Cuando Esther llegó a su habitación, le pidió a Meredith que se marchara porque deseaba descansar un poco. En el instante que ella quedó sola, la joven se lanzó en la cama mientras se llevaba una de sus manos al pecho porque sentía como su corazón no dejaba de latir con fuerza, a causa del miedo e incertidumbre que sentía.
—Ese licántropo, el príncipe Drystan, sospecha de mí, lo sé, lo sé… pero es imposible porque el hechizo me cubre, se supone que huelo y tengo la presencia de una vampira para ellos —susurra Esther sintiendo mucho temor de lo que le fuera a ocurrir más adelante.
» ¿O quizás todo está en mi imaginación?, si, debe ser eso… todo debe ser parte de mi imaginación, fingiré hasta el final, no daré ni una pista para ellos que soy humana, si… eso haré —agrega la pelirroja tratan
