GENEVIEVE Tomé notas en silencio como sabía que él quería. Me aferraba a cada una de sus palabras, observaba cómo movía los labios cuando hablaba y veía cómo se le oscurecían los ojos cuando estaba de acuerdo con el rumbo que estaba tomando la conversación. Y cuando me miraba y me sonreía, sentía que se me apretaba el corazón y no podía evitar devolverle la sonrisa. Él era demasiado atractivo y yo estaba demasiado ida como para preocuparme por avergonzarme. Haría cualquier cosa que me pidiera. Le daría el mundo si él quisiera. Me arrastraría de rodillas por las calles si eso le hacía feliz. —Estás mirando—, susurró cuando el hombre que se sentaba frente a nosotros se fue al baño. —Lo siento, señor—, murmuré y bajé la vista a mis notas. —Intenta que no se sepa lo encaprichada que est