En mi juego mental empiezo a sentirme ridícula cuando el objeto de mi placer sale de la hipnosis en la que lo he tenido, ahora estoy desorientada en medio de un mar de preguntas.
Yxora
Continuo sin poder procesar las palabras de Esteban, no puede ser cierto lo que dijo, él nunca se atrevería a dejarme, lo observo desde donde me dejo repartiendo órdenes sin cesar a cada uno de mis hombres, parece tan seguro, pero es tan difícil de creer que haya tomado una decisión tan precipitada, no puedo permitirle que me deje, no se puede ir de mi lado y ya como si solo importara lo que él quiere, se olvida que a pesar de ser una relación para nada convencional los dos debemos estar de acuerdo y llegar a un consenso o por lo menos informar con antelación no decir las cosas de esa manera tan abrupta.
Ya ni siquiera sé que es lo que demonios estoy pensando, si él se quiere ir yo no puedo hacer nada para detenerlo, Esteban desea algo que yo no puedo darle, nunca podría amarlo como amo a Rogert, no pienso volver a arriesgar mis sentimientos ni mi corazón, ya esos se los di a un hombre y pienso dejarlos ahí donde el dolor está amortiguado por la amistad que prevalece entre ambos. Por ese masoquismo que es tratarlo con total indiferencia cuando por dentro muero por tenerlo solo para mí y Esteban nunca podrá llegar a comprender que no puedo ofrecerla más que esto que le doy.
Me voy a mi cuarto cuando los ojos empiezan a arder por las lágrimas que desean salir, nadie puede verme llorando, no me permito demostrar debilidad por nada ni por nadie y mucho menos delante de absolutamente nadie, soy Yxora Venegas, una mujer que ha asesinado a sangre fría por sobrevivir dentro de un mundo donde el papel de las mujeres en su mayoría es el de ser la puta delos jefes. Nunca tuve que haber salido de donde me sentía segura, por complacerlo a él, sabiendo bien como son los hombres. Aunque en realidad no me quejo, tengo mucho más alcance teniendo mis negocios limpios de toda la cochinada en la que estuve por tanto tiempo.
―Ese nuevo sumiso te ha cambiado, te ves diferente ―pronuncia Rogert observándome con suspicacia, sus ojos se desplazan a lo largo de mi anatomía, provocando que mi intimidad reaccione a su requisa visual.
―Querido, olvidas que nadie puede cambiarme a mí, soy yo quien decide sobre la vida de los demás ―contesto y me pongo de pie para poder salir de ese magnetismo que provocan sus ojos sobre mí.
Estamos en la sala de mi casa, el esclavo del que habla se encuentra ahora mismo en mi habitación colgando sobre mi cama con un dildo en el culo y una mordaza de bola en su boca para evitar que sus gritos interrumpan mi conversación con su amigo aunque en realidad la habitación está insonorizada, me sonrío imaginando a Esteban en este momento.
―Me enteré de que ya no estás dentro de los negocios ilegales, estoy seguro de que fue a petición de ese hombre ―replica seguro―. Me alegra que hayas decidido dejar todo eso, nunca lo hiciste por mí, quizás en realidad no me amabas tanto como decías, al menos no tanto como a tu nuevo esclavo ―añade y siento como mi corazón se acelera intempestivamente, como puede imaginar que yo amo a otro hombre cuando no dejo de pensar en él―, y no pienses que es un reclamo, al contrario, me hace muy feliz que te estés dando una oportunidad con alguien más y que además ambos compartan el gusto por el mismo estilo de vida ―concluye como si para él no fuesen importantes mis sentimientos, pero que esperaba cuando desde un principio me dijo que estaba enamorado de otra.
―No sabes lo que dices, has olvidado que yo no hago lo que se me viene en gana cuando y como quiera, y que además soy una mujer que entrega sus sentimientos y su corazón una sola vez, ambos te los di a ti desde hace mucho, así que no me queda nada más para darle a ningún otro, este esclavo solo complace mis más sucios deseos, pero no significa nada para mí ―replico entre lastimada y ofendida.
Rogert se equivocó al decir que salí del narcotráfico por amor, en realidad lo hice como parte de nuestro acuerdo y porque de verdad tenía interés en Esteban, desde que lo conocí aquella noche, aunque solo fue un interés de dominación, de verlo bajo mis tacones recibiendo cada azote con deleite. Cierro los ojos y recuerdo su imagen atada sobre mi cama la primera noche que lo tuve a mi disposición, del mismo modo en el que lo he tenido cada vez que se me ha antojado, rememorar nuestro primer encuentro, no voy a negar que fue una de las mejores sesiones que he tenido en mi vida, pero cometí el error de dejarlo dormir en mi habitación y a mi lado.
No me queda más opción que aceptar su decisión y ya hacer de cuentas de que entre los dos nunca existió nada, es mejor olvidar los buenos momentos a su lado y no me refiero únicamente a los que implican el sexo de algún modo. Con Esteban experimenté otro tipo de situaciones, como irnos de vacaciones a otra ciudad para poder salir al cine o comer en un restaurante sin que las personas nos reconocieran, de mi parte no estoy engañando a nadie y por su lado tampoco, pero Rogert es amigo de los dos y sinceramente aborrecería que él se dé cuenta de que mi sumiso es su amigo.
―Estaré unos días aquí para vigilar que todo se lleve a cabo tal y como lo he ordenado, pero ten en cuenta de que entre los dos ya no sucederá nada ―anuncia sacándome de mis pensamientos, ni siquiera me di cuenta de que había entrado, me desquicia su pose distante y fría.
―Creo que deberíamos de conversar en privado ―señalo mostrando el camino que debe de seguir, lo dirijo hacia el despacho en vez de quedarnos en mi habitación, que es donde realmente lo quiero tener ahora mismo, aunque no hay mucha diferencia de un lugar al otro.
Me sigue en silencio al tiempo que el ambiente empieza a tornarse tenso y pesado, ni siquiera sé que es lo que quiero conversar con él en realidad, estoy segura de que no le voy a rogar por qué se quede, nunca me humillaría de esa manera ni por él ni por nadie, no lo hice cuando el hombre que amo decidió terminar con nuestro contrato mucho menos lo haré con Esteban que solamente representa un sumiso de excelente calidad y un buen amigo hasta cierto punto, pero no más de eso y lamento que todo acabe así.
―¿Estás decidido a terminar nuestro contrato? ―inquiero al cerrar la puerta. Observo el estremecimiento en su espalda ancha y tonificada, no quiero dejarme, pero tampoco puede permanecer a mi lado, dejo que sus sentimientos se involucraran y ahora solo tiene una sola manera para acabarlos.
―Es a lo que tú me has llevado, no puedo continuar haciendo el amor con la mujer que amo y…
―Teniendo sexo, follando, cogiendo, como quieras llamarle, pero nunca haciendo el amor, te he dicho miles de veces que entre los dos no hay amor, es solo placer y deseo carnal, tú me follas tan duro como te lo permito ―replico interrumpiendo sus palabras, odio que las personas constantemente quieran cambiarle los nombres a las cosas con el propósito de romantizar la verdadera naturaleza del ser humano.
Paso a su lado y tomo mi lugar como la dueña y señora de mi propio reino en el que solía ser mi favorito, pero ahora las cosas pintan de otro modo y tendré que buscar quien ocupe su lugar.
―El que tú hayas decidido cerrarme tu corazón y el no querer amarme como yo te amo a ti no significa que los dos veamos la intimidad de la misma manera, para mí el tenerte entre mis brazos significa hacerte el amor, entregarte todo de mí con honestidad sin ocultarte nada sin deseos de lastimarte ―alega sin mostrar ningún tipo de emoción en su rostro más que la frustración, su mandíbula se contrae repetidas veces en señal de estar soportando la ira que siente.
―Desde el principio deje las cartas sobre la mesa, te aclare suavemente que no me interesaba involucrar ninguna clase de sentimientos en esto, no veo por qué ahora pretendes culparme de no corresponderte cuando siempre he sido todo lo honesta y sincera que he podido ser, es tu culpa que hayas dejado que todo se fuese a la mierda por no saber diferenciar entre una relación de solo placer y una estupidez donde las personas pierden su tiempo ―objeto alzando solo un poco la voz.
―Entonces no tenemos nada de que hablar, perdón por ver la increíble mujer que eres por dentro y enamorarme de esa mujer que pretendes mantener oculta detrás de los látigos para no salir herida nunca ―menciona y su voz sale afectada y de algún modo también me afecta a mí―. En cuanto me asegure de que todo está en perfectas condiciones, me iré ―dice y sale del despacho.