Minutos más tarde, Zander apareció sentándose al lado de Esther, quien al instante colocó una de sus manos sobre las piernas del rey. Él en ese instante solamente estaba vistiendo una camisa blanca de algodón manga larga típica del sur, y un pantalón oscuro con sus botas largas, pero a pesar de todo en su cinto llevaba su espada, al parecer ya estaba tan acostumbrado a tenerla consigo que nunca se la quitaba, eso era lo que quería pensar Esther, sin embargo la verdad era que el alfa nunca se confiaba, ya que si tenía algún enemigo oculto, ese sería el lugar perfecto para atacarlo, estando a solas en una isla apartado de todos, podía llegar por otro camino y tomarlos por sorpresa. Zander se hacía muchas ideas de lo que pudiera ocurrir porque si estaría en el lugar de su enemigo, él haría al