Miguel apretó los músculos de la mandíbula con frustración. —Encontraré una manera de protegerla —dijo con determinación. Mercedes decidió no discutir más. Podía ver el cansancio en los ojos de Miguel. —Está bien, no voy a pelear con usted. Vamos a que descanse, mientras tanto, prepararé un caldo para que recupere fuerzas —propuso ella. Miguel la contempló con ternura. —No voy a discutir tampoco, pero necesitaré su ayuda para quitarme la camisa. Quiero ducharme. Mercedes separó los labios, conteniendo un jadeo nervioso, y tragó saliva. "¿Acaso también querrá que lo desvista?" se preguntó en silencio, mordiéndose el labio inferior para no reírse. Estaba nerviosa, pero también emocionada por la complicidad que compartían en ese momento. —Vamos —dijo finalmente, con una sonrisa cómpli