Mientras estoy parada junto al altar, esperando a que mi prima entre con su hermoso vestido blanco, empiezo a detallar a los invitados. Mis padres se encuentran en la tercera banca a mano derecha y junto a ellos se encuentran los señores Ferris, quienes me miran de una forma extraña.
Desde que tengo uso de razón, le he escuchado a mi padre los nombres Julian y Regina Ferris, sin embargo, han sido muy pocas las ocasiones en las que los he visto y me causa especial curiosidad el que estén en el matrimonio de mi prima, pero lo peor es que parece que están más pendientes de mí que de cualquier otro.
Desvío la mirada y debo contener la risa que me produce el ver a Ricci tan nervioso. De repente empieza a sonar la marcha nupcial y al ver a mi prima, Nicolette, entrando cogida de gancho de mi tío, Ronaldo, me emociono demasiado. Se ve tan hermosa y cuando mi tío le hace la entrega a Ricci, no puedo evitar sonreír ampliamente porque tener a mis mejores amigos juntos, siendo una pareja tan bonita es algo muy especial, aunque no dejo de cruzar los dedos desde el primer día que están juntos esperando que nada vaya a suceder y se separen.
Empieza la ceremonia y más que ponerle atención al sacerdote, me dedico a mirar las caras de todos los invitados, mis tíos no dejan de llorar y sonreír al ver a su hija casándose, nuestros amigos de la universidad parece que se fueran a derretir de la ternura mirando a la pareja, el padrino que es el primo de Ricci, me guiña un ojo cada vez que nuestras miradas se cruzan, lo que me hace voltear los ojos y reírme disimuladamente porque entre nosotros hace un tiempo hubo algo, pero no prosperó, aunque él no pierde la oportunidad de coquetearme a ver si me vuelvo a meter en sus sábanas.
Cuando llega el momento de los votos matrimoniales, Nicolette se gira para entregarme el ramo de flores, la veo llorando emocionada, lo que me hace dar ganas de llorar a mí también, entonces como buena maña que tengo desde siempre, le saco la lengua para hacer el momento menos intenso, ella frunce el ceño y se gira riendo.
Dicen unos votos que cada uno preparó y suenan tan lindos y dulces que no puedo evitar soltar un “Awwwwn” después de que terminan, lo que ocasiona que todos los invitados suelten una carcajada por mi reacción, volteo la cara apenada y siento el calor subir por mis mejillas, pero la pena me dura poco.
—¡Perdón! ¿Acaso no son lindos? —digo en voz alta para que todos contesten y se vuelvan a reír. —Por favor, padre, siga, siga… ¿no los ve que están que se mueren por besarse? —le digo pícara al cura y este niega al tiempo que se ríe junto a todos los invitados.
Nicolette se tapa la cara avergonzada. El cura carraspea la garganta llamando la atención de todos y haciendo que dejen de reírse por mis comentarios.
—Que lo que ha unido Dios, no lo separe el hombre. Los declaro marido y mujer —dice este, me mira y asiente con una sonrisa. —Ahora sí, puedes besar a la novia.
Grito, silbo, salto feliz junto a ellos, mientras se dan su primer beso como esposos. Cuando se separan no me aguanto más y me lanzo a abrazarla antes que cualquier otro.
—¡Tú siempre con tus cosas! —me reprende mi prima, pero con una linda sonrisa en su rostro. Levanto los hombros.
En ese momento llegan mis tíos a abrazarla, así que aprovecho a abrazar a Ricci, quien me aprieta con fuerza y me dice al oído —La verdad es que sí me estaba muriendo de ganas por besarla —suelto una carcajada.
—Lo sé… Te conozco —le susurro y beso su mejilla.
Mientras todos felicitan a los nuevos esposos, yo camino un poco hacia la salida de la Iglesia en donde me encuentro con los Ferris y aunque no me acerco a saludarlos, sí hago un asentimiento con mi cabeza en señal de saludo, después me quedo viendo como mis padres, mis tíos y los padres de Ricci se demuestran todo el afecto que se tienen, cosa que nunca hacían.
Nicolette y Ricci, alquilaron un lugar de eventos que ofrece todo el paquete completo, por lo que la Iglesia y la ceremonia son en el mismo lugar, solamente es necesario caminar unos cuantos pasos y se llega a la zona de la celebración.
Apenas veo toda la decoración, se me cae la mandíbula, todo se ve tan elegante, refinado, hay unas lámparas extrañas que cuelgan del techo de una carpa grande, parecen bolas de estambre llenas de luces y otras parecen unas ramas con hojas colgando sobre una pista de baile de cuadros blancos y negros como si fueran una tablero de ajedrez. Las mesas están sobriamente decoradas con manteles y vajillas blancas, donde resalta un curioso centro de mesa de flores con una rama seca, dando un aspecto envejecido elegante a todo.
Los colores de la boda son el blanco y el n***o, por lo que mi vestido de dama de honor es n***o, pegado al cuerpo, con abertura sobre la pierna izquierda, con un pequeño velo que se alcanza a notar, tiene delgados tirantes negros y escote corazón. Llevo mi cabello rubio suelto con unas pocas ondas, maquillaje muy naturas que resalta mis ojos verdes.
Por ser la dama de honor de mi prima, entonces tengo un espacio al lado de los novios en su mesa, lo que me hace tener una panorámica perfecta de todos los invitados, pero al mismo tiempo debo soportar a Marco, que sigue de intenso guiñándome los ojos, ya me ha invitado a salir a bailar al menos unas cuatro veces… y eso que no ha empezado el momento del baile y el desorden en la fiesta.
Llega el momento del discursos y cuando me toca mi turno, como dama de honor, respiro profundo, me levanto de mi silla, tomo la copa de champaña en mi mano derecha y empiezo a hablar.
—Primero, agradezco a todos los que están acá presentes, por acompañar a esta linda pareja en su gran día —miro a los invitados y varios asienten. —Bueno, Nicolette, Ricci, no imaginan lo feliz que estoy por ver hasta donde llegó ese beso en el jardín de la casa de Massimo —. Mi prima y Ricci se ponen rojos, los invitados que conocen la historia se ríen y los que no la conocen sonríen extrañados. —Es increíble que después de eso ya han pasado cuatro años, tú ya eres una exitosa doctora, lo que me hace sentir muy orgullosa de ti y Ricci no se queda atrás, siendo un economista increíble, un excelente amigo y socio de locuras… todos ya conocen nuestro pequeño negocio de accesorios tecnológicos —comento obvia, restándole importancia a eso. —Hacen una pareja hermosa, son increíbles las vueltas que dio la vida para que mi prima y nuestro mejor amigo, del que nos burlábamos y huíamos en varias ocasiones, ahora están sentados, cogidos de la mano y dando el primer paso en esta nueva etapa de sus vidas, la cual espero esté llena de mucho amor, éxitos, metas alcanzadas como pareja. Ustedes siempre han estado para mí, dándome apoyo en mis propósitos, ayudándome a alcanzar metas y creo que también lo he estado para ustedes de forma independiente, pero desde ahora quiero decirles que estaré para la familia Conti Sousa, más que nunca. Así que, ¡Salud por los novios! —levanto la copa, todos responde con el mismo gesto.
—¡Salud! —se escucha al unísono y bebemos.
Quinta invitación a bailar y tocó aceptarle o no me lo quitaría de encima en toda la noche. Marco es un chico guapo, atlético y un poco hueco, pero es agradable para conversar y al menos me hace reír.
Empezamos a bailar y preciso cambian a una canción más romántica, por lo que me acerca un poco a su cuerpo, cosa que aprovecho para bailarle un poco sensual, porque sí soy un poco provocadora, aunque si se queda con las ganas, culpa mía no es… yo no soy la que anda insistente hace rato.
De repente mis ojos se posan con la mesa en la que se encuentran mis padres con los Ferris y todos me están mirando mal, como si estuviera haciendo algo malo, lo que me hace separar un poco de Marco y él se da cuenta.
—¿Tu padre sigue tan controlador y machista como siempre? —me pregunta acercándose a mi oreja para que lo escuche.
—Sabes cómo es, no sé para qué lo preguntas —levanto una ceja.
—¿Y así, todavía crees que cuando se retire te va a dejar la empresa al mando? —me pregunta levantando una ceja.
—Toda la vida me he esforzado para ser la mejor y demostrarle que soy capaz de eso y mucho más —le digo molesta, porque esta conversación no me está gustando. —¿Además que, si no es a mí, entonces a quién? ¿Se te olvida que soy su única hija? —me separo de él y me voy disgustada hasta la mesa donde están los cocteles y tomo uno de un solo sorbo.
Tomo otro coctel y antes de darle un sorbo, llega Nicolette y me lo arrebata de la mano, para después tomárselo de un solo sorbo.
—¡Ey, era mío! —le digo y ella sonriente me mira.
—Pues simplemente coge otro —voltea los ojos. —Cambia esa cara, diviértete como lo hacen los demás… mira que hasta tus padres están bailando —las dos los miramos extrañadas y ella se va apenas Ricci se acerca para seguir bailando con ella.
«¿Será que las bodas sacan los sentimientos ocultos, o simplemente son un evento para aparentar?», me quedo pensando, cuando siento que alguien se acerca a mí, por lo que volteo y me sorprendo al ver al señor Ferris.
—Francis, un gusto conocerte finalmente y saber que tienes una personalidad tan… refrescante —me extraña su comentario.
—Muchas gracias… —contesto con duda.
—Cuando sea tu boda, te verás muy hermosa.
—Jajaja, no señor, en mis planes no está casarme —le contesto riendo, pero su mirada me da intranquilidad.
—Eso, ya lo veremos. Permiso —se retira y me siento un poco incómoda con ese comentario.