Entró al restaurante y voy directo a su mesa, me siento frente suyo y ella me mira confundida, saco la carpeta y se la extiendo a ella. Robo su copa de vino y me la bebo mientras veo la sorpresa en sus ojos.
— Me enviaron a asesinarte – digo mirándola. – Peor te ofrezco un trato, hacemos como que si te mate, dejamos que tu rostro salga en la televisión y cuando mi plazo termine, te llevo con quien quiere tu cabeza – ella quiere hablar pero no la dejó. – Demirel, supongo que es una proxeneta y estás tras ella.
— Es imposible que estuvieras frente a ella sin morir.
— Soy atractivo ¿no lo crees? – le sonrió y ella pone los ojos en blanco. – Aceptas mi trato ¿o no? A final de cuentas quién ganará aquí soy yo y alguna de ustedes dos.
— Ni siquiera sé quién eres.
— Joder Morgan ¿quieres mi trato o no?
— Bien, prefiero no morir – me mira. – ¿Ahora qué?
— Termina de cenar, iremos a mi casa y te ayudaré a morir frente al mundo, después te llevas el premio mayor, tal vez una insignia o ser la famosa de Italia, no lo sé.
— ¿Por qué haces esto? ¿Qué ganas?
— Poder – le sonrió.
No solo quiero que mi nombre sea escuchado en todos lados, quiero poder y ese poder se toma a las malas, jugando de ambos bandos y manipulandolos a tu gusto. Morgan paga su cuenta, salimos del restaurante y le quitó las llaves de su auto, cuando llegamos al estacionamiento sacó una jeringa.
— No es nada personal – susurró a su oído cuando se la clavó en el cuello.
— No, por favor no – suplica. – Soy ex adicta.
— Y yo soy un adicto – besó su mejilla y le inyectó la heroína.
Se recarga sobre su auto, sintiendo como la droga corre por su sistema, sonrió mirándola, acarició su rostro, la chica es hermosa. Sacó mi navaja y le sacó el rastreador del brazo, la subo a su auto, desactivo el GPS y conduzco hasta mi departamento, dejando el auto en un callejón cerca del edificio. Morgan ya está más que drogada y por ende es dócil, entra conmigo sin rechistar, la dejó que vague por el departamento cuando voy al baño, sacó dos jeringas ambas con adrenalina ya que los hombres están inconscientes, se las inyectó en el cuello y sonrió cuando despiertan.
— No es hora de dormir princesas – están alterados y activos. – Diganme todo sobre Demirel.
— ¿Demirel?
— Lo quiero todo – digo y los dos miran detrás de mí.
— Ayudanos – susurra uno de ellos y me río.
— Nena, ven – tomó su mano y se sienta en el retrete. – Ella es la agente Morgan, FBI – los dos hombres me miran. – Ex adicta hasta hoy – palmeo su pierna. – Es una buena chica ¿verdad?
— Lo soy – dice con una sonrisa.
— Eso – los miró. – Hablen, con suerte puede que salga de está.
Demirel. Una proxeneta que antes solía tener a sus chicas en esquinas y clubes, pero hace un año que ella comenzó a ser exclusiva, entró al mercado n***o como clienta recurrente de niñas de 14 o 19 años, entre más joevenes eran mejor y no necesariamente las usaba para su negocio, sino para ella misma. Hasta que decidió convertirse en el contacto que piden por las chicas, que ser quien las compraba.
— ¿Algún cliente que se pueda enfadar si desaparece?
— No, ella solo se hace la importante, pero tiene buenos contactos – me mira. – Sugiero que si la matas, no pierdas los contactos.
— Buena idea – siento con la cabeza. – Morgan, tenemos que preparar como vas a morir, pero cuando estés más cuerda – le sonrió y la dejó ahí con ellos antes de cerrar la puerta del baño.
Voy al baño de mi habitación, me doy una larga ducha, sacó un cigarro y lo fumó mientras mi cabeza vaga a una sola chica, su anillo aún cuelga de mi cuello, es un recordatorio de mis errores, nada más eso. Katherine es solo una prueba de mis errores, de todo lo mal que hice y de que los sentimientos son solo un estorbo para este tipo de trabajo. La única mujer que realmente extraño es Katrina, es a ella a quien quiero, a nadie más.
A la mañana siguiente, despierto por el alboroto que se escucha en el baño, me levanto y cuando entró veo a Morgan cubierta de sangre y resintiendo los efectos de la abstinencia.
— ¿Qué hice? ¿Qué fue lo que hice?
Es lo que repite una y otra vez. Me preguntó cómo los mato, no hizo ruido o bueno también son las pastillas para dormir que uso las que me dejan inconsciente. Me pongo guantes y agarró mi cabello en una coleta, me acercó a ella y la sostengo.
— ¿Qué me hiciste?
— Te daré una dosis ahora, solo concéntrate – le digo. – Quítate la ropa, tienes que limpiarte.
Morgan lo hace, le ayudo con eso ya que sigue en un estado de shock. Lanzó su ropa con los hombres y la cargo para llevarla a mi habitación, entramos al baño y ahora yo me quito todo, me ensucio de sangre, entramos a la ducha y la baño. Está temblando, está pálida, los labios secos, signos de abstinencia. Salimos del baño y la ayudó a secarse, le doy una de mis playeras que apenas cubre su culo, ella se pone uno de mis boxer y me mira. Me suplica.
— Morgan, tienes que escucharme mi plazo acaba mañana, te daré lo que quieras, pero ayúdame.
— Lo haré, pero por favor dame algo.
Busca el punto débil de las personas y ataca ahí. No sabía que era ex adicta, pero el plan está funcionando igual. Le doy la jeringa y dejó que ella sola se lo ponga. Voy a la cocina, preparó mi desayuno y me tomó un par de MDEA, veo a Morgan salir y sentarse en el sofá. Sacó el teléfono que Danny me dio, un teléfono que no es rastreable y no sabrán de dónde vino la señal si lo uso, me acercó a Morgan y se lo doy.
— Marca el número de tu agente de confianza – ella marca el número y pongo un plato con comida frente a ella. Me devuelve el teléfono y ella comienza a comer.
— Morgan ¿dónde diablos estás? Te estoy buscando y…
— Morgan está bien, no te preocupes – respondo.
— ¿Quién eres y dónde está Morgan?
Tapó la bocina del teléfono y miró a Morgan.
— Más te vale dar la actuación de tu vida, preciosa – extiendo el teléfono y ella me mira.
— ¡Marcus! ¡Haz todo lo que te dicen! ¡No hagas ni muevas un puto dedo! ¡No quiero morir!
— Ya la escuchaste – digo alejándome de ella que volvió como si nada. – Ahora quiero que pongas 100 euros en una mochila y los dejes en la plaza, a mediodía, ella estará ahí – cortó la llamada y Morgan me está mirando. – ¿Qué?
— No vas a ir ¿para que pediste rescate?
— Para distraerlos – me acercó a ella. – Te dejaré una computadora, haz el plan con tu equipo de ir por Demirel mañana por la noche y que no sea una trampa.
— No lo será, a final de cuentas ya jodiste mi vida con la droga.
— Y no solo con la droga – le sonrió y me siento a su lado para ver lo que hará.
Pasa todo el día en comunicación con su equipo por medio de un programa que Katrina puso, los mensajes se borran al minuto de enviarlos, no se rastrea nada, perfecto para mí. Cuando veo que ya se le está pasando el efecto de la droga, sacó una bolsita de cocaína y dejó tres líneas sobre la mesa, puedo ver sus ojos y sus ansias, yo me acercó e inhaló la primera línea, Morgan quiere resistirse pero apenas me alejo yo, ella se pone de rodillas e inhala las dos líneas de la mesa.
— Eso es chiquita, te necesito alerta – le sonrió y ella me devuelve la sonrisa. Pobre estúpida. – ¿Qué te dijeron?
Morgan toma el control de la televisión y cuando la enciende en las noticias está su rostro como desaparecida y no saben dónde pueda estar, lo que es mejor es que no se dice nada de mí. Justo lo que necesito.
— Le dije que no llevara el dinero, que solo querías ponerle drama a esto.
— Bien hecho – le sonrió.
— Bueno – Morgan se pone frente a mí y se quita la ropa. – No hay nada que hacer y tú estás más caliente que mi café de las mañanas – se sube a mi regazo. – Quiero que me folles.
— Vaya agente del FBI eres – me río en su cara.
— Cállate, solo follame – comienza a restregarse en mi cuerpo. – Por favor.
¿Por qué no? A final de cuentas, la seguiré usando.
La cargó hasta la habitación, la dejó sobre mi cama y le abro las piernas, me quito la playera y me acercó a su boca, la besó con hambre. Muerdo y chupo sus labios, beso su cuello, chupo y lamo sus pezones, siento su piel caliente y como sus gemidos me dicen que está desesperada. Besó su vientre y poco a poco voy bajando hasta sentir el aroma de su sexo. Subo la mirada y la veo con los ojos cerrados y la espalda arqueada.
Pasó mis dedos sobre sus pliegues, está muy mojada, pasó mi lengua por sus labios, saboreo su humedad, siento como empieza a mover sus caderas pidiendo más y más. Chupo, lamó, escupo, meto mis dedos en su interior, mi lengua se concentra en su perla roja, escuchándola agonizar del placer, como enreda sus dedos en mi interior. Degusto su orgasmo, saboreo su néctar y sonrió cuando la veo agitada y con la pupila dilatada, extasiada con una sola droga.
Me recuesto a su lado y ella se sube en mí, sentir como me caliente y humedece es delicioso. Ella se mueve, yo sostengo sus caderas y comienzo a arremeter en su interior, nuestros gemidos se acompasan, cambiamos de posición y estar dentro de ella me está enloqueciendo. Quiero más. Nos corrimos más de una vez y no paramos en toda la noche.
Es la primera chica a la que follo sin pensar en Katherine, sin sentirla a ella. Morgan es la chica que borro a Katherine del sexo.
A la mañana siguiente, veo a Morgan con la sábana solo cubriendo su vientre, dejando sus pechos desnudos, sonrió y le levantó mirando las marcas que me dejó. Me doy una ducha y preparó el desayuno, cuando Morgan se levanta la veo acercarse a mí con una sonrisa me da un besó en los labios y se sienta, saco un par de MDEA me tomó las mías y veo como Morgan ya no se debate tanto en consumir la droga, solo lo hace y vuelve a su desayuno.
— Tenemos que deshacernos de la evidencia – digo mirándola. – Así que me ayudarás a deshacerme de ellos.
— Está bien – suspira y me mira. – ¿Qué harás cuando todo esto acabe?
— Yo no actuó sin tener ningún plan – le sonrió. – Ahora solo desayuna, tenemos que acabar con esto.
Voy a mi habitación, sacó guantes, mascarillas, goggles y botas, le doy un par de cada cosa a Morgan y nos equipamos, vamos al baño y vemos el desastre que dejó. Sacó los ácidos que tenía guardados y sacó una hacha.
— Woow, wooow, ¿qué mierda vas a hacer?
— Bueno el ácido deshace los cuerpos, pero viendo que son dos tipos grandes, debo cortarlos para que todo desaparezca.
— ¿Qué? – hizo cara de asco y le sonreí.
— ¿No se supone que eres agente del FBI?
— Más no asesina.
— Eres asesina con una placa – le doy el hacha. – Me ayudaras, porque tú los mataste antes de tiempo.
Sacó el primer cuerpo de la tina y le digo que me de el hacha, al menos el baño es lo suficientemente grande para que pueda cortar sus pedazos. Morgan se va un momento y cuando escucho que pone música y regresa solo me mira como si fuera obvio. No me preocupaba por lo que escucharan los vecinos, me era más fácil matarlos que tratar con ellos.
Después de que Morgan vomitara dos veces, comenzó a ayudarme a meter cada parte del cuerpo mutilado a la bañera, cuando acabe del primero sacamos el segundo y la curiosidad por saber cómo se siente pudo más con ella. Ella casi descuartiza al segundo tipo, yo termine de hacerlo y cuando termine de poner todo en la bañera fue Morgan quien comenzó a echar el ácido.
— Tienes que esperar y hacer esto por parte – dijo. – Si lo haces todo de golpe se tapará el drenaje y entonces sí que será difícil deshacerse de esto.
— Vaya, no lo había pensado.
— Por suerte me tenías – me sonrió.
Pasamos casi toda la tarde acabando con eso, cuando la hora ya estaba llegando nos dimos una ducha, y tímidamente me pidió si le daba una dosis de algo. Le di una jeringa y yo tomé sólo otro par de pastillas, cuando estaba lista comenzó a llamar a su equipo.
Subimos a un taxi y fuimos a la misma ubicación, tenía un arma lista para acabar con esto y según Morgan el lugar ya estaba rodeado. Cuando entre varios me miraron y miraron a la mujer que veía conmigo. Me planté frente a Demirel que estaba con tres chicas, entre ellas Trini.
— Aquí está la basura que querías – dije empujando a Morgan. – Era ex adicta, cosa que tu informe no decía, no lo sabía y bueno, se volvió una basura cuando la aguja entró en ella.
— Te dije que la quería muerta.
— La puedo matar ahora – la tome de los hombros y la puse de rodillas, Morgan solo me miraba, esperando el momento indicado. Saque el arma y sin que ninguna de las mujeres lo esperase, le dispare y Morgan cayó al piso. – Acabe el trabajo, dame el número.
— Vaya – sonrió y me miró. – Me sorprendes.
— Tenemos un trato Demirel, dame lo que quiero.
Demirel sacó una tarjeta y me entregó el número. Le sonreí y miré a los presentes que estaban casi fascinados con lo que hice.
— Les presento a Frederic, nuestro nuevo asesino – dijo Demirel.
— Y yo te presentó tu ruina – le quite el seguro a mi arma y le disparé en la cabeza.
Morgan se levantó, tenía un disparo en el hombro solamente, y le apuntó a todos, yo me acerque a cerrar la puerta.
— Demirel era una droga que solo los estaba haciendo dependientes a ella, yo les doy una droga que los haga adictos más no dependientes – marque un número y cuando escuche que tocaron a la puerta la abrí y mi chica pelirroja entró. – Les presento a Tania.
— Es la dominatrix de América – dijo uno de los presentes.
— Así es – me sonrió. – Gracias por la bienvenida Eric, les ofrezco salir de aquí, una limusina los espera y chicas, una camioneta las espera, ahora están conmigo. Hay un mundo que les espera aquí mismo en Italia.
Los presentes sabían quién era y la siguieron sin dudarlo, Tania se detuvo y me miró con una sonrisa y besó mi mejilla.
— Te estaré esperando en Tokio.
— Te veré ahí – le sonreí.
Cuando Tania se fue, Morgan dio la orden y su equipo llegó. Nadie vino por mí porque ella dijo que estaba de su lado.
Conocí a Tania cuando aún estaba de SWAT nuestra misión era ella, pero la deje ir como un favor, estuvimos en contacto mucho tiempo y cuando supo la noticia de que estaba en Italia vino a verme y formamos un plan.
— Los D’angelo tienen que ver que tus intenciones son echar raíces, así que comienza a ver negocios, en especial de moda, así vas a atraer a Marlene .
— Necesito que me traigas a dos hombres, uno es político y el otro es secretario – dije mirándola. – He seguido sus pasos y esos cabrones son corruptos.
— Los tendrás, los llevaré a tu departamento – suspiró. – Marlene es la única que sabe donde se reúne Demirel, tienes que hacer lo que sea para que te de la ubicación.
— Ya sé que haré, de eso no te preocupes, tú obtendrás lo que Demirel tiene en Italia y yo al bioquímico que joderá a Enzo.
— Perfecto – dijo emocionada. – Si todo sale bien en cuatro meses nos veremos en Tokio y es cuando te abro las puertas de América.
— Todo saldrá bien dulzura – le sonrió. – Ahora, manos a la obra.
Morgan me llevó a su oficina y me mantuvo ahí casi tres horas, cuando acabó todo me dijo que me llevaría a su casa. Cuando salí de su oficina pude ver todo lo que tenían, Morgan no habló de los presentes solo de Demirel, eso le conselleria un puesto más alto y el reconocimiento que quería.
— Todo era un plan para ti ¿verdad? – dijo Morgan cuando llegamos a su casa.
— Te dije que tenía un plan, lo que Demirel me pidiera era lo que estaba en el limbo y bueno, fuiste tú.
— ¿Qué pasaría si no fuera yo?
— Me las arreglaría para que todo saliera como lo planeaba – suspiró. – Morgan ve el lado bueno, tienes un gran caso, esto te dará mucho.
— Sí, pero ahora soy drogadicta de nuevo.
— Nadie tiene que saberlo, soy drogadicto pero manejo bien mi vida – saqué una bolsita de pastillas. – Esto es lo único que necesitas, solo dos pastillas, obliga a tu adicción a tomar tu rumbo no al revés.
— ¿Y si alguien sospecha?
— Te vi descuartizar un cuerpo hoy, creo que podrás callar a quien sea – le sonreí.
Morgan suspiró y tomó la bolsita de pastillas, la guardó y volvió a mirarme.
— ¿Qué sigue en tu plan?
— Joderle el negocio a D’angelo, después de iré de aquí – la mire. – Morgan sea lo que sea que pase por tu cabeza, no voy a estar contigo.
— Iidota, no es eso lo que pasa por mi cabeza – me miró. – Pero sabiendo que hicimos buen equipo, quisiera seguir contigo de cierto modo – extendió una tarjeta. – Lo que necesites, cuenta conmigo.
— ¿De verdad?
— Me agradas, me demostraste muchas cosas y hombre, si quisiera un criminal de mi lado serías tú.
Tome la tarjeta y mire su número personal y su nombre, guarde la tarjeta y la mire.
— Morgan Benner, soy Loky Nygard, mejor conocido como Eric – le sonreí. – Estaremos en contacto y cuando necesites algo de mí, puedes llamar – le deje mi número escrito.
— Lo tendré en cuenta – me sonrió. – Ahora largo, ya te llamaré cuando quiera follarte.
Con una simple sonrisa salí de su casa. Tengo al bioquímico, Tania tiene lo que quería y ella me dará el acceso a Irlanda, podría volver a Belfast siendo un contacto internacional del mercado n***o.