Después de compartir su angustia con Kate y Sandra, Emma decidió regresar a casa. Aunque se sentía mareada debido a las emociones abrumadoras y los shots de tequila, no quería arruinar la celebración de compromiso que sus padres estaban organizado.
Kate, preocupada por su amiga, le ofreció que el chófer la llevara a casa para asegurarse de que llegara segura. Decidió que era mejor que no condujera en ese estado y Emma aceptó la amabilidad de Kate, de que su chófer la llevara a casa.
Con la cabeza apoyada en la ventanilla del automóvil, Emma observaba las luces de la ciudad mientras su mente luchaba por procesar todo lo que había sucedido.
Sentía un torbellino de emociones: incredulidad, tristeza, enojo. Se preguntaba cómo había llegado a encontrarse en medio de un matrimonio por conveniencia, y la forma en que Aiden la había hablado no hacía más que agregar una capa más de confusión y dolor.
Finalmente, llegaron a la imponente mansión de sus padres. Mientras se acercaba a la entrada, Emma trataba de componer su semblante y ocultar el cansancio y la tristeza que la embargaban, combinado con el efecto del alcohol que burbujeaba en su sistema.
Sabía que sus padres estaban ocupados preparándose para la cena de celebración y no quería añadir un peso adicional a sus preocupaciones.
Al entrar, Emma escuchó las voces lejanas de sus padres, dándoles órdenes a los empleados para asegurarse de que todo estuviera impecable para la cena de esa noche. Se acercó a ellos, tratando de mostrar una sonrisa forzada, en un intento por ocultar la poca sobriedad que tenía.
— ¡Emma, cariño! ¡Qué bueno que estás aquí! Estaba preocupada porque no alcanzaras a llegar a la cena. Hija, quiero que sepas que gradecemos que hayas aceptado las condiciones de los Berrycloth. Esta unión será beneficiosa para ambas familias. —La Sra. Kidman recibió a Emma con una sonrisa, dejando a su empleada que se encargara de los últimos preparativos.
— Sí, mamá, estoy comprometida con el acuerdo. Haré todo lo posible para que esto funcione. —respondió Emma asintiendo con su cabeza, haciendo su mayor esfuerzo porque no se le notara que no estaba en sus cinco sentidos.
— Sí, hija, has demostrado tu compromiso con nuestra familia y nuestros negocios. Estamos agradecidos por tu disposición. —El padre de Emma llegó hasta ellas con una sonrisa de oreja a oreja, se sentía muy orgulloso de su hija.
En ese momento, los padres de Emma se dieron cuenta de su presencia y notaron su expresión cansada con la apariencia fatigada.
— Emma, ¿estás bien? Te ves agotada. —preguntó de inmediato la madre de Emma y esta negó con su cabeza mientras mostraba una sonrisa fingida.
— Estoy bien, mamá. Solo ha sido un día intenso. Estoy emocionalmente agotada, pero haré todo lo posible para estar a la altura de las circunstancias. —Emma trataba de sonar convincente. —Iré a arreglarme para la cena.
Emma pasó por un lado de sus padres, pero en el siguiente segundo, un aroma inconfundible en el aire llegó hasta sus fosas nasales. Era el olor a alcohol que emanaba de Emma.
— Apreciamos tu esfuerzo, Emma. Solo recuerda que todo lo que hagas hoy reflejará a nuestra familia y a los Berrycloth. —la madre de Emma le habló con voz suave y le dio una fugaz mirada a Emmanuel, quien miraba a su hija con el ceño fruncido.
Sus padres intercambiaron una mirada de preocupación y fue Emmanuel Kidman quien la detuvo cuando estuvo por poner un solo pie en las escaleras.
— Emma, ¿has estado bebiendo? ¿En serio has arruinado la cena de celebración con tu comportamiento irresponsable? Serás la próxima Gerente General de Venus y unirá fuerza con la empresa de Adrien, ¿y tú decides embriagarte en esta reunión tan importante? —Emmanuel la reprendió al darse cuenta que su cara de agotamiento no era más que porque había estado bebiendo alcohol. —Hija, te hemos dado la responsabilidad de representar a nuestra familia en esta ocasión solemne y esperábamos que lo hicieras con respeto y sobre todo sobriedad.
Emma se detuvo en seco, cerró sus ojos con fuerza y tomó una gran bocanada de aire antes de voltear a dar la cara por aquel comportamiento de su parte, y sintiéndose avergonzada, se esforzó por explicar su condición y los motivos detrás de ello.
— Papá, no es lo que piensas. Me he reunido con Kate y Sandra, me encontraba en una situación emocionalmente abrumadora y acepté la amabilidad de mis amigas de compartir una bebida para calmarme. No quería conducir en este estado, solo me siento mareada, pero puedo asegurarte que la cena no será afectada por esto. Pronto se me pasará y estaré en plenas condiciones. —Emma no dijo más que la verdad, no ganaría nada inventando una excusa barata cuando era evidente que había estado bebiendo.
El señor Kidman miró a su hija con una mezcla de preocupación y molestia. Tenía el corazón partido entre querer entenderla y la responsabilidad de mantener las apariencias en la celebración.
— Cuando aceptaste la condición de Adrien, confiaba en que tomarías esto en serio. No quiero que tus acciones perjudiquen nuestro prestigio ni a los Berrycloth. Debes aprender a controlarte y ser más consciente de las consecuencias, ¿Cómo se te ocurre beber unos shots horas antes de la cena de celebración? —Emmanuel soltó un suspiro cansado y su esposa posó su mano en su espalda para que se tranquilizara.
— Querido, no es para tanto, Emma siempre ha sido responsable, no está arruinando nada. Si ella dice que estará en plenas condiciones es porque lo estará, ¿no es así? —la madre de Emma intervino haciendo un intento por calmar los ánimos.
Estaba consciente de que Emma había hecho mal, pero su esposo estaba siendo un poco dramático con el asunto, su hija nunca les había hecho pasar alguna vergüenza en público y esta vez no sería la excepción.
Además, la entendía, no era nada fácil tener que comprometerse de la noche a la mañana y no precisamente por amor.
— Lo estaré, mamá. —respondió Emma con una ligera sonrisa de agradecimiento.
— Hija, comprendemos que estés pasando por un momento difícil, pero debes tener en cuenta las responsabilidades y las expectativas que esta unión conlleva. No podemos permitir que tu bienestar emocional afecte nuestras relaciones comerciales y la reputación de nuestra familia, al menos no por ahora. —agregó la madre de Emma con un tono de voz suave que logró bajar la tensión en el ambiente.
— Lo sé y lamento profundamente si los he decepcionado. No quiero que piensen que no estoy comprometida con nuestras relaciones comerciales y con esta unión. Estoy pasando por un momento complicado, pero eso no justifica mi comportamiento. Lo siento.
— Esperamos que tomes esto en serio, Emma. No queremos que tus acciones arruinen la cena de celebración de esta noche. —dijo su padre más calmado.
— No lo arruinaré. —Sin esperar una respuesta, Emma siguió su camino, subiendo rápidamente las escaleras hasta perderse en su habitación, dejando a su padre preocupado y frustrado, mientras su esposa lo tranquilizaba asegurándole que todo saldría bien.
Emma cerró la puerta detrás de ella y se dejó caer sobre la cama, abrumada por la culpa y la tristeza.
En silencio, Emma prometió a sí misma que haría todo lo posible por controlar sus emociones y sus acciones. No dejaría que su dolor personal y la sensación de lo incierto afectara a los demás o comprometiera la celebración de ese día.
Aunque se sentía abatida, estaba decidida a asumir la responsabilidad de sus actos y demostrarle a su padre que podía comportarse de manera más madura y responsable, además de que esos shots que traía encima no la definían en lo absoluto.
Se prometió a sí misma que haría todo lo posible por cumplir con esas expectativas, aunque sentía que su corazón se desmoronaba lentamente.
Hasta ese momento se daba cuenta que perdería una parte de su vida complaciendo a los demás, mientras ella sería infeliz con aquel hombre.
Sin embargo, Emma se concentró en enmendar su error y demostrar que podía asumir su papel con la seriedad que sus padres y la situación requerían. Decidida a superar este obstáculo, se preparó para enfrentar la cena de celebración con determinación y compromiso.
Después de todo, era una Kidman.