Capítulo 1: Heridas Imborrables (Parte 2)

1242 Words
Vilen tiene sus momentos adorables. Me sostienen fuerte del brazo y me enfurezco. «Respira Joa, calma, primero gírate». Al voltearme estaba Iván, con su mandíbula apretada y furioso. Mis ojos se desvían hacia su toque y levanto el brazo. —No vuelvas a tocarme —con los dientes apretado amenazo—. Soy mujer y puede que ante tus ojos débil, pero… —¿Pero qué? —su voz ronca burlándose. —Te equivocas —me acerco con su mano en mi agarre y nuestros rostros pegados—, soy una tormenta eléctrica y no me rindo jamás. En sus ojos puedo ver asombro, en medio de esa seriedad, atisbo una leve sonrisa y relamió sus labios desviando la mirada a mi boca. Es la primera vez que Iván Morózov, muestra interés en mí, siempre soy invisible y si hablaba era para hacerme quedar mal. —Espero no interrumpir —esa voz hace que mi cuerpo se estremezca de la cabeza a los pies y mi piel se eriza. La mirada de Iván se desvía de mis labios hacia el hombre interrumpiendo. Menos mal, porque mi rostro debe estar pálido, intento calmar mi cuerpo y rostro. No puede ser él y a la vez si deseo que sea. —¡Lárgate! Estamos ocupados —amenazó Iván al hombre. —Necesito probar esos platos y se encuentran en el medio —su tono burlón. Iván suelta mi brazo y necesitando ver que estoy paranoica me giro hacia la voz. Intento disimular y respirar, pero es imposible. Las ganas que tengo de arrojarme en los brazos de Hernán Honnor, son inmensas. Lo tengo de pie a unos pasos, con un traje de vestir de cuadros azul y su chaqueta de piel negra. Su mirada se demora en mis piernas y siento que acaricia cada parte que sus ojos miran. Al llegar a mis ojos, me regala esa mirada de pícaro que tanto amo y me tiene hechizada. —¿Qué esperas para agarrar la comida y lárgate? —gruñó Iván. En eso se acercó mi tío y palmeó el hombro de Hernán. No puedo dejar de mirar el rostro de mi hombre, su barba y candado me atraen, quiero pasar mi mano por su rostro y cierro el puño. —Iván no seas grosero con mi cliente, es mi invitado especial. Le compraré joyería y Joanne, tendrá que escoger para mi hija algo único. La satisfacción en el rostro de Hernán es de engreído y sus ojos retan a Iván. Los miro a ambos y no me gusta la bomba que pueden llegar a detonar estos dos. —¿Es su sobrina? —me apuntó Hernán y mi tío asintió—. ¡Es hermosa!, sin faltar el respeto. Recuerdo cuando al frente de Borya, soltó esas palabras y mi corazón dio una voltereta emocionado. —Tranquilo, pero que no te engañe. Es un peligro mi sobrina —el adorado tío me desacredita y sonrío falsamente. —Puedo irme para que continúen hablando de mí. Soy agarrada por Iván, puedo ver la mirada de Hernán en mi brazo y pido que esto no se joda. Necesito encontrar a Akin, y que me diga que no me he vuelto loca. —Necesito hablar con ella urgente, disculpas —me llevó arrastrada y pasamos las mesas. Fui llevada hacia el camino de piedra y quedando retirada de todos. Vuelvo y miro mi brazo, resopla y me soltó. —¡Eres un maldito enigma! —gruñó y no encuentro mi voz. Estoy aturdida, Hernán vino por mí y temo por él. Es lo que deseaba, pero teniendo tantos lobos cerca, por ejemplo: él que me mira penetrante en este instante. —Puedo irme, necesito buscar a mi hermano —dije aturdida. —¿Por qué te has puesto nerviosa? —¡Estoy bien, por Dios! —lo miro enojada. —Será por nuestra cercanía, te puso así —me atrajo por la cintura y enseguida miro alrededor sintiendo la mirada de mi hombre quemando—. Si no hubiera aparecido aquel ken, te hubiera besado esa boca peleona —sus ojos brillosos extasiados. No entiendo del odio al amor y a besarme. —Joa, te he buscado por todos lados. ¡Joder, ven! —La voz de Akin me salva. Mi hermano me aleja de un muy molesto Iván, y vamos casi corriendo. La mirada de Iván me siguió y lo ignoré. —Nunca había deseado tanto verte —dije agarrando mi pecho. —He visto todo el espectáculo y debo decirte que si no te buscaba Jujitsu, jodería todo. —Sabías que él vendría, por eso tanto empeño en ponerme bella. —Sospechaba, Alexei mencionó los otros días que el cliente de joyería era Davies, y recordé lo que me contaste. —¿Por qué no me dijiste? —golpeo su brazo. —Querida y si no era él. Te he visto fingir que no te afecta saber de él y si te metía cosas en la cabeza y eran nada. No me hubiera perdonado —besó mi frente. —Tengo miedo de Iván y Hernán, son dos bombas con el tiempo corriendo. —Por ahora soltarás tu propia bomba, ¿preparada? —palmeó mi mano y asiento. Caminamos por las mesas, olvidé todo y respire profundo. Llegamos al frente de la orquesta y Akin habló con uno de ellos. Rápido le tendió el micrófono y sus ojos me observaron, asentí. —¡Buenas noches, a todos! Quiero dejarlos con la hermosa Joanne a cargo —alargó la mano en mi dirección y caminé con los nervios a flor de piel. Las personas se detienen en sus charlas y todos los ojos fijos en mí. Los nervios se apoderan de mi cuerpo y sostengo el micrófono temblando. Recorro la mirada por la terraza y puedo ver a Hernán al lado de Alexei. Su expresión seria me dice que no está para nada contento. Demoro viendo su hermoso rostro, loca por besarlo y relamo mis labios. Consigo la reacción que esperaba, ha sonreído de lado y eso me ha dado las fuerzas para seguir. Mi hermano me pasó la mano por el hombro y susurró en mi oído. —¡Maldita perra, reacciona! Todos te ven y se darán cuenta que comes a jota. —¡Disculpen, estoy nerviosa! —desvio la mirada y veo a Iván retirado con los brazos cruzados. Su molestía presente, sin poder evitarlo sonrío a medias hacia él y levantó sus hombros. —El motivo por el cuál estoy nerviosa al frente de todos —paso mi mano por mi frente y consigo que varias personas sonrían—. Quiero anunciar que aceptaré el apellido de mi padre y seré su sucesora. No quiero que me vean débil, les aseguro que Joanne Nóvikova, tiene muchos defectos, menos ese. Espero su apoyo y podamos seguir creciendo. Mi hermano trajo dos copas de vino y la sostuve en alto. Todos los presentes brindaron en mi honor, por supuesto mi tío no. Alexei se ve tenso, puedo ver su puño cerrado. Decido buscar la mirada de mi hombre y me doy cuenta que hay más de una persona descontenta por mi noticia. El rostro de Hernán es letal y la copa que tiene en mano la baja de cantazo sin desviar su mirada. Por eso se dice: cuando pasa el ojo de la tormenta todo está en calma y cuando se va viene la devastación.
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