(Una semana después) Fueron siete días donde Samantha y Matías pasaron en convivencia de madre e hijo. Ella pudo conocerlo más de lo que imaginaba e incluso sintió que Matías tenía ciertos hábitos del propio Vlad que Dante, de él sólo había heredado sus ojos. La forma en la que organizaba algunos juguetes, las prendas y los horarios establecidos entre dormir y jugar eran de Vlad. Además, de saber los horarios de su madre cuando regresaba del trabajo. Samantha salió de la habitación y caminó hasta la sala. Se llevó una gran sorpresa cuando encontró a Vlad desayunando junto a su hijo. Decidió caminar hacia ellos y tomó asiento. Vlad tenía un semblante calmado y poco expresivo - Mamá, mira lo que me ha traído papá. – habló Matías encantado al mismo tiempo que dejaba ver un telescopio, d