Ocho años después El pequeño Zander se encontraba pescando cerca de un arrecife en la isla de Dhara donde había vivido desde que tenía memoria. El niño era un excelente pescador, tanto que él mismo había creado su propia arma, que consistía en una vara de madera que él le colocó una punta filosa, que encontró de una espada rota. A veces el mar dejaba restos de armas en la orilla, por las guerras que siempre había a cada tanto. El pequeño tenía una vista y reflejos excepcionales, por eso cuando veía a un pescadito lo cogía al instante guardándolo en la cesta que ya estaba casi hasta el tope, tanto que algunos peces más escurridizos que todavía tenían rezagos de vida, se salían solo para que Zander los volviera a rematar y colocar en la cesta una vez más. —¡Zander! ¿ya pescaste lo suficie