de la mía para que no nos vea. —¡Y si llegara a suceder, pues de malas! ¡Primero la familia!— grita mientras baja las escaleras y después escuchamos un golpe fuerte en la puerta principal.
Mi mamá no sale de su habitación y aunque nosotras dos no entendimos nada de la pelea, se nos quitaron completamente las ganas de seguir jugando, así que recogemos todo nuestro desorden, después nos acostamos en mi cama abrazadas y Nicolette me consuela cuando nota una silenciosas lágrimas bajar por mis mejillas.
—Tranquila, Francis… los adultos siempre pelean— la abrazo más fuerte.