AMBER LEWIS Maldita Chelsea. Desde esa tarde había despertado en mí una rabia gigante hacia ella; ¿Cómo era posible de siquiera “pensar” en pasar un puto fin de semana a solas al lado de su marido? ¿Qué no se daba cuenta de la clase de hombre que tenía en su casa? Tomé la copa de vino que descansaba a un lado de mi cena y la llevé hasta mis labios, para tratar de opacar un poco la rabia que sentía hacia ella. ¿Cuándo no daría yo para que Byron contestara, aunque fuese uno de los mensajes que le había dejado desde la semana pasada? Pero no, el muy cretino decidió simplemente ignorarme, después de haberme hecho sentir deseada por un hombre, después de tanto tiempo que no lograba sentirme de aquella manera. Ahora me encontraba cenando con Johnny y con Jared, pero como siempre, Johnny en v