Todavía en la fiesta de celebración, el príncipe heredero continuaba bailando con Esther. La situación era un tanto incómoda, porque la diferencia de tamaño hacía difícil que el baile fuera mas parejo, ya que el príncipe debía bajar su cabeza e inclinar su postura, pero eso a él le importó muy poco, porque aprovechó para hablar con ella mientras veía de reojos como su medio hermano y el lord Calen ya habían entrado a la danza grupal. En ese instante, los dos parecían un par de hienas que vigilaban a su presa en la distancia, de una forma tan evidente que le causó gracia a Drystan.
—Su alteza… ¿está disfrutando de la celebración de luna llena? —pregunta el príncipe Drystan mientras se movía de un lado a otro con Esther sujetándola por la cintura.
—Apenas acabé de llegar, príncipe heredero
