Emergencias

1241 Words
Layla había dado la cara por el reino, que tener la oportunidad de reunirse con otras casas reales para intentar crear acuerdos que apoyen la educación es la base para que sus países estén mucho más consolidados en unos años. La gente tenía muchas opiniones de ella, pero su trabajo lo hacía excepcional. —¿Cómo está el rey? —pregunta la reina. —Está enfermo y llorón como todos los hombres, pero estará bien. Iré directo a acompañarle y esperemos que pueda asistir a la cena. —Si quiere, podemos enviar a un médico. —Ya le han atendido, debe estar mejor. Las dos mujeres se despidieron y sonrieron para las fotos. Luego se despidió del rey y finalmente se dirigió al hotel. Cuando llegó, no había más calma que cuando salió, pero esta vez alguien más estaba en apuros. La princesa les pidió a sus guardas un poco de ayuda y se puso a recoger las cosas con la mujer. —Dios mío, qué pena. —Ayer me caí entrando, algo va mal con este lugar —comentó Layla advertida. —Ya gracias, pero estoy 90% segura de que la torpeza ha sido 100% mía. —Las dos ríen y la mujer cierra su maleta. —Soy Alana. —Mucho gusto, Layla. —La mujer estrechó manos con la princesa y supo de inmediato quién era. —Fue un placer conocerla. —El placer fue mío. Ambas mujeres se pusieron en pie y Layla continuó caminando hacia el elevador que tenían designado para ella. Leonel la vio pasar y sonrió, sin decir nada, solo se quedó parado ahí, a lo lejos, y la vio. Layla subió al elevador y vio al hombre alto de cabello n***o y piel blanca, con los ojos azules puestos sobre ella. La princesa se quedó quieta un par de segundos y finalmente tocó el botón para ir a su habitación. Era demasiado tarde para hablar. En cuanto ingresó a la habitación, fue a cambiarse de ropa y después se metió en la cama con la persona más mimada del mundo, su esposo, el gran rey de todos los desiertos. Él entrelazó sus dedos y le dio las gracias por el abrazo. —No es nada. —Sí, me han traído gelatina y el médico ha venido diez veces, y tú pudiste quedarte a la merienda y estás aquí. —Sabes, en secreto estoy muy enamorada de ti. —Se te nota, no es secreto. —Descansa. Te subirán agua de pipa en unos minutos. Aparentemente, hay que andarla a buscar de un pueblo. Si quieres que te den un coco fresco. —Kamal se ríe y su esposa enciende el televisor para poner su programa. La princesa se queda abrazándole hasta que el estómago le ataca nuevamente, Layla lo toma del brazo y lo lleva al baño, preocupada por él, con el suero intravenoso y los medicamentos que le pasaron debería estar mejor, pero no mejora, Kamal por momentos parece que va a morir en vómitos y diarrea. La joven llamó nuevamente al médico, este propuso hospitalizarlo y realizarle más exámenes a su marido. Layla vio sorprendida al hombre y Kamal se rehusó. —Es un virus, deme medicinas. —Con todo respeto, Majestad, es normal que le tema al ambiente hospitalario y que sienta un disgusto por ello, pero lo mejor es ir y que le hagan una prueba de imagen. —En mi país no hay demasiadas imágenes médicas y el médico solo con mirarle sabe lo que uno tiene. ¿Es tan incompetente que no puede saber lo que tengo? —Creo saber lo que tiene, pero no planeo preocuparle y decirle que su vesícula biliar puede estar rota y que podría requerir cirugía. —¿Cirugía? —repite Layla. —El tipo de heces, la fiebre, el dolor y los vómitos, vea el color de la piel del rey. —¿Qué estamos haciendo aquí? —Pregunta Layla. —Kamal, nos vamos. Layla toma su bolsa y su teléfono y comienza a dar órdenes a diestra y siniestra para sacar a su esposo del hotel de la forma más discreta y breve posible. Kamal se sienta sobre la cama y les pide a los guardas que le den un par de minutos a solas con Layla. La mujer deja su bolsa sobre la cama y toma la mano de Kamal. —Te tengo asegurada, si me muero de alguna complicación, necesitas inseminarte de inmediato y hacer que funcione. Layla eleva una ceja y siente. —Vas a tener que quedarte y elegir un marido aceptable, cero escándalos, serás una buena reina, sola o casada. —Es una cirugía, Kamal. —Sí, pero me siento más mal de lo que estoy diciendo. —Sí, pero la gente va a hospitales, los operan y a veces se mueren. Layla le toma la mano. —Tus papás tuvieron un accidente horrible en medio del desierto. Tardaron en rescatarles y fueron a un hospital de clase pobre, como todo lo que había en esa época. Tú estás en un país de primer mundo en el que el médico necesita una imagen para decirte que si no vas, yo no seré la única seleccionando un segundo esposo. Así que ponle huevos, por Selene y los niños, vamos al hospital y que te saquen todos los órganos para venderlos en el mercado n***o. —Kamal intentó reírse, pero el dolor era más fuerte. —Su esposa le dio un beso en la mejilla y le tomó de la mano para que se pusiera en pie. El dolor era insoportable, pero Kamal se esforzó por llegar al menos al auto sin ayuda de una silla de ruedas o su equipo. —Layla, me haces un favor. —¿Dime? —Puedes llamarles cuando todo esté bien, cuando sea menos probable que me muera. —¿Si tu me haces el favor de no morirte? —pide la princesa y él sonríe antes de tomar asiento en el auto. La princesa le tomó de la mano todo el camino y esperó a que le metieran a la sala de imágenes, como un halcón acompañó y cuidó de su esposo, antes y posterior a la cirugía, en cuanto el rey despertó vio a su esposa tomándose un café mientras leía un libro. —Buenos días, majestad —saludó Layla. —Buenos días. Kamal le hizo un espacio a su esposa en la cama y esta subió antes de acariciarle el pecho. —Me alegra que no te murieras. —Podemos hablar del bebé. —¡Qué necio eres! —Ya, pero a mí me presionan del más allá. —¿Tu mujer, con la que no puedes tener hijos está bien con esto? —Sí, lo hemos hablado antes de hablarlo contigo. —Bueno, tendremos que guardar reposos unos días, así que podemos pasarlos en Mainvillage, me he revisado con el ginecólogo de acá y dice que estaré ovulando en un par de semanas. —Perfecto. —Comenta Kamal. —¿Qué ha dicho la familia? —Tu mujer y tu hermano están volando hacia acá. Parece, que ella a decapitarme. —Gracias por quedarte Layla. —Con gusto, Kamal, y no sabes lo que preparé para ti—comenta Layla y él le mira divertido. —Sopa con patas de pollo. —No… —Pero tienen mucha grasa y ahora no puedes comerlo—lso dos se ríen.
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