Había pasado mucho tiempo desde la última vez que había visitado aquel enorme e imponente edificio, verlo me hizo imaginar a Arthur caminando por ahí en un día común, ojalá pudiera volver al pasado y verlo una vez más, pero sabía que eso por mucho que lo deseara no iba a suceder. —¿Entramos al estacionamiento subterráneo?—pregunto Tiffany mirándome desde su asiento al frente del auto que había llevado para mi seguridad. A un lado de ella se encontraba un hombre que quizás rondaba entre sus treinta y treinta y cinco años de edad, llevaba una barba tupida, pero bien arreglada, gafas negras al igual que un traje, así que daba la impresión que era una persona de temer y, por lo tanto, yo me sentí segura a su lado. —No, prefiero entrar por la puerta principal—dije convencida de que podía enco