Carlos se encontraba en una importante reunión con socios cafeteros, había pedido que no lo interrumpieran en ninguna circunstancia. —Señor... —la asistente entró, visiblemente nerviosa. Carlos levantó los párpados, mirando fijamente a la chica. —¿Qué pasa? —Es su mamá al teléfono, suena angustiada. Carlos soltó un suspiro exasperado. —Pasa la llamada a mi oficina —ordenó, poniéndose de pie—. Les pido unos minutos de su tiempo —solicitó a las personas presentes en la reunión. —Claro —contestó el hombre de mayor edad. Carlos se dirigió rápidamente a su impecable oficina y descolgó el teléfono. —¿Qué ocurre, mamá? ¡Estoy en una reunión! —Solo te importa el trabajo, ¿verdad? ¿Sabes algo de tu papá? Carlos frunció el ceño, palideciendo. —No, no lo he visto hoy, ¿por qué? —¡Imbécil