- ¿A dónde fue mi esposa? – preguntó Vlad al no verla en el coche ni en los jardines. - Tomó un taxi y se marchó, señor Vlad. – respondió uno de los empleados. Vlad no dijo nada. Se montó en ella carro y se marchó a toda carrera. . . . . . . . . Samantha llegó a la mansión, había soportado y retenido las lágrimas para que su hijo no la vea llorar. Bajó del taxi y llevó a Matías al dormitorio. - ¿Papá va a venir hoy? – preguntó entristecido. Jamás había visto a Vlad actuar de esa manera. - Si. – respondió Samantha fingiendo estar bien. Besó su frente y le dijo. – es hora de dormir, descansa. Matías asintió, cerró los ojos obediente y Samantha pudo salir. Iba por los pasillos por algo de agua, pero alguien la sujetó del brazo y la presionó a un pecho tan duro como el cemento.
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