En la habitación, Esther ya estaba con su bata de dormir, pero, aunque se sentía cansada, ella se había traído esa espada de madera para seguir practicando lo que le habían enseñado, que era a desenvainar la espada y luego extenderla hacia el posible enemigo. La chica lo hacía una y otra vez moviéndose como su entrenadora Agnes le indicó, porque mañana no deseaba ser el hazmerreír otra vez con las niñas alfas. «Meredith avanzó muy rápido este primer día, quizás porque a pesar de todo ella es una licántropa, yo no puedo quedarme atrás porque después sospecharán que no soy una vampira, y no deseo causarle problemas a mi rey» piensa Esther extendiendo la espada, y luego volviéndola a envainar. Entonces, mientras ella hacia aquello, la puerta se abre mostrando a Zander quien luego de entrar