Las dos siguientes citas de aquella primera tarde transcurrieron con la misma normalidad, al igual que la cuarta, hasta que el médico planteó la cuestión de la confidencialidad y los derechos de los pacientes. —”¡Tengo ganas de llamar a la policía ahora mismo y hacer que le arresten! Tengo que tener en cuenta mi posición en la comunidad y mi reputación. No puedo permitirme el lujo de involucrarme en esquemas extranjeros dudosos”. —“Entiendo su reticencia, doctor, pero no creo que haya tenido la oportunidad de pensar completamente en esto. Se lo hemos i******o, y me disculpo por ello, pero nos enfrentamos a la limitación de tiempo. Sin embargo, sus pacientes moribundos tendrán la oportunidad de beneficiarse de este plan y por ello le estarán eternamente agradecidos”. —“Ustedes no son más
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