Capítulo 8: Buscando Respuestas

1983 Words
La luz blanca sobre mi rostro me hizo reaccionar nuevamente. En un esfuerzo sobrehumano logré abrir los ojos mientras sentía en mi boca el sabor a anestesia y la garganta raspada y reseca de los tubos que seguro habían tenido que bajar por ella. El dolor en mi brazo izquierdo pocos segundos después que di en mí se hizo presente como una punzada que se iba agudizando a medida que me volvía más consciente de lo que me había sucedido. Era una agonizante molestia sorda que vencía con creces el agotamiento de mi cuerpo o el golpe en mi cabeza. No pude evitar gritar, pero este sucumbió en mi garganta, pues al parecer ni siquiera tenía fuerzas para articular palabra alguna. Mi brazo y mi espalda estaban cubiertas por vendajes nuevos, y sentía los puntos de hilo quirúrgico hacer algo de presión en mi piel. Dolía como nunca nada en mi vida. Recordé entonces lo que había pasado la noche anterior; aquella cosa había clavado sus garras en el brazo y luego me persiguió por el bosque. Prácticamente había estado al borde de la muerte. Lo más curioso era qué ni siquiera sabía qué tipo de animal era ese, parecía sacado de una muy mala película de terror, de esas en las que el protagonista siempre muere a manos de la bizarra criatura y renace incluso peor que esta. Era demasiado grande para ser un lobo pero definitivamente no era un oso. Tuve la escalofriante oportunidad de verlo desde muy cerca y puedo decir, sin temor a confundirme, que estaba segura de que era ningún tipo de animal que yo conociera o que estuviera en algún registro. Ni siquiera pensaba que existiera, pero las pesadillas no causan heridas de treinta puntos. —¡Está despierta! ¡Está despierta! ¡Gracias a Dios que abriste esos ojos, mi niña! ¡Aquí ya estábamos muriéndonos de angustia! —gritó Veronica desde la puerta de mi habitación, al ver que finalmente había regresado a mis sentidos. Se abalanzó a darme un abrazo como solía hacerlo, pero esta vez tuvo cuidado de no lastimarme la operación. Detrás de ella aparecieron todos mis amigos. Uno junto al otro se asomaron a la puerta a verme. La preocupación en sus rostros se tornó alivio al saber que estaba bien... o al menos, viva. Erick había llorado. Lo sabía porque sus ojos estaban demasiado rojos e hinchados. Imagino que pensó que no podía soportar la carga de que su hermana también muriera. Anna se veía un poco aliviada, tenía el rostro más pálido de lo común y la nariz colorada, pero se veía nerviosa y sobresaltada, mirando cada cinco minutos mi herida vendada y vigilando mis reacciones. Dylan solo sonrió y Katherine se quitaba toda la pintura corrida que tenía sobre su cara. Por último, Jensen salió de entre la multitud que se acumulaba en la puerta. Su camisa estaba llena de sangre… ¿Era esa mi sangre? ¿Había sido él quien había gritado en el bosque? ¿La criatura lo obedecía a él? Las preguntas llenaron mi cabeza a tal punto que no podía apartar los ojos de Jensen, quien dejó sobre la mesa de la cama el pendiente extraviado y se sentó en la silla adyacente a la cama. Estaba sorda a las palabras de Vero explicando que Richard no había podido salir del trabajo porque estaba atrasado con unas entregas, o a las de Kat hablándome de lo culpable que se sentía por no acompañarme en mi estúpida aventura. Solo miraba los ojos de Jensen que extrañamente, cada día se parecían más a la última mirada de misericordia que me tendió esa criatura en el bosque. ¿Por qué sus ojos se parecían a los de esa criatura? —Corazón, ¿estás bien? —preguntó Veronica preocupada al ver que no le estaba prestando atención y que estaba como en otro lugar mientras ella hablaba. —Sí… solo un poco confundida y con un dolor enorme... pero estoy bien —le respondí a mi sobreprotectora madrastra, quien era para mí el retrato de una madre. Acto seguido me dirigí a Jensen—. ¿Fuiste tú el que alejó esa cosa de mí anoche? ¿Tú lo viste también? —pregunté presionándolo para que me dijera si realmente lo que había sucedido la noche anterior era real y no eran solo imágenes tergiversadas de un oso o cualquier otro animal que mi mente confundida ponía en mí. —Elizabeth, yo solo te encontré ensangrentada bajo un árbol. Estabas sola, no había nadie por los alrededores. Luego de que te traje al hospital, tu hermano, Dylan y yo fuimos a revisar todo el valle junto con una comisión de voluntarios y guardabosques, pero no encontramos nada relevante —me dijo, sus palabras sonaban tan reales que no me pareció que estuviera mintiendo, pero sus ojos no me hablaban con sinceridad—. Tengo que disculparme por mi apariencia. He estado un poco ocupado desde anoche y no he tenido ni siquiera tiempo para tomar un baño. —Quien me persiguió no era un hombre. Era algo enorme como un oso pardo, pero no era tampoco un oso… no se decir… no recuerdo bien —hablaba con la mirada perdida en el suelo. A esas alturas ni yo misma estaba segura de lo que había sucedido la noche anterior. —Estás confundida, es normal en este tipo de situaciones —me dijo Dylan quitándole un poco de importancia a lo que había dicho sobre ese animal. —¿Qué hacías en el bosque? —le pregunté a Jensen pues él se había quedado en su casa y la fiesta era estrictamente para estudiantes de Valley City High. —Anna olvidó tomar la carbamazepina. Es epiléptica y no me puedo arriesgar a que tenga un episodio. Fui a buscarla para asegurarme que la tomara. Es verdaderamente peligroso para ella y su salud el no medicarse bien —dijo y me enseño las tabletas que aún llevaba en el bolsillo del pantalón. —¿Dónde estaba Lachlan? —volví a preguntar. Parecía algún tipo de interrogatorio por mi parte y nada más que pregunté por el chico, mi hermano se impacientó y esperó atento por su respuesta. Mi falta de agradecimiento aparente estaba haciendo que todos se sintieran incómodos en la sala, pero yo tenía mis propias dudas que resolver y no agradecería a nadie hasta estar segura de lo que realmente había sucedido. Hasta donde yo sabía, quien había detenido a aquel animal no había sido ninguna persona ordinaria, sino alguien parecido a su amo, y muy probablemente, podría haber sido esa misma persona quien lo había enviado contra mí también. —Connan se quedó en la casa —sonrió Jensen para hacer su respuesta un poco más convincente—. Y Sam también estaba allí —agregó haciendo que Anna tragara en seco y dirigiera inmediatamente sus ojos hacia mí. ¿Sam estaba en la casa de Jensen? Todas las respuestas apuntaban a que me equivocaba; que había sido un ataque de un oso o cualquier otro animal común, pero yo sabía lo que había visto y que esos ojos eran familiares para mí así como lo era la voz del misterioso hombre en la oscuridad. Encontrar esas respuestas se iba a convertir en mi obsesión y no iba a detenerme hasta que encontrara toda la verdad a las cosas extrañas que sucedían en aquel endemoniado pueblo. Los muchachos se fueron un poco después que desperté. Desgraciadamente tenían que ir a clase esa tarde. Pensé que era lo mejor para ellos el distraerse un poco y regresar a su vida normal sin preocupaciones de ningún tipo. Jensen regresó al hospital luego de tomar un descanso en su casa, pues el jefe del departamento de policía necesitaba hablar con nosotros cuanto antes. El oficial entró y nos pidió una declaración completa de lo que había sucedido. Primero me hizo una serie de preguntas a mí y luego continuó con Jensen. Lo anotaba todo en su pequeña libretita estrujada y me miraba como si estuviera en presencia de un espectro o algo que no debía estar vivo. Jensen estaba más serio de lo normal y no quitaba sus ojos del hombre, quien de alguna forma, se sentía intimidado por el rubio. —¿Tienes alguna idea de lo que te atacó? —preguntó pocos minutos antes de irse. Dada la seriedad del tema me cohibí a mí misma de hablar de ese extraño animal. El sheriff iba a pensar que me estaba riendo de él o que en vez de estar en un hospital, deberían internarme en un sanatorio para tratar mis trastornos psicológicos. —Un animal… uno bien grande… como un oso —respondí sencillamente bajando la cabeza y frunciendo mis labios. Jensen esperaba con nerviosismo mis palabras. —Las heridas de tu brazo concuerdan con las garras de un animal. Era imposible que fuera un humano, según me dejaron saber los médicos —dijo y dirigiéndose a Jensen comentó que los ataques animales iban en ascenso en los últimos años. El chico asintió esquivando su mirada—. Se está haciendo muy peligroso salir de noche últimamente. Hemos encontrados unos cuantos cadáveres desmembrados en los últimos años, pero los chicos de tu edad no prestan atención a las advertencias de las autoridades y creen que todo son cuentos del folklore de nuestra región —comentó. —Fue un accidente —se excusó Jensen rápidamente, pues de alguna forma sabía que la llamada de atención del hombre comenzaba a pesar sobre mi espalda. —Este es el segundo accidente del que la señorita Shendfield sale intacta en menos de diez años —apuntó el policía, pero su recordatorio me enfureció de tal manera que arremetí con una respuesta un tanto grosera. —Los treinta puntos en mi brazo dicen lo contrario —presioné. —De cualquier forma —se recuperó el hombre guardando la libreta de notas en el bolsillo interno de su chaqueta—, no deberías tentar más a tu suerte y alejarte de los bosques que bordean a la ciudad. Después de todo, no son las sirenas ni los espíritus de las brujas de Black Lake los que le cuestan la vida a decenas de imprudentes cada año, sino cosas mucho más aterradoras y reales, como animales salvajes y hombres. Rápidamente me vino a la cabeza uno de los borrosos recuerdos de la noche anterior: aquella cosa, antes de abalanzarse sobre mí estaba bastante ensangrentada, de manera que quizás había cobrado la vida de alguien antes. Se me ocurrió entonces preguntar si habían encontrado un cadáver cerca del lugar donde yo estaba. —De hecho, sí —respondió el sheriff con algo de incomodidad ante mi pregunta—. Encontramos el cuerpo de Eliot Twist, uno de los más peligrosos asesinos de la zona. Fue condenado a cadena perpetua por el asesinato en serie de seis adolescentes, pero hacía varios días escapó de una prisión del condado. Lo encontramos a casi unos cien metros de donde estabas tú. Él estaba hecho pedazos. Destrozado, seguramente, por el mismo animal que te persiguió —respondió el hombre. Las cosas se iban tornando cada vez peor. El saber que podía haber muerto también a manos de aquel psicópata me alteró un poco más. De hecho, fue mejor para mí terminar con el hombro desgarrado gracias a esa criatura que ser asesinada por un convicto. Para empeorar, la presencia de Jensen ya me ponía lo suficientemente nerviosa como para no poder dejar de repetir el ataque en mi cabeza, y sus palabras antes de irse y dejarme bajo el cuidado de Veronica, tampoco ayudaron a tranquilizar mi atormentada cabeza. —Quizás algún día descubras que no es en realidad tan malo lo que está en la oscuridad y no tiene que ser necesariamente bueno lo que está en la luz.
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