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—¿Qué edad tienes? —volvió a cuestionar, la expresión en su rostro se relajó y se mostró gentil nuevamente. —Diecisiete— le dije agachando la mirada, este interrogatorio comenzaba a ponerme un poco más nerviosa. —¿Y tus padres? ¿Dónde están? —insistió en conocer más sobre mí y quizás sobre mi situación— ¿Acaso te perdiste? ¿Escapaste? —Yo...—se me hizo un nudo en la garganta, al recordar el motivo por el cual había llegado a esa ciudad, el hambre me había cegado— los estoy buscando. —¿Buscando?—cuestiono frunciendo el ceño, tal vez dudando de la veracidad de mis palabras. —Mi ciudad fue bombardeada y trajeron a todos los heridos aquí— intenté explicar soportando el sufrimiento que mis propias palabras me generaban— acabo de llegar. —¿Tu sola? — cuestiono atónita —¿Viajaste tu sola ha