Durante la noche de ese mismo día, el lord Zander decidió zarpar con Esther en uno de sus navíos, a una isla de su reino que él había escogido para estar dos días a solas con ella en privado. Él había dejado a sus consejeros a cargo sobre cualquier eventualidad, alegando que si ocurría alguna emergencia que requiriera su atención inmediata, le enviaran un cuervo con el mensaje para que él regresara al castillo a la prontitud posible. El navío donde se encontraban era pequeño, con una capacidad máxima de diez tripulantes, en donde el rey podía maniobrarlo a la perfección porque no era la primera vez que navegaba en uno de esos barcos compactos durante la noche. La brisa nocturna a su favor hinchaba las velas logrando que el viaje fuera mas rápido, mientras Esther sentada veía el mar que a h
