- Yo me retiro. – dijo el señor Miller. Alzó un último trago y lo bebió. – buenas noches, Samantha, buenas noches, Vlad. – se despidió al ponerse de pie y después se marchó. - Samantha, por favor, toma asiento. – habló Vlad con un tono de voz calmado pero potente. Observó una de las sillas vacías junto a él y se las enseñó. Samantha asintió, tenía un mal presentimiento que él estuviera ahí. Sus ojos reflejaban algún tipo de negocio por realizar y aquella mirada que Vlad te tenía lo confirmaba. Tomó la silla y esperó a que hablara. - ¿Quieres un trago? – preguntó. - Yo no bebo, señor Ferguson. – respondió ella confundida. - Créeme, lo vas a necesitar. – Vlad estiró sus labios y bebió. Dejó el vaso sobre la repisa, la miró y le dijo. – Samantha, yo te ayudé a que demostraras tu ino