Miro el anillo en mi dedo sin creerme que desde hace cuatro días estoy comprometida. Trago en seco porque esto se siente demasiado hasta para mí. Estoy en mi habitación y Cindy, la chica del servicio, entra destilando odio mientras recoge la ropa sucia para llevársela. Sus ojos caen en el costoso anillo que porta mi dedo y aprieta los labios para luego salir de la habitación cerrando la puerta. Yo en cambio dejo de mirar el anillo para luego terminar de editar la última foto que me faltaba quedando muy a gusto con el resultado final. Mis dedos se deslizan hasta que busco la carpeta que le oculto a todo el mundo, cuando la abro suspiro abriendo una de las fotos, en ella me encuentro el rostro relajado de Harry cuando estaba sentado. Mis ojos ni se casan de detallar su atractivo y no sé por