En el reino de Gavril, eran las primeras horas de la mañana cuando el rey Zander se levantó de la cama en donde estaba durmiendo acompañado por su bebé en el medio de él, y su esposa en el otro extremo. En el instante que él se levantó, Esther entreabrió sus ojos viendo primeramente a Arthur, seguidamente de su esposo quien ya estaba de pie colocándose su chaleco, después el cinto con su espada y por último sus botas. —¿Milord, a donde va con tanta premura? —pregunta Esther con un ojo abierto y otro cerrado, porque apenas estaba saliendo el sol desde la ventana. —Continúa durmiendo, esposa mía. Mas tarde vendré a buscarte con un carruaje. Por el momento yo debo ir con urgencia al castillo, tengo cosas que hacer y muchas cartas que escribir. —¿Escribirás muchas cartas? ¿Me buscarás un ca