Emilia estaba sentada tomando el desayuno, miraba a Alfredo que bebía el café mientras leía alguna cosa en la tablet. —¿Qué sucede, mujer? —¿Ya no soy tu novia princesa? —reclamo con un tono de indignación. Alfredo dejo el café sobre la mesa y fijó su atención en Emilia. —Si, si eres mi novia princesa o mi princesa novia, eres mi mujer ¡carajo, Emilia! ¿Qué sucede? Alfredo había notado la ansiedad de la castaña desde el primer momento en que se sentaron a tomar el desayuno, se había dado cuenta que ella quería decirle o pedirle algo, pero no sabía de qué se trataba y se prometió no presionarla, pero parecía que ella estaba bloqueada para expresarse y él no tenía la paciencia para esperarla. —Quiero la historia. —No. Alfredo volvió a tomar la taza entre sus manos y bebió un poco más