Drystan no le importó y lo que hizo fue cargar a Esther con sumo cuidado llevándola a la habitación. Cuando llegó, Meredith le quitó sus vestiduras dejándola solamente con una batita blanca de seda que ella llevaba debajo del vestido, despojándola de su pantaloncillo. —¡Príncipe acomode las almohadas, todas agrúpelas en la cama para que Lady Esther se acueste! ¡¡No se quede ahí parado sin hacer nada!! —exclama Meredith porque Drystan estaba estático viendo como la doncella desvestía a la pelirroja. Él hizo a un lado el hecho que una omega le dio una orden, y con la mayor rapidez que pudo, escuchando a Esther quejarse levemente, comenzó a acomodar las almohadas y así la joven pudo acostarse con cuidado. Mientras todo eso ocurría arriba, Flor ya subía las escaleras para ayudar a Meredith