GENEVIEVE —Ven conmigo—, le supliqué en el coche mientras aparcaba frente al edificio de mi apartamento. Tenía un mal presentimiento en el estómago, pero lo achaqué a que no quería que acabara la noche. —No puedo, princesa. Ya es tarde, pero vendré temprano a buscarte. Suspiré mientras me desabrochaba el cinturón de seguridad y empujaba la puerta para abrirla. Antes de que sacara un pie por la puerta, él se inclinó y volvió mi cara hacia la suya. —Te amo, Genevieve—, susurró antes de besarme. Sonreí mientras me besaba, pero él se apartó. —Te amo, Dominic. —Ahora, vete antes de que decida que el trabajo no será importante mañana. Moví las cejas: —Aún hay tiempo. Señaló el edificio con el dedo: —Vete—, volvió a reírse. Le saqué la lengua y salí antes de que pudiera volver a meter