Cuando Young mostró su pasaporte al guardia de seguridad de la puerta principal, hizo una llamada telefónica y Wakefield vino a buscarle personalmente. —“Encantado de conocerle, señor Young”, le dijo extendiendo la mano, “por favor, acompáñeme”. “Promete que no te reirás cuando veas mi oficina. Voilá!” dijo sosteniendo la puerta abierta para que Young entrara primero. Era una habitación con caja de cuatro metros por cuatro metros. “Esta es la mejor habitación que podían darnos, bueno, no, eso no es del todo cierto, todas las habitaciones son iguales, pero la mía tiene la mejor vista… ves ese arbusto en el jardín, bueno, ninguno de los otros puede verlo tan claramente. Toma asiento”. Era un esfuerzo apilable de plástico, pero el de Wakefield era de madera. —”¿Qué te parece? Tétrico, ¿eh?