Heriberto Intento desayunar sin peleas entre Harry, y Vic, sin embargo, es imposible. Apenas doy el primer bocado y espero por la batalla entre dos titanes. Estamos en el comedor de la casa de seguridad de mi tía, la mesa de la realeza y pues nada vacío se encuentra. Con todo el caos de Joa siendo llevada a Rusia, no hemos decidido donde establecernos. A veces dormimos en el castillo del abuelo (Harry, lo ama) y otras acá, por el taller de la banda Paths Meadows de armas. Ver a mi pequeña demonio ilusionada por ese trabajo de crear navajas y armas, vale oro. —Oye Harry, come la comida y deja de jugar —regañó a Harry mi pequeña demonio y mi hijo levanta los ojos azulados de la consola. Maldita sea, que su mirada es verme a mí y finjo toser para ocultar la risa que se me escapó. Soy golp