Ambos se sentaron en mi mesa, por supuesto, ignorando qué no eran para nada bienvenidos. Observe su audacia e incluso los vi llamar a un mesero para ordenar, tiempo que quise aprovechar para levantarme de la mesa e irme con mi dignidad intacta, pero como era de esperarse, Henry tomo mi bolso, el cual había dejado sobre el respaldo de mi silla para evitar que me fuera. —Ahora que finalmente hemos obtenido lo que queríamos es hora de hablar de negocios, querida hija—expreso Henry dejando el bolso sobre la mesa, pero lo hizo del lado en donde Sofi se encontraba para seguir reteniéndome y como un gatito seguí con la mirada la ubicación de mi bolso, quizás para buscar una buena excusa para levantarme e irme aunque en realidad no la necesitaba, al menos a ellos no les debia absolutamente nada,