Bueno, a ver… ¿Cuántas probabilidades había de que algo así me sucediera? ¿Una de cien quizás? ¿Una de mil? No sé, lo que si sé es que la frase de mi amigo Marcos cobra todo sentido ahora y se repite una y otra vez en mi cabeza “¡No! ¡Es que a mi definitivamente me meo un mamut encima! ¡No puedo tener tan mala suerte!” En su momento me reía de él y decía que exageraba, pero ahora lo entiendo perfectamente, a lo que se refiere. Ahora mismo siento que la vida se ensaño conmigo y comenzando por el pelotuto* de Fabián y terminando con este encuentro de dos hermanos, todo me está saliendo mal. Tirarme al lago parece una buena opción, aunque puede que me enferme ya que a esta hora de la mañana todavía esta fresco, así que seria ayudarle a la mala suerte… Correr como una cobarde tampoco solucion