PARTE 8

2907 Words
Daez Brhazo. En mi familia, desde niños aprendemos a reclamar lo nuestro y tomar aquello que se nos niega. Lo soporté durante tres malditos años, porque ambos éramos una gran tormenta y la palabra «Felicidad» se nos escapó de las manos. En ese entonces, era una batalla por ver cuál de los dos sangraba más. No estamos bien, eso lo sé. El mundo es una mierda y ahora más que nunca nuestro apellido nos pesa. Una alianza es frágil, justo como estos insectos que creen que pueden robar lo mío con un matrimonio no consentido, arderán en el infierno antes de verla en el altar con alguien que no sea yo. Prefiero amarrar las cadenas en sus manos, cadenas que para muchos es un anillo y borrar toda la basura que conllevan sus apellidos, y aunque se revuelquen con enojo, ella llevará mi apellido, ni Wilson, ni Freman «Brhazo» En esta mesa no hay nadie bueno o amable, Marcus es otro monstruo que prefiere arrastrar en el suelo a cualquiera antes de ver Joshua o a su sobrina ser presas de las circunstancias. Los Freman y los Brhazo, llevan una atracción magnética que es capaz de arrasar con todo y aquí se salva el que dispara primero. Busco sus ojos mientras come desesperada por levantarse de la incómoda atmósfera que nos rodea, Wesley posa sus manos en sus hombros tratando de acomodar los mechones platinados y ella lo aparta con desespero, me burlo de su intento de cubrir mis marcas en su cuello. ¡Vaya hombre que considera que puede robar lo que ya marque como mío! —¡Iré a los calabozos! —recoge la bandeja con el desayuno que le entregan. No disimulo el atisbo de disgusto, John Robinson, otro bastardo rondando lo mío. La mañana transcurre con la llegada de los primeros líderes, cinco horas donde se planea y se toman decisiones, Mikahail se ve contento al lado de Marcus y por la tarde, arriba kaleth Wilson junto a su familia y Peind Wilson. Quién lo diría, los tres pilares juntos. Dos días después llegan Daniel y compañía preguntando por la mujer que llevo días sin ver. Quiero ignorar el hecho de que se perdió durando dos días con John Robinson, mantengo el enojo sellado, prefiero serle indiferente al asunto y no parecer un desesperado, actuando con celos, demostrando lo patético que se ven estas acciones. Por otro lado, Wesley no disimula nada y cada día que pasa me burlo con descaro de su miserable vida. —¡No te enojes con ella! —habla Liz y sigo preguntándome por qué se pega a mí como un chicle. —¡No estoy enojado! —soy sincero. La conozco y aunque lo niegue sigue siendo débil ante los sentimientos ajenos. —Eso espero, espero que no te enojes con ella. —habla y empiezo a tomar en serio sus palabras. ¿Hay alguna razón por la cual deba enojarme? La madrugada llega y su aroma me avasalla desde la distancia. El campamento de la alianza está afuera y cada quien se mantiene en su lugar, algunos beben, bailan, otros solo disfrutan el ambiente, aun siendo de diferentes clanes la guerra cambia la manera de pensar. La veo caminar al lado de John y Ágata. Grey la arriba por detrás y la alegría tiñe sus pómulos al reencontrarse con su prima, a dos pasos está Mindi Wilson y es ella quien la abraza demostrando su afecto. Toman sitio cerca de la gran fogata que está encendida, presenta a John como si fuese uno de los nuestros. No tengo deseos de lidiar con los celos y prefiero descansar, llevo días planeando y contribuyendo a la causa y no he podido descansar. Me doy una ducha y salgo con un pantalón de dormir puesto. Abren la puerta sin tocar y el aroma de Romanó impregna la habitación. Se sonroja al verme el torso desnudo, mientras yo la ignoro. No estoy para insinuaciones y ella rodea la habitación con disimulo tomando sitio en la cama de madera. Termino de secar mi cabello con la toalla y me lanzó en la cama donde Natanael Liz ocupa la mitad de mi espacio. Tiene una mala costumbre de dormirse en mi habitación. —¡Lo siento! —habla Romanó. —Hable con ella sobre esto, pero no me escucha. —Acaricia los mechones de su hermana menor. No me importa la presencia de la niña, incluso admiro mucho sus dotes y es alguien fuerte en convicción y agradezco su ayuda ahuyentando a Rubí quien es otro dolor de cabeza. Hace poco empezó a copiar mis movimientos al entrenar y aprende rápido. —¡Por ahora soy su custodio! —le digo y ella, envés de irse, se recuesta del respaldo de la cama suspirando como si llevará días sin descanso. —¡Estoy cansada y estresada! —habla como si me importara sus problemas, tengo suficiente con los míos. Los gruñidos de Liz empiezan al igual que todas las noches, se estremece e intenta hundir su rostro en las sábanas, su hermana contrae la mirada triste e intenta tranquilizarla, pero la niña sigue temblando mientras la aparta con fuerza rogando «Que la deje» Me recuesto de lado pasando todo el peso al brazo que uso para alzar mi torso. —¡Ey, todos queremos dormir, cállate o tendrás que hacer el doble de entrenamiento mañana! —se detiene escuchando mi voz y de alguna manera se contrae volviéndose un ovillo en la cama abrazándose a sí misma. —¡Te envidio, a ti, a Luck, y a Clare! —habla cuando las lágrimas le mojan las mejillas. —Ella me odia, por qué nunca he podido apartar los fantasmas que tiene. —la envuelve en sus brazos y pasan dos segundos antes de que Liz se estire soltándose de su agarre. No soy propenso a indagar en la vida de los demás, pero el impulso me obliga a preguntar. —¿Qué le paso, quienes son los fantasmas? —no es la primera vez que escucho esos términos en ella. —¡La familia! —habla ella. —Somos Natanael. —se detiene tomando aire, —Luck se marchó cuando las exigencias iniciaron y yo… —las palabras se atoran. —¡Soy un fracaso como una Natanael! Pero ella, tenía dos años cuando despertó el don y la familia se encargó de no dejarla ir. Me cuenta todo lo que vivieron hasta que lograron escapar después de que la manada de los Morgan los atacará asesinando a toda su familia y aunque debería haberlos odiado por el genocidio, ella les agradece por haberles liberado. Me parece ridículo, el mundo no es para los débiles, pero incluso en estas circunstancias su familia debería agradecer haber muerto en manos de los Morgan y no en las mías. La mañana llega y lo primero que veo es a las dos mujeres acostadas en mi cama dejándome un espacio casi nulo, me estiró con el dolor en las articulaciones. Contesto la llamada de Mikahail que me saca de la cama con apuro. … … … … Clare Wilson. Las noticias vuelan y la base es un caos con la alerta de infiltración, veo a todos caminando y corriendo hechos un apuro y yo me apresuró a los calabozos dónde tomo las llaves y abro la celda dejando libre al capitán. —¿Qué haces? —me reclama sin entender. —¡Debemos irnos! —le ordenó. El guardia no me reclama y le ordenó que lo escolte personalmente al búnker donde nos reuniremos todos. Corro al segundo piso atropellando a todos, recojo lo que puedo de mi alcoba cuando Hugh entra con el rostro descompuesto. Ayer volvimos a discutir, está enojado conmigo, pero aun así no es impedimento para que me ayude a recoger mis pertenencias. —¿Qué es esto? —se burla. —¡Ropa! —le confirmo. Se ríe a carcajadas sacando toda la ropa y empieza a empacar lo demás. —¡Después habrá tiempo de comprarte más ropa! —me dice y le hago caso. Marcus entra con apuro y todo se nos contrae cuando da las malas noticias. —¡Fue Vaiana! —dicta e inmediatamente saca el puñal que tenía estampado en el brazo derecho. —¿La mataste? —pregunta Hugh igual de impresionado. Marcus ladea negando. —¡Nos vamos en cinco minutos! —dicta antes de irse. Recorro los pasillos y siento un hueco en el estómago cuando detallo kaleth y Peind Wilson. Me determinan y siento las ansias del abuelo por hablarme, pero, no doy, marcha atrás y paso a su lado comprimiendo el nudo que se me forma en el estómago. Me encamino a la alcoba de Liz. Entro y aunque estén recogiendo sus pertenecías, ella no está. —¿Liz ya evacuó? —pregunto. Me informan que ninguna de ellas la ha visto desde ayer y entro en pánico recordando lo sucedido anteriormente, no puedo permitir que la vuelvan a capturar. Hace un año me confié pensando que había evacuado junto a Marcus y resultó que se quedó esperando por mí. Recorro los pasillos con afán mientras los nervios me impactan. Me topo con Hugh y este me reclama del porqué todavía estoy aquí. —¡No la encuentro! —me desespero. —¡No encuentro a Liz! —miro a todos lados sin saber dónde más buscar. —¡Está bien! —me sujeta dándome un abrazo que me reconforta un poco. Él sabe lo mucho que sufrí cuando se llevaron a Liz y es que ella no merece más dolores en su vida. —La encontraremos. —me dice. El lugar está casi vacío y recorro los pasillos del segundo piso, mientras Hugh busca en los alrededores. Me detengo cuando escucho una voz femenina en la habitación de Daez. No lo pienso, solo entro y encuentro a Liz junto a su hermana que intenta convencerla de evacuar. La llamo por su nombre cuando entro a la habitación y su rostro se ilumina cuando me ve. —¡Sabía que iban a venir por mí! — me dice hablando en plural. El aroma me impacta y me giró al sentir su presencia, me determina con rigidez casi preguntando ¿Por qué estoy aquí? Llamo a Hugh para decirle que la encontré y este responde con un aviso de evacuar inmediatamente. —¡Nos vemos en el búnker! —le digo y él cierra la llamada. —¿Por qué están aquí?—pregunta Daez, no para mí, sino para las dos hermanas. Romanó aclara que Liz no quiso irse sin mí y me doy por enterada que las dos durmieron junto a él, ignoro los celos cuando Daez nos ordena salir al pasillo para irnos. Nos detenemos a media escalera cuando Tesa se acerca gritando que corramos, junto a ella están Grey, Rubí y Mindi. Nos alcanzan y corremos pasillo arriba. —¿Qué demonios fue eso? —exclama Tesa con afán. El brazo de Grey está manchando el suelo de sangre y Rubí tiene una brecha en la cien. Examinó a mi hermana y ella está golpeada pero bien. —¡Gholes! —habla Liz. —¡Son Gholes! Los gritos no cesan cuando empiezan a atacar a los pocos que no habían evacuado. Los gritos me hacen apartar la mirada con las imágenes que surgen en mi mente. «No es momento para esto» golpeó mi rostro. Subimos al tercer piso mientras las explosiones detonan en la planta baja asciendo temblar el edificio. La sangre me bombea con rapidez y vuelvo a sacudir la cabeza con las imágenes que surgen. «No puedo entrar en pánico» No ahora. Llevo dos años sin sufrir un episodio y aunque al principio fue difícil, la ayuda de Marcus fue una bendición. No había usado mi dote desde entonces y me alteró cuando Daez confirma que no puede entrar a la mente de los Gholes. Tesa ladea el rostro dando a entender que su dote tampoco funciona y Grey ase énfasis en el asqueroso olor que emana de ellos. Ahora mismo, no puedo, mi dote siempre lo consideré más una maldición que una bendición y recuesto mi cuerpo en el concreto. «Puedo hacerlo» me motivo yo misma. Empleo lo aprendido de Marcus y recibo un golpe de susurros que me alteran las neuronas, cuando no sé quién demonios me habla, miro hacia todos mis acompañantes cuando el correr de los glóbulos rojos en sus venas me llaman entre susurros. «Concéntrate» No son ellos, relajo mis sentidos concentrándome en quien debo. Ignoro el llamado de la sangre de mis amigos y me concentró en el susurro casi nulo que bombea sangre acuosa a todo el cuerpo de los Gholes. Mis amigos no ayudan, cuando Tesa se exaspera y Romanó intenta tomar a Liz, pero esta se niega gritando y sujetando mis manos, la pared se rompe y Romanó es sujetada por la nuca llevándola contra el concreto. El sonido de la fractura me distrae y el sonido de su sangre me llama. Lo ignoro justo como me enseñó Marcus y me concentró en el espécimen asqueroso que la sujeta. El hombre de piel marfil y venas remarcadas, con ojos dorados y colmillos largos, la suelta sujetando su cabeza y me concentro más, cuando la sangre empieza a derramarse por cualquier orificio y termina en el suelo convulsionando. Suspiro con impaciencia cuando el pánico invade mi cabeza, me quedo ida mirando el suelo, los recuerdos de la cabaña en el bosque, mamá y el juicio me invaden y estos recuerdos pensé haberlos superado. El gruñido avasalla el lugar y aparecen más Gholes, los cuales atacan mientras los demás se defienden, Romanó está inconsciente en el suelo y Liz se mantiene a mi lado sujetando mis manos. Respiro con dificultad y todo parece alejarse cuando ya no distingo, los susurros e imágenes me llevan al límite. Siento como Liz sacude mi mano intentando que reaccione, pero de un momento a otro el pánico me invade. Entro en una Crisis liberando mi dote que pone a todos en el suelo quejándose y revolcándose cuando empiezan a escupir sangre. Quiero parar, pero no puedo cuánto más intento controlarlo, más me descontroló y pierdo el atisbo de conciencia viendo a la niña que en medio del dolor sigue sacudiendo mis manos para que reaccione. Me lanzan al suelo y veo en cámara lenta como un hombre musculoso con los ojos dorados se abalanza hacia mí. Aparto a Liz en medio del caos para que no salga más lastimada, empiezo a forcejear con el robusto hombre que muestra los colmillos, es horrible, las venas se le marcan en la piel y me supera en fuerza lanzándome a un lado cuando muerde mi cuello desatando el dolor que corroe mis venas aumentando los traumas en mi cabeza y quiero gritar, pero no me sale nada. No es dolor lo que siento, es pánico, ruedo escalera abajo y me muevo viendo los cuerpos desmembrados en el suelo. Me arrastró como puedo cuando mi mente empieza a recapitular las escenas de mi niñez, veo a mi madre y a mi padre ser felices y … Paso de un escenario bonito a una cabaña alejada con nieve y cuerpos putrefactos dónde hombres me atacan y yo los mató sin piedad. Veo a Reiliey rogando por su vida y el temor que tiene sus ojos me hacen apartar la vista viendo mis manos manchadas de sangre. Vuelvo la vista al suelo y hay están ellos, mi familia, mis amigos, Daez, Liz, Hugh y Marcus, todos muertos a mis pies, con la sangre desbordándose de sus ojos, oídos y venas. Reconozco los límites de mi dote y no es justo, me aleje durante tres años dónde me convencí a mí misma de haber sepultado ese lado que ansia sangre y que me pide no poseer humanidad. Escucho mi nombre a lo lejos y no puedo reaccionar mientras lloro como una niña que desea que todo sea una pesadilla. —¡Maldita sea reacciona! —algo tibio me envuelve los labios y abro los ojos saboreando su sangre en mi paladar. —Lo siento —lloro intentando recomponerme. —Lo siento, lo siento. Me sujeta los hombros y veo como un hombre que jamás ha demostrado debilidad intentando mantenerse de rodillas junto a mí mientras mi dote posiblemente le esté destrozando las venas. —¡Te juro que si no despiertas haré que me visites en el infierno! —me amenaza. De un momento a otro siento que lo apartan de mi lado y ahora es otra persona quien me sujeta intentando hablarme. Los escucho, los entiendo, pero no sé cómo detener esta maldita maldición. Veo a Daez forcejeando como puede con el hombre robusto que intenta matarlo y aparto la vista enfocándome en la persona que se disculpa sujetando mi rostro. —¡Abuelo! —lo llamo con lágrimas en los ojos. Peind Wilson está sujetándome con fuerza mi rostro mientras intenta hacer lo mire a los ojos. Sigue siendo el mismo hombre y el hecho de que su dote vampírico le dé inmunidad a todos los dotes físicos y mentales, le permite estar a mi lado sin doblegarse al dolor. Pasa sus manos a mi hombro ejerciendo presión con una fuerza descomunal y es lo último que veo antes de sentir el calor de sus brazos. CONTINUARÁ…
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