Capítulo 8: El viaje continúa.

1766 Words
Los ogros nos despidieron con algo de comida y agua. Shade estaba de los nervios. Nos habíamos atrasado bastante. A pesar de que también disfruto dormir bajo un techo, sin importar que fuese uno precario. Además, le había molestado que arruinara su plan de capturar a los ogros, pero yo misma vi su rostro cuando los ogritos defendían a su padre. Puede ser una amargada pero tiene buen corazón. Aunque no lo quiera admitir. Mientras tanto, me hacía la tonta y de reojo miraba a Osiris. Me había dado curiosidad saber más sobre él. Era la primera vez que un chico me trataba como si fuera un ángel. Los otros me despreciaban, en especial las jóvenes. No sé si eran celos o porque no era humana. Sin embargo me habían criado como una y también tuve que aprender de mis errores, como una más del montón. Aun así vivo bien. Creo haber encontrado amigos que me acompañan, por lo menos Kahina, y tal vez Osiris como un ¿Novio? De nuevo me estaba haciendo la idea de cosas que no estaban dichas. Aunque me hubiera tratado bien, debía saber qué era lo que pensaba de mí. Su buen trato no significaba nada. Me inquietaba. Creía que me estaba agradando. Pero no podía enamorarme en un momento así, si no estaría en las nubes y no me daría cuenta de lo que estaba haciendo. Además, no me aseguraba de que a Osiris le gustase. No, no podía buscar amor y mucho menos de otro competidor. Sonaba igual que Shade En mis pensamientos. Pero no importaba, tenía que pensar en otra cosa. Suspiré dejando mis pensamientos casi de delirio justo cuando nos topábamos con un río de agua cristalina. Penélope y los demás equinos tomaron el agua limpia y fresca que ofrecía. Yo también probé un poco. Era muy limpia y dulce, mejor de la que hay en Tebas. Eso me hizo recordar a mi padre y a mi profesora de magia. Me preguntaba como estarían. Esperaba que bien, que no se preocuparan por mí. Si llegaba a encontrar otro puesto de palomas mensajeras les mandaría una carta. ¡Como siempre en las nubes! Podría haberlo hecho anteriormente. Hablamos un rato con Kahina, mientras Shade y Osiris pescaban en el río. Ella me contó un poco sobre sus poderes y miré de refilón a su primo. Se había quitado parte de la túnica, mostrando su abdomen firme y bronceado. Me mordí el interior me mis mejillas intentando calmar nuevamente mis pensamientos, mientras escuchaba a Kahina. Suspiré y luego contraje mis piernas y las abracé con mis manos, mientras sentía el calor del Sol sobre mi rostro. Osiris, habiendose puesto la túnica, se acercó unos instantes después. Creí que me diría algo como lo de anoche. Pero, no, solo quería irse y Shade también ¿Estarían confabulados? Pensé . -¿¡Podemos irnos!?-Gritó Shade-Debemos llegar y no hemos avanzado nada. Se nos están acabando los alimentos y nuestros caballos están cansados de todo esto-Me gruño casi en el oído. -No te olvides de mí hermoso camello-Dijo Kahina. -Sí, sí, tu cosa esa, eso llamado camello. Pero cambiando de tema ¡Apurémonos! Si no llegamos en el tiempo indicado del día de la competencia, estaremos afuera. -Pero ¿El tiempo? ¿En cuánto consta?-Dije sin entender nada. No cualquiera tiene un reloj para distribuir bien el tiempo. Y nosotros no éramos una excepción. Además, el único que conocía era el de Sol. Pero son demasiado grandes para llevarlos en un viaje. No obstante, podíamos organizarnos un poco contando los días o las noches. Y ya habían transcurrido dos días y una noche. -Mi querida ignorante Ángela-Exclamó con un tono que desconocía. -¡Ey! no soy ninguna ignorante-Le grité. Sí algo que no era, era ser una ignorante- Solamente me parece raro que te impongan una hora específica cuando no hay instrumentos los cuales estén adaptados para indicarlo. Y si los hubiera, también está el problema sobre la distancia del lugar y las horas son distintas. Además, cuando la gran mayoría se traslada por distintos lugares provoca que los demás se desorienten. No solamente, en lugares territoriales, sino temporalmente también-Emití mi discurso sin omitir detalle alguno. -Por eso, lo que quiero decir es que hay que estar lo más pronto posible-Explicó bajando los humos- Ya que, nadie sabe el horario justo. Por algo salimos tantos días antes. Esta, es otra de sus pruebas. Si no estás en el momento en que se abren las puertas de la Gran Pirámide, no entras en la competencia. -Es decir, que nadie sabe el momento justo. -Exacto. -Pero ¿Entonces puede entrar cualquiera solo porque llegó justo al tiempo que ni siquiera está indicado? -Está indicado el día, pero eso también puede cambiar. Lo que evalúan es que sean puntuales. Y por puntuales, me refiero a que lleguemos lo más pronto posible aunque sea una semana antes. Lo que importa es que estemos allí y nada más. -Ahora entiendo porque estabas tan furiosa- Que desastre, esto era una locura. Solo por no llegar en un tiempo no indicado, puedes quedar a fuera. -Sin embargo, es algo importante a la vez, ya que evalúan tu desempeño en la rapidez. Esto es muy importante cuando se trata de habilidades. -Pero es bastante injusto. -Ángela ¡Despierta! La vida es injusta-Exclamó combinando su amargura constante con un tono de superada- Pero debes aceptar las cosas como son y por desgracia así es la competencia. Sin embargo, debemos perder lo menos posible de tiempo, en especial si se trata de discusiones-En eso Shade tenía razón. Pero siempre que dice algo así, discutimos igual. Apenas terminó el sermón, volvimos a lo que creíamos era la ruta correcta. Después de varios kilómetros hubo varias paradas. Pero más por nosotros que por los caballos y el camello. Aun así, se hacía imposible no parar. Ya nos estábamos acercando al desierto y se sentía en el aire cálido que venía en dirección opuesta a nosotros. Cada vez había menos árboles y menos animales. Como los pájaros, habían desaparecido hacía varias horas. Pero Kahina y Osiris nos indicaron que dentro de unos poco días llegaríamos a donde viven. Yo, por supuesto, estaba emocionada. Conocería a su familia, aunque luego recordé que la madre y el hermano de Osiris habían fallecido y eso me entristeció. Después de todo, si algo no me costaba era pensar sobre los problemas o tristezas del otro. Kahina se acercó a mí y me miró enarcando las cejas, con una sonrisa tonta sobre sus labios. -Así que-hizo una pausa y le echó una mirada a su primo, volviendo a mí-se quedaron charlando con Osiris-murmuró. Me encogí de hombros. -Bueno, él se sentía preocupado por ti por lo que pasó ayer con tu tía-exclamé sincera, quitándole algún tinta romántico. -Ah, eso-Dijo desalentada. -Pero, si no quieres hablar de eso yo término con la conversación. -No, no, prosigue, quiero saber-Siguió insistiendo sin cesar. -Bien-Tuve que contarle entonces- Entonces, él me dijo que tal vez te sentías muy mal. Yo le contesté que no, que estabas bien, que eras una niña fuerte. Luego lo vi más tranquilo, aunque también le pregunté cómo se sentía. -¿En serio le preguntaste eso?-Me interrumpió nuevamente. -Si ¿Por qué?-Esta vez, la interrogante fui yo. -Porque no le gusta que se metan en sus cosas ¿Pero no se enojó o no te habló más?-Exclamó ansiosa, como un niño cuando espera golosinas. -No, todo lo contrario. Me agradeció por haberle preguntado. Es más, me dijo que nadie le preguntó cómo se sentía en momentos como este. -Bueno, yo una vez le pregunté cuando recién le habían dado la noticia de que su madre y su hermano habían muerto, y mis parientes también. Pero no nos respondió y se fue. Desde entonces se cuida solo y no deja que nadie se acerque. La verdad me sorprende que te haya respondido y te gradeciera. -Qué extraño-Dije con duda. Si lo que Kahina me contó era cierto, entonces ¿Por qué me trató bien? O significaba ¿Qué confiaba en mí? -Tal vez tú también le gustas Ángela- Me dijo mirándolo de reojo y con una sonrisa extraña- ¿Quieres qué le pregunte? -¿QUÉ?, no Kahina, no le preguntes- De nuevo me había puesto roja. ¿Acaso, podía ser más infantil? -Mi primo te gusta ¿No?-preguntó sin reparos y carraspeé. -Sí, Creo-Dije con tono mentiroso y mirando hacia atrás con el rostro enrojecido. -Y quizá le gustes a él-Insistió. -Eso no lo sabemos. Además lo más probable es que no. -Pero, no lo creo. Por algo Osiris te respondió y especialmente te agradeció-Hizo una pausa. Luego giró su cabeza lentamente y me miró- ¡YA SÉ!-Gritó con alegría casi provocándome un infarto- No te preocupes tengo un plan. -¿Qué? No Kahina. Espera, no es necesario, yo me las arreglo-Le dije desesperada. Tenía miedo a lo que pudiera hacer. Era una chica enérgica y peligrosa. -No, tranquila tengo el plan perfecto- Luego, se acercó a mi oído y dándome un golpecito con su codo en mi hombro exclamó- Además, dicen que la luna en el desierto es muy romántica y lo mejor será que lo hagamos de inmediato. Así cuando lleguemos a ver a mis parientes te pueda presentar como mi nueva prima y esposa de Osiris- Dijo guiñando el ojo. Que imaginación que tienen los niños de su edad. Pero, no podía dejar que hiciera algo. ¿Y si se enterara? Bueno, por un lado lo de la competencia me salvaba. Si se enteraba y no sentía nada. Me podía volver a Grecia y no lo volvería a ver. Demasiadas opciones. -¡Hey!-Sentí que alguien me tocaba la cabeza ¡Era Osiris! Estaba apoyado muy cómodo con su brazo y codo sobre mi cabeza. Se había acercado para decirme que dejara de soñar despierta porque debíamos seguir y luego se rió amistosamente. Me dedicó una sonrisa de dientes blancos y perfectos. Suspiré y me mordí el labio, pensando nuevamente en torso desnudo al Sol. Me sonrojé para mis adentros, pensando que era una pervertida y cuando él se volvió al camino, llevando el camello de Kahina, le di un golpe amistoso en el brazo y los guardé en mi espalda mirándolo. Él se sorprendió y me miró expectante. -Por lo menos hago interesante el viaje-inquirí muy segura hinchando el pecho en broma. Sonrió de lado ante el comentario. -Debo admitir que esta vez tienes razón-soltó y abrí la boca. -Siempre tengo razón-redoblé y le saqué la lengua. Él soltó una risita.
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