Capítulo 4 II Parte

1029 Words
Ni siquiera veinticuatro horas o un mes, era completamente imposible que sus heridas estuvieran sanas en un tiempo asi ¡Imposible! En el momento en que se fijo que en el lava platos habia una bolsa muy parecida a la transfusión de sangre que habia dejado a medias en el piso de arriba supo que esa noche tendría muchas más respuestas completamente fuera de lo “normal” y “posible” *** —Recibí dos disparos justo aquí —Charlotte señalo su pecho con los ojos bien abiertos —Apenas ha quedado una pequeña cicatriz ¿Y me estas diciendo que todo eso ha sucedido en cuestión de horas? —En efecto —Ya —Ella asintió y entonces agregó —Te vi en el suelo completamente al borde de la muerte, tenias una daga en tu pecho… ¿Cómo carajos estas con vida? Su mirada se traslado hacia el pecho de él cubierto por una camisa de satín azul eléctrico, se preguntaba si también tendría una cicatriz en el lugar en donde estaba su herida Erian pareció darse cuenta de su mirada y como si pudiera leer sus pensamientos sus manos volaron al borde de su camisa deslizándola por su torso y encima de sus hombros hasta dejar su pecho gloriosamente desnudo ante ella, Charlotte necesito de toda su fuerza de voluntad y ética para tener una expresión inescrutable en su rostro, una máscara sin emoción alguna y que no reflejaba en lo más mínimo lo que pensaba de su parcial estado de desnudez, toda su piel era perfecta, ni una sola marca o cicatriz… ¿Habría sido una alucinación? ¿Al final todo habia sido un sueño? —Me estoy volviendo loca —Gimió ella al tiempo que intentaba a apartar la vista de la gran fuente de distracción que tenia en frente No mentiría, varias veces desde que habia empezado a trabajar para Erian Belcan se llegó a preguntar que habría debajo de aquellos trajes de ejecutivo con los que asistía a la oficina, casi nunca lo veia pero cuando lo hacia empezaba a comprender los rumores y suspiros de las mujeres en todo el edificio. Siempre tuvo la sospecha de que debajo de aquellos trajes se ocultaba un cuerpo atlético, nada demasiado exagerado, espalda ancha y hombros redondos y grandes, abdomen tan marcado que Charlotte estaba segura de que podria lavar su calzones sin problemas y un pecho amplio, fuerte y tonificado sin parecerse a esos hombres que bien podrías tener más bubis que ella misma —Puedo asegurarte que no estas loca —Dijo él con tal convicción que ella quiso creerle y entonces agregó: — Si no hubiese sido por ti en este momento fuera un montón de cenizas esparcidas en el suelo de mi oficina, arriesgaste tu vida por salvarme, afortunadamente las balas salieron pero de todas formas no alcanzarías a llegar con vida a un hospital, tu futuro hubiese sido muy incierto luego de eso si yo no… —Él se detuvo abruptamente —¿Qué? —Ella frunció el ceño y espero a que terminara lo que sea que habia estado a punto de decir Erian miró a la mujer en frente de ella ¿En serio estaba a punto de contarle su secreto a su secretaria? Una humana aunque no cualquier humana, no podía leer su mente y mucho menos borrar sus recuerdos, tampoco podía dejar que su hermano o cualquier otro inmortal lo hiciera, si su sospecha y la de Matt eran ciertas Charlotte podría ser la mujer destinada para él, su alma gemela, su compañera del alma. Aquel hecho hizo que le diera la espalda para que ella no pudiera ver la emoción que seguro reflejarían sus ojos, algo inusual pues en sus seiscientos años de vida habia aprendido a canalizar muy bien sus emociones y pensamientos, con el paso de los siglo perfecciono su máscara de póker mejor que nadie pero en ese momento no estaba seguro de poder conseguirlo, el hecho de haberla encontrado, de haberla tenido tanto tiempo debajo de su nariz, en su propia oficina… ¿Cómo no se habia dado cuenta antes? Lo peor era que estuvo a punto de perderla a manos de un mortal psicópata empeñado en destruirlo ¿Qué debia hacer? Estaba seguro de que no habrían nadie mejor que él para garantizar su bienestar por mucho tiempo por lo cual lo último que queria era que se marchara, tampoco podía pretender hacerla su rehén Erian se contuvo de hacer una mueca ante el pensamiento, Dios sabia que no tendría ninguna oportunidad con la mujer si intentaba algo como eso y desde luego que no quería comprobar si el síndrome del Estocolmo realmente funcionaria en su caso. Por otro lado si Charlotte realmente era su compañera eso no significaba que caería rendida a sus brazos, muchos menos que aceptaría su naturaleza ¿Podría comprenderlo? Ya podía imaginársela dando un portazo antes de huir lejos de él —Pfff —Él suspiró y dijo: —Antes que nada necesito que me prometas que tendrás la menta abierta a lo que te voy a decir Charlotte alzo una delgada ceja antes de asentir en silencio, el ambiente en la prístina cocina se habia tornado un tanto misterioso lo cual no hizo mucho por disminuir su curiosidad en lo absoluto —Con ayuda de unos microorganismos encargados de reparar las células del cuerpo, cualquier daño por más mínimo que sea, gracia a ellos logre curar tus heridas de bala y esta sanaron más rápido de lo que creía sin ninguna complicación de por medio, aunque la verdad es primera vez que intento algo asi, y tenia dudas sobre si funcionaria de la manera correcta —Admitió él con un poco de pesar —Estos microorganismo solo existen y se reproducen en mi sangre, dentro de mi con ayuda en su mayoría de agentes externos, necesitan de… una buena alimentación, el combustible necesario para hacer su trabajo continuamente. —Oh, eso suena como la cura para mortalidad —Charlotte no pudo evitar sonreír, se suponía que obtendría una respuesta seria, no imagino que el exitoso empresario Erian Belcan tuviera una vena chistosa
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