Capítulo 2. El indicado.
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Nuestro beso fue apasionado, sentía su lengua acariciar la mía, y sus manos sujetar mis caderas, podía darme cuenta de su experiencia con las mujeres, me sujeté de su cuello y me dejé llevar sin preocuparme mucho por ofender a alguien.
Cuando nos separamos él se veía, aturdido. —Discúlpame, estoy actuando como un cretino.
—No me importa, en serio— dije aquello sin pensar, debí escucharlo y dejarlo ahí, pero no pude, volví a pegarme a sus labios y él no me rechazó.
Fue así que terminamos en un hotel, demasiado rápido, demasiado excitante como para negarse, estaba encendida como una fogata a media noche, quería tocarlo y que me tocara, quería tenerlo encima mío y ver ese espectáculo en el cual estaba segura de que él era un experto.
Él trataba de negar
