estúpido y sensual

666 Words
—Hola, rubio —me miró extrañado. —¿Sigues molesta? —No creo que tenga otra opción. —¿Opción de qué? —Ya sabes, tus fans me iban a molestar a mi edificio, hoy decidieron correrme de mi departamento, no tuve otra opción. —Sigues molesta, lo entiendo, solo te pido que dejes de llamarme por apodos y no por mí nombre. —Lo lamento, rubio, es solo que ya hice una promesa. —¿Promesa? —Dije que dejaría de llamarte así cuando me pasen cosas por ti. —¿Y no te pasa nada? —No. —Genial, es solo trabajo —me habló cortante. —Así es, ¿cuál es mi habitación? —Sígueme —subió las escaleras y pasamos por bastantes habitaciones—, esta es la tuya, tiene baño y eso, como no me avisaron que vendrías no tuve el tiempo de arreglar —se rascó la nuca y me miró. Creo que, de alguna forma extraña, ya que llevamos poco conociéndonos, Neil me gusta. —Gracias —le dije, sus ojos no miraban los míos, sabía que estaba pendiente de mis labios, pero me detuve ahí. —No hay de qué —se acercó a mí y besó mi mejilla, sentí esa parte caliente, genial, me había sonrojado. Pasaron las horas y después de escuchar gritos desde su habitación, todo estaba en completo silencio, me asusté un poco así que salí de mi habitación y caminé a la suya, que por cosas del destino estaba junto a la mía, había 5 habitaciones más pero el escogió junto a la de él. Llegué a su habitación y toqué la puerta, cómo nadie salió decidí entrar. Puse un pie en su habitación y el olor a alcohol me mareo, caminé al bulto gigante que estaba en la cama y vi cabellos rubios, por así decirlo, saqué las cosas y comencé a picarlo en el hombro y me tomó de la cintura, sus ojos seguían cerrados, me apego a su cuerpo y pude sentir su excitación, un gruñido salió de su boca y me obligué a no soltar un gemido, me estaba excitando, y él está completamente dormido, en un instante no pude resistir más y se escapó, dejando al rubio aún más excitado. —¡Mierda, rubio! —abrió los ojos de golpe y me vio, me miró a los ojos sin saber porque estaba arriba de él. —¿Tuvimos sexo? —¡Que sutileza! —grité desesperadamente—. Y no, no nos acostamos. —Es una lástima, hubiera estado todo el santo día intentando recordarlo. —Eres un idiota. —Pero este idiota —se apuntó—, te tiene loca, señora orgasmo. —¡Cállate! mejor me voy a mí habitación. —¿Quieres compañía? —No, gracias por la oferta. —Cuando quieras, muñeca —me guiño el ojo, se acercó a mí y sin previo aviso me besó, fue tan sexy, demasiado excitante para cualquier persona, siento él. Me tomó de la nuca e hizo que no pudiéramos separarnos, sus besos eran el paraíso y un pecado. —Bas... bas… bast... a... rub... io —decía entre besos, siguió besándome hasta el cuello, donde cualquier chica tiene su punto débil, contuve el gemido, juro que lo hice, pero me obligó a soltarlo. —No puedo parar, Zoe —esta vez lo dijo con tono de excitación. Siguió su beso e intentó sacar mi remera, ahí detuve el caballo y lo empujé despacio hacia atrás. —¿Qué sucede? —Ambos estamos bastante excitados, pero no podemos. —¡¿Por qué no?! —gritó desesperadamente. —Esto está mal, Neil —me tapé la boca al segundo en que su nombre se salió de mi boca. —¿Qué? —me miró incrédulo. —Mierda —lo tomé del cuello y lo besé, esta vez sería yo la que no se detendría, y suponiendo lo excitado que él está, no creo que lo haga.
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